París, enfurecida por caos y los accidentes provocados por monopatines

PARÍS. La moda de los monopatines eléctricos ha traído caos y accidentes a París que ya no aguanta más verlos tirados en las aceras o pasando a toda velocidad, una situación que ha obligado al ayuntamiento a adoptar medidas para organizar su uso.

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“Me da ganas de darles una bofetada”, se queja en el viejo barrio del Marais la empresaria Nadine, de unos cuarenta años, que denuncia una “falta de civismo”. Alexandre, que utiliza bicicleta, habla abiertamente de una “carrera de obstáculos para evitar los monopatines en cualquier parte, un verdadero Far West”.

El accidente sufrido a mediados de mayo por una pianista de la Ópera de París, que se difundió a principios de junio, aumentó aún más la indignación: atropellada en pleno centro de la ciudad y víctima de una doble fractura en el brazo derecho, corre el riesgo de no poder volver a tocar.

Enfrentada al enojo de los ciudadanos, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, anunció el jueves ante la prensa un arsenal de medidas para ordenar el uso de estos aparatos, que aparecieron en Francia dos años atrás. A partir de julio quedará prohibido estacionarlos en las aceras, la velocidad será limitada a 20 km/h e incluso 8 km/h en las zonas peatonales, no se podrán utilizar en “los parques y jardines” y se recomendará el uso de casco.

La intención era volver obligatorio el uso del casco, pero los diputados renunciaron el viernes a esa medida porque “los franceses están cansados de que les impongan obligaciones”.

Se trata de la segunda etapa de decisiones, luego de la firma de una Carta de Buena Conducta que impone a los operadores el estacionamiento en espacios especialmente dedicados a los monopatines y castiga con 135 euros (153 dólares) de multa a los usuarios que circulen en las acercas.

Pero según la confesión de la propia alcaldía, la prohibición es difícil de hacer cumplir: “la policía no parece muy movilizada sobre el tema” , indica Christophe Najdovski, adjunto de la alcaldía a cargo de Transportes, para quien los once operadores surgidos en poco tiempo, “jóvenes empresarios emergentes de menos de 30 años, están un poco superados por su éxito” .

En Lime, líder mundial del mercado, primer (junio de 2018) y principal operador, afirman que controlar la velocidad será algo “fácil": “Un sistema nos permite regularla de manera remota”, explica un portavoz, que precisa que “así sucede ya en Lyon”, una de las principales ciudades de Francia.

Para el estacionamiento, Lime creó también una “patrulla urbana” de unas cincuenta personas encargada de colocar los monopatines en un lugar apropiado cuando no lo están. “Lanzamos también una campaña de concientización con una dirección electrónica que invita a informarnos de todo monopatín mal estacionado”, agrega el portavoz. “Queremos mostrarnos como buenos alumnos”, insiste. Sin embargo, se niega a plantear una “sanción” para el usuario que no respete las reglas.

Para Nadjovski, los 15.000 monopatines en circulación “son demasiado” para una de las ciudades más densamente habitadas del mundo (30.000 habitantes/km2 e incluso 40.000 en el este). “Con 15.000 monopatines estamos saturados. Es necesario bajar a dos o tres operadores y 10.000 como máximo. En San Francisco, por ejemplo, solo hay dos compañías habilitadas”, indica.

París prepara un proyecto en la misma dirección para “enero de 2020”, agrega. Pero el monopatín sigue siendo un ORNI” (Objeto Rodante No Identificado) en derecho francés. “Estos artefactos no tiene ninguna definición jurídica, y nosotros, autoridades locales, estamos desamparados para reglamentar su uso”, dice Nadjovski. Para septiembre próximo se aguarda un decreto que cubra este vacío legal.

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