Reconociendo la epilepsia en perros: síntomas y cuidados esenciales

La epilepsia canina, un trastorno neurológico que afecta entre el 0,6% y el 0,75% de la población, es un desafío creciente para veterinarios y dueños. Comprender sus características, tratamiento y manejo es crucial para asegurar la calidad de vida de los perros afectados.

Perro de la raza Border Collie.
Perro de la raza Border Collie.Shutterstock

Qué es la epilepsia canina

La epilepsia es un trastorno neurológico caracterizado por convulsiones recurrentes no provocadas.

En perros, la forma más común es la epilepsia idiopática, cuando no se identifica una causa estructural.

Según consensos de la International Veterinary Epilepsy Task Force (IVETF) y el American College of Veterinary Internal Medicine (ACVIM), su prevalencia en la población canina general ronda entre 0,6% y 0,75%, con variaciones por raza y líneas de cría.

Razas con mayor predisposición

La susceptibilidad es poligénica y varía entre criaderos, pero múltiples registros académicos y clubes de raza señalan una mayor frecuencia de epilepsia en:

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  • Border Collie y Pastor Australiano: alta incidencia de epilepsia idiopática y crisis agrupadas.
Perro Pastor Australiano.
Perro Pastor Australiano.
  • Pastor Alemán y Pastor Belga (especialmente Tervueren): reportes consistentes de predisposición.
Pastor Alemán.
Pastor Alemán.
  • Beagle: una de las razas clásicas en estudios de epilepsia idiopática.
Perro en su paseo diario.
Beagle.
  • Labrador Retriever y Golden Retriever: presentaciones frecuentes en práctica clínica y literatura.
Perro de la raza Golden Retriever.
Perro de la raza Golden Retriever.
  • Caniche (Poodle) y Dachshund: presencia descrita de crisis idiopáticas; en Dachshund alambre se reporta, además, enfermedad de Lafora (mioclónica).
Perro caniche toy.
Perro caniche toy.
  • Vizsla, Bernés de la Montaña, Boyero de Flandes, Lagotto Romagnolo y Setter Irlandés: poblaciones con series de casos y estudios de familias afectadas.
Perro Lagotto Romagnolo.
Perro Lagotto Romagnolo.

La predisposición no implica que cada individuo desarrollará la enfermedad. La edad típica de inicio va de la adultez joven a media.

Para confirmar el diagnóstico, las guías IVETF recomiendan historia clínica completa, examen neurológico, análisis de laboratorio y, cuando corresponde, imagen avanzada.

Cómo reconocer una crisis de epilepsia

  • Generalizada tónico-clónica: pérdida de conciencia, rigidez, movimientos de pedaleo, salivación, micción/defecación involuntaria.
  • Focal: temblores o sacudidas de un lado del cuerpo, chasquidos, lamido del aire, comportamiento extraño (vagar desorientado), con o sin generalización.
  • Fase posictal: desorientación, ceguera transitoria, sed y hambre intensas, que pueden durar minutos u horas.

Qué hacer durante una convulsión

  • Mantené la calma y cronometrá el episodio. Anotar la duración ayuda al veterinario.
  • Apartá muebles y objetos con los que pueda golpearse. Colocá algo blando bajo la cabeza si es seguro.
  • No intentes abrirle la boca ni pongas las manos cerca: no “traga la lengua”, pero puede morder de forma refleja.
  • Reducí estímulos: apagá luces intensas, bajá ruidos, cerrá cortinas. Ventilá el ambiente si hay calor.
  • Si es posible, grabá un video. Facilita el diagnóstico del tipo de crisis.
  • Al terminar, ofrecé un espacio tranquilo y agua fresca. No fuerces comida ni movimientos bruscos.

Cuándo es una urgencia veterinaria

  • Si la convulsión dura más de 5 minutos (status epilepticus).
  • Si se producen dos o más crisis en 24 horas (crisis en racimo).
  • Cuando hay traumatismos, dificultad respiratoria, hipertermia, o el animal no recupera la conciencia. En perros con diagnóstico previo, el plan de acción puede incluir medicación de rescate domiciliaria (diazepam o midazolam por vía rectal o intranasal) indicada por el veterinario. Si no hay plan o no se logra cortar la crisis, buscá atención inmediata.

Tratamientos disponibles y expectativas

  • Fármacos de mantenimiento recetados por el veterinario según perfil del paciente y de controles de niveles séricos.
  • Objetivo: reducir frecuencia y severidad de las crisis, no siempre eliminarlas. Muchos perros llevan una vida plena con manejo adecuado.
  • Controles: análisis periódicos para monitorear efectos adversos (hepáticos, electrolíticos) y ajustar dosis. La adherencia al esquema es clave; no suspendas de golpe la medicación.
  • Rescate: protocolos domiciliarios acordados con la clínica para crisis prolongadas o en racimo.

Manejo cotidiano y factores que pueden ayudar

  • Diario de crisis: anotá fecha, duración, desencadenantes posibles y recuperación. Permite ver patrones.
  • Estilo de vida: horarios regulares de sueño y alimentación, hidratación y control de estrés. Evitá ejercicio extenuante con calor.
  • Señales previas: algunos perros muestran inquietud o “aura”. Si lo detectás, prepará el ambiente seguro.
  • Nutrición: en casos seleccionados, dietas cetogénicas o enriquecidas con triglicéridos de cadena media han mostrado beneficios en estudios controlados; se indican y supervisan por el veterinario.
  • Disparadores: luces estroboscópicas, estrés, tóxicos o fármacos intercurrentes pueden bajar el umbral convulsivo. Consultá antes de introducir nuevos medicamentos o suplementos.

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