Transexuales silenciados: la guerra pendiente del Ejército de Estados Unidos

NUEVA YORK. Dos días antes de que el Supremo legalizase el matrimonio homosexual en todo el país, Estados Unidos vivía otra fecha histórica: un transexual participaba por primera vez en la recepción anual del mes del Orgullo LGTB en la Casa Blanca.

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Así, representó con su uniforme a otros 15.500 soldados silenciados. Logan Ireland, del Ejército del Aire, empezó su transición a hombre en 2012 y atendió al acto excepcionalmente vestido con el atuendo militar junto con su prometida, Laila Villanueva, quien acudió de civil. Ella, como la gran mayoría de transexuales en el Ejército estadounidense, no tiene el apoyo de su unidad que le permita hablar abiertamente del sexo con el que se identifica.

Las regulaciones del Pentágono prohíben que las personas que están o han pasado por una transición de género formen parte del servicio militar estadounidense, una norma basada en prescripciones médicas de hace más de cincuenta años y que ahora los activistas por la libertad del colectivo LGTB quieren cambiar. “En ésa época, los transexuales eran vistos como enfermos mentales y con una moralidad deficiente, igual que los homosexuales. Mucho ha cambiado desde entonces”, explicó a Efe Allyson Robinson, una veterana transexual y activista, pocas semanas después de que Caitlyn Jenner sorprendiera al mundo con su nueva identidad.

Robinson se graduó como hombre en 1994 en la academia militar de West Point, al norte de Nueva York, y no fue hasta tiempo después cuando reveló a sus compañeros cadetes, entre los que se encontraba su propia esposa, que se identificaba con un sexo diferente al que había nacido. “Sabía que hacerlo era perder mi carrera, no solo la oportunidad de servir, sino también perder mi modo de vida y el sustento de mi familia”, dijo. “Yo sentía -subrayó- que tenía que mentir cada día por el privilegio de poner mi vida en el frente para mi país”.

El Ejército de Estados Unidos revocó en julio de 2011 la famosa política “Don't ask, don't tell” que impedía alistarse a quien se declarase como homosexual, pero se olvidaba de la transexualidad, considerada dentro de las “exclusiones psicosexuales”. Los individuos transexuales en el Ejército, por lo tanto, son todavía expulsados a las pocas semanas de que se conozca su condición y tampoco pueden gozar de los servicios médicos necesarios para esta comunidad, ya sea cirugía, tratamientos hormonales o atención psicológica.

“Es casi inimaginable que pidamos a la gente que aplace el cuidado médico necesario por continuar vistiendo el uniforme”, criticó Robinson. En una conferencia de prensa en Nueva York, Sarah Kate Ellis, presidenta de GLAAD, la principal organización de EE.UU. que ayuda a dar visibilidad a los derechos LGTB, destacó la importancia de “contar historias positivas o no tan positivas para concienciar a la población sobre lo que está pasando” al respecto.

“Pero América -recordó Robinson- ha visto muchas historias como la mía y como la de Caitlyn Jenner, de una mujer transexual, blanca, con estudios y de una particular clase social. La gente de color transexual tiene cinco veces más posibilidades de acabar en el paro que el resto”. Quizás es por esta razón, sospecha, que los transexuales suelen enrolarse en el Ejército más a menudo que el resto de la población, dado que ofrece oportunidades laborales y beneficios médicos y de vivienda con más frecuencia, tal y como indica un estudio de 2014 de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA) .

“Necesitan esa seguridad en una manera que muchos de nosotros no necesitamos, pero también queremos servir al país y devolver nuestras responsabilidades como ciudadano como el resto de soldados”, ejemplificó la veterana. Gracias al ejemplo de los dieciocho países del mundo que ya han dado el paso y han explicado cómo incluir a los transexuales en sus líneas defensivas, parece que el cambio en Estados Unidos está cada vez más cerca y parece haber una voluntad en el Pentágono de aplicar nuevas normativas. 

“No creo que nada, excepto su idoneidad para el servicio, deba excluirlos”, dijo el secretario de Defensa de EE.UU., Ashton Carter, este febrero, una voluntad que comparte el presidente Barack Obama. Optimista, Robinson asegura que ahora “es solo una cuestión de cuándo se va a materializar”. La Asociación Médica de EE.UU. (AMA, por sus siglas en inglés), emitió un comunicado este mismo mes declarando que “no hay una razón médica válida para excluir a los individuos transgénero” del Ejército, donde algunos comandantes ya piensan que no hay motivos para que sus miembros no puedan servir en sus unidades por esta condición.

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