Mourao y D’Ávila, aspirantes a vicepresidentes de Brasil

BRASILIA. Nacieron en Porto Alegre y son compañeros de fórmula de los finalistas de la elección presidencial en Brasil: son los únicos puntos en común entre la profesora comunista Manuela d’Ávila y el ultraderechista general de reserva Hamilton Mourao.

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Mourao, de 65 años, se presenta junto al diputado Jair Bolsonaro, el favorito en las encuestas, y llegó a provocar malestar en su campaña con declaraciones polémicas en momentos en que el candidato trataba de hacer olvidar sus tradicionales pronunciamientos misóginos, racistas y homófobos.

D’Ávila, de 37 años, candidata a vice de Fernando Haddad, es una legisladora del Partido Comunista do Brasil (PCdoB) , que se reivindica “feminista y revolucionaria”.

Fue promovida por el propio líder histórico de la izquierda, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, poco antes de ser encarcelado por corrupción.

Hace un año, mucho antes de ser nombrado candidato a la vicepresidencia por el Partido Social Liberal (PSL), el general ya había dado de qué hablar. Durante un evento organizado por una logia de la francmasonería, afirmó que el Ejército se vería obligado a “buscar la solución” si la situación política del país seguía degradándose. Mourao no fue la primera opción de Bolsonaro para integrar la fórmula, pero lo invitó después de sufrir varios rechazos.

Pero con Bolsonaro alejado de la campaña durante varias semanas tras ser apuñalado durante un mitin el 6 de septiembre, el general de reserva se encontró inesperadamente en primera línea.

Hijo de un general que tuvo un papel importante en el golpe de 1964 que instaló una dictadura durante 21 años, Hamilton Mourao nació en Porto Alegre (sur) , pero sus padres son oriundos de la Amazonía y tienen raíces indígenas. Eso no le impidió afirmar a inicios de agosto, durante su primera aparición pública como candidato a vicepresidente, que Brasil está lastrado por una herencia producto de “la indolencia de los indígenas y del espíritu taimado de los africanos”.

El general provocó otra ola de críticas a mediados de septiembre al declarar que las familias sin figura paterna son “fábricas de elementos desintegrados que tienden a ingresar en bandas de narcos” .

El 7 de abril, antes de entregarse a las autoridades para purgar una pena de 12 años y un mes de prisión por corrupción, Lula hizo un vibrante discurso de despedida ante sus militantes en el sindicato de metalúrgicos de Sao Bernardo do Campo, cerca de Sao Paulo.

Junto a él estaba Manuela d’Ávila, a quien abrazó y calificó de “joven bonita” , representante de la nueva generación de la izquierda. A la diputada del PCdoB no le gustan los comentarios sobre su físico. Durante sus dos mandatos en la Cámara de Diputados (2007-2015) no ha cesado de rechazar el calificativo de “musa” .

Pero en el caso de Lula, asegura que no le molestó. “Se refirió a mí como una mujer que cree en la política y que pertenece a una generación que la va a transformar”, declaró al diario Folha de S. Paulo. Y no dudó en poner por delante su admiración por el líder de la izquierda para renunciar a sus propias ambiciones presidenciales.

Tras lanzarse a la carrera por la Presidencia como precandidata del PCdoB, acabó aliándose con el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula. Y cuando éste fue impedido de ser candidato, fue elegida para acompañar a Fernando Haddad, que hasta entonces integraba la fórmula del exmandatario.

Graduada en periodismo después de cursar casi completa la carrera de Ciencias Sociales, D’Ávila se afilió al PCdoB en 2001 y tres años después, a sus 23, fue electa concejal de Porto Alegre, la capital de Rio Grande do Sul (sur).

A los 25 fue elegida diputada federal, la más votada de su estado, y fue reelegida en 2010 con el mayor número de votos en todo el país. Casada con un músico, en 2016 le llovieron críticas por una foto en la que amamantaba a su hija en la Asamblea Legislativa. Ella replicó por Facebook: “¿Qué es lo que llama la atención en esta foto? Mujeres en espacio de poder, niños en espacios de poder. La política es masculina y machista, no tiene espacio para las mujeres”.

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