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El sentido del olfato en la percepción del tiempo
El olfato de los perros es extraordinariamente poderoso, con hasta 300 millones de receptores olfativos en comparación con los aproximadamente 5 millones en los humanos.
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Este sentido les permite no solo identificar y recordar olores, sino también detectar cambios en la concentración de los mismos con el paso del tiempo.
Investigaciones han sugerido que los perros pueden usar la disminución de la intensidad de un olor como un “reloj olfativo”. Por ejemplo, el olor de un humano en el hogar disminuye progresivamente mientras la persona está fuera, y los perros pueden detectar este cambio, ayudándoles a inferir cuán lejos está el regreso de su dueño.
Ritmos biológicos y cronobiología
Al igual que los humanos, los perros tienen ritmos circadianos: ciclos biológicos diarios que regulan el sueño y la vigilia, la actividad y la inactividad, influenciando su percepción del tiempo. Estos ritmos ayudan a los perros a predecir eventos regulares a lo largo del día.
De manera instintiva, los perros pueden desarrollar patrones de comportamiento a partir de señales temporales.
Sus ancestros, los lobos, debían preocuparse constantemente por la caza y la protección del territorio, habilidades que se ajustaban a los ritmos diarios del día y la noche. Esta capacidad ha evolucionado y perdurado en los perros domésticos.
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Comprendiendo las rutinas
Los perros son observadores sobresalientes y a menudo asocian ciertas acciones humanas con eventos específicos. Pueden comenzar a anticipar la hora de comer, un paseo o incluso el tiempo de llegada de sus dueños, basándose en la frecuencia y el contexto de las señales humanas recurrentes.
A través de la repetición y la consistencia de estas rutinas, los perros desarrollan una especie de “calendario personal” que les permite anticipar acontecimientos sin la necesidad de un reloj.
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Aunque los perros no usan relojes, han desarrollado métodos complejos y efectivos para percibir el tiempo a través de su olfato agudo, sus ritmos biológicos y las rutinas compartidas con los humanos. Esta habilidad es un testimonio de su impresionante capacidad de adaptación y de su estrecha relación con las personas a lo largo de siglos de domesticación.
