¿Qué es la adolescencia canina?
Al igual que los humanos, los perros también atraviesan una etapa de transición entre la infancia y la adultez. Generalmente ocurre entre los 6 meses y los 2 años, según la raza y el tamaño.
En este periodo se combinan el crecimiento físico, la maduración sexual y una marcada transformación emocional que repercute directamente en la conducta.
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Cambios comunes en el comportamiento de los perros adolescentes
1. Más energía y exploración. Durante la adolescencia, los perros suelen mostrar un aumento de energía difícil de controlar.

Corren sin parar, saltan sobre visitas o mastican muebles y objetos. Esta hiperactividad no es desobediencia sino una necesidad de movimiento y estimulación.
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Paseos más largos, juegos interactivos y actividades de olfato ayudan a canalizar esa vitalidad.
2. Desafío a la autoridad. Los tutores notan que órdenes antes aceptadas parecen ignoradas. Este “poner a prueba” es parte natural del desarrollo.

La clave es sostener rutinas, aplicar refuerzos positivos y evitar castigos, que solo generan confusión o miedo. La paciencia y la coherencia fortalecen la confianza.
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3. Cambios en la socialización. Algunos perros adolescentes se vuelven más retraídos, mientras que otros muestran audacia excesiva al relacionarse con perros o personas.
Para evitar problemas futuros, conviene ofrecer experiencias sociales graduales, variadas y seguras. Encuentros con perros equilibrados y visitas a espacios controlados son oportunidades valiosas.
4. Conductas destructivas. Morder, cavar o romper objetos puede aumentar en esta etapa. No es “maldad”, sino la combinación de curiosidad, dientes en desarrollo y energía acumulada.

Proporcionar juguetes resistentes, alternativas para morder y tiempo de calidad con la familia es fundamental para reducir estos comportamientos.
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Cómo acompañar la adolescencia canina
Paciencia y empatía: recordar que se trata de una etapa transitoria ayuda a sobrellevar los desafíos. Entender que el perro no “se porta mal” a propósito sino que está madurando favorece una relación más armoniosa.
Entrenamiento constante: la adolescencia es el momento ideal para reforzar la educación básica. Prácticas cortas, consistentes y motivadoras consolidan aprendizajes. Establecer rutinas claras brinda seguridad y previsibilidad.

Socialización positiva y guiada: exponer al perro a estímulos diversos —otros animales, personas, sonidos, ambientes— de manera controlada previene fobias y conductas agresivas. Cada experiencia debe ser calmada y gratificante para que el perro aprenda a relacionarse con confianza.
Enriquecimiento ambiental: además de paseos y ejercicio físico, es esencial ofrecer actividades mentales. Juegos de olfato, rompecabezas para perros o rutinas de obediencia son recursos valiosos para mantenerlo ocupado y equilibrado.
Preguntas frecuentes sobre la adolescencia en perros
¿A qué edad empieza la adolescencia en los perros? La adolescencia canina suele comenzar entre los 6 y los 9 meses de edad, aunque varía según la raza. En razas pequeñas puede ser más temprana, mientras que en perros grandes se extiende hasta los 18 o 24 meses.

¿Cuánto dura la adolescencia en los perros? La duración depende del tamaño y la genética. En general, esta etapa puede extenderse entre 6 meses y 1 año, hasta que el perro alcanza su madurez emocional y física.
¿Por qué mi perro adolescente no obedece como antes? La desobediencia en esta etapa es normal: el perro pone a prueba límites y experimenta cambios hormonales. No significa que olvidó lo aprendido. Mantener la coherencia y el refuerzo positivo es clave para que retome la obediencia.
¿Es normal que un perro joven destruya cosas en casa? Sí, durante la adolescencia aumenta la curiosidad y la necesidad de morder. Lo recomendable es ofrecer juguetes resistentes, paseos largos y ejercicios de estimulación mental para prevenir conductas destructivas.
¿Cómo puedo ayudar a que mi perro adolescente sea más tranquilo? El equilibrio se logra con una combinación de ejercicio físico, socialización controlada y actividades cognitivas como juegos de olfato. La rutina diaria y la paciencia del tutor también son fundamentales.