Las medidas incluyen un recorte de las tres tasas de referencia del bloque monetario de 19 países. La principal de ellas, que ya se hallaba en su mínimo histórico de 0,05% desde septiembre de 2014, cayó por primera vez a 0%.
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, afirmó además que el proceso podría proseguir, hasta sacar a la zona euro del letargo, aunque sin terminar de convencer a los analistas sobre los cartuchos que aún podría tener en reserva.
El BCE trabaja con la hipótesis de que las tasas “se mantengan en sus niveles actuales, o más bajos, por un largo periodo, mucho más allá del horizonte de nuestros programas de compras de activos”, dijo Draghi en una conferencia de prensa en Fráncfort.
Ese programa, de compra de deuda pública y privada en los mercados, se amplió por lo demás de 60.000 millones a 80.000 millones de euros mensuales.
El dispositivo se completa con el anuncio de un programa de préstamos a largo plazo para el sector bancario, a partir de junio próximo.
Las bolsas aplaudieron inicialmente las iniciativas, que superaban todas las expectativas, con alzas que llegaron al 2,5% en Fráncfort y a más de 3% en París.
Pero el entusiasmo se moderó cuando Draghi anunció las previsiones que sustentan esas medidas y que muestran que los precios seguirán cayendo y el crecimiento seguirá perdiendo fuerza en 2016 y 2017.
Así, las principales bolsas europeas, menos Madrid, cerraron en baja. En Fráncfort, el Dax bajó 2,31% y en París, el CAC 40 cayó un 1,70%. En Londres, el índice FTSE-100 de los principales valores perdió un 1,78%, la bolsa de Milán perdió un 0,50%, y, en Madrid, el Ibex-35 subió un 0,07%.
La caída de la previsión de inflación para este año es drástica, de 1% a 0,1%. Y en 2017, los precios aumentarán un 1,3%, tres décimas menos que en la estimación anterior. Solo en 2018 subirán un 1,8%, aproximándose al índice cercano pero algo inferior al 2% que el BCE estima acorde con un crecimiento económico sano.
El crecimiento del PIB debería por lo demás situarse por debajo de las últimas previsiones (1,4% en 2016, 1,7% en 2017 y 1,8% en 2018) , agregó Draghi.
La inflación de enero volvió a situarse en territorio negativo, a -0,1%, y debería permanecer por debajo de cero durante un tiempo, antes de volver a subir a fin de año, dijo Draghi.
“Pero no estamos en deflación”, subrayó, conjurando la perspectiva de una espiral de caída de precios, que desalienta, en un círculo vicioso, las decisiones de inversión y de compra.
El jefe del BCE afirmó además que la expansión del crédito “se está recuperando desde hace un tiempo, pero aún demasiado lentamente”.
Quiso dejar claro sin embargo que el BCE aún no ha quemado sus últimos cartuchos. “Hemos demostrado que no nos faltan municiones”, declaró.
Falta ahora convencer a los operadores.
“Esto es lo máximo que el BCE podía hacer, y no alcanzará a despejar las dudas sobre el impacto de las medidas”, sostuvo Carsten Brzeski, economista de ING.
“El BCE cumplió con sus promesas, pero no puede hacer milagros”, coincidió Jonathan Loynes, de Capital Economics.
Para el Fondo Monetario Internacional (FMI) estos anuncios “contribuirán a frenar los riesgos crecientes sobre las perspectivas de crecimiento e inflación” en Europa.
Según dijo un portavoz del FMI a la AFP, permitirán que “las mejores condiciones de financiación de los bancos beneficien a la economía real estimulando la aprobación de más préstamos”.
Aparte de la tasa básica, el BCE recortó en diez puntos básicos la tasa de facilidad de depósito, que ya se hallaba en terreno negativo y ahora se sitúa en -0,40%. El BCE se propone de ese modo penalizar a los bancos que retienen los préstamos a un día que les hace la institución monetaria, en lugar de aceitar los engranajes del crédito.
Redujo igualmente, de 0,3% a 0,25%, el interés de la facilidad marginal de crédito, que actúa como ventanilla de emergencia para las entidades financieras que no logran financiarse en los mercados.