Bolivia reivindica vigencia de lucha del Che

VALLEGRANDE. Bolivia, con un gobierno de izquierda liderado por el indígena aymara Evo Morales, reivindica este lunes el legado de Ernesto ’Che’ Guevara en el 50º aniversario de su muerte.

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El colofón de cinco días de actividades para conmemorar “50 años del Che en Bolivia” es el “relanzamiento de la lucha antiimperialista” por el presidente boliviano, uno de los últimos representantes -junto al venezolano Nicolás Maduro- de la izquierda que vistió de rojo el poder en buena parte de América Latina en los albores de este siglo.

“Seguimos convencidos que mientras viva el imperio del capitalismo, la lucha seguirá”, dijo Morales, quien trata de volver a concurrir a las elecciones de 2019 pese a que se lo prohíbe la Constitución y el pueblo boliviano se lo denegó en referéndum el pasado año.

Aunque el Che tiene todavía prédica entre sectores de la izquierda latinoamericana, apenas parece tener cabida en un mundo marcado por la desafección de la juventud por la política.

“El Che era un revolucionario y el revolucionario es un hombre lleno de amor que quiere construir una sociedad distinta”, recordó su compañero de fatigas Harry Villegas Tamayo (alias “Pombo"), apoyado en un bastón.

Junto a él, a los actos en Vallegrande, la localidad boliviana donde cayó Guevara hace 50 años, también acudieron el exguerrillero Leonardo Tamayo Núñez (alias “Urbano") , así como los cuatro hijos del Che, un amigo de infancia y el Comandante de la Revolución, Ramiro Valdés, representando al gobierno de Cuba.

Tras el triunfo de la revolución cubana, hace casi sesenta años, el Che quería llevar su revolución al Cono Sur, desde Bolivia, país que había visitado en 1953.

Aparte de un puñado de nostálgicos que este fin de semana han vestido el uniforme verde oliva, lucido barbas y calzado gorras, poco hace pensar en Vallegrande en la idolatría que la juventud mundial sintió por el Che no hace tanto tiempo.

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Ahora, recordó Morales, la revolución se hace con la “conciencia y el voto” y no por las armas, como pretendió el Che con medio centenar de guerrilleros más hace medio siglo en el entonces tercer país más pobre de América Latina.

Pese a que los organizadores esperaban unas 10.000 personas para estos actos, a Vallegrande y La Higuera -donde el Che fue ejecutado el 9 de octubre de 1967 a pedido de La Paz, al día siguiente de ser detenido en la Quebrada del Yuyo por el ejército que recibió adiestramiento de Estados Unidos-, la asistencia se cuenta en varios centenares.

La mayoría, delegaciones de organizaciones asociativas de países de América Latina, así como los buses fletados por los organizadores llenos de indígenas cuyo principal interés es ver al ídolo moderno: Evo Morales.

Las pocas plazas hoteleras de la zona estaban ocupadas por lo que muchos asistentes decidieron pernoctar en las carpas montadas por los organizadores.

Hasta el propio presidente decidió pasar la noche en una endeble tienda de camping al abrigo de las miradas. En una mesa y unas sillas de plástico colocadas al lado, recibía a las delegaciones que querían hablar con él.

A la sombra del Che, Vallegrande, una pequeña localidad situada a 240 km de Santa Cruz (este) pretende convertirse en un destino turístico gracias al mausoleo y el museo dedicados al guerrillero, cuyos restos reposan en la ciudad cubana de Santa Clara, donde el domingo cerca de 70.000 personas le rindieron homenaje.

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El mausoleo se erige en el lugar donde estuvieron enterrados hasta hace 20 años el Che y seis compañeros más, y en el museo, tomado este fin de semana por la televisión boliviana como estudio, se exponen, entre otros objetos, fotos del guerrillero muerto y copias de sus famosos diarios.

El tercer pilar de esta ruta por una parte de la historia latinoamericana es el lavadero donde estuvo expuesto durante casi dos días el cadáver acribillado a balazos del Che, junto a los de otros dos compañeros, para deleite de los militares que lo combatieron durante once meses y la curiosidad de una población bastante refractaria a su lucha, que no obstante le santificó.

Muchos son los que todavía hoy en esta zona van a rezar al ateo confeso en busca de milagros.

 

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