Por qué vale la pena tener perros o gatos en casa cuando hay bebés
La presencia de animales de compañía puede aportar apego, rutinas y regulación emocional en el hogar.

Estudios observacionales han asociado la convivencia temprana con perros o gatos con menores tasas de sensibilización alérgica en la infancia, según publicaciones en Journal of Allergy and Clinical Immunology.

La Asociación Americana de Pediatría (AAP) destaca además que el vínculo con mascotas favorece conductas empáticas y reduce el estrés en cuidadores.
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Riesgos reales y cómo mitigarlos
- Zoonosis: bacterias como Salmonella o Campylobacter pueden transmitirse por heces o alimentos crudos. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) aconsejan lavado de manos con agua y jabón después de tocar animales, sus juguetes o su comida.
- Parásitos: Toxocara en perros y gatos, y Toxoplasma gondii en gatos, son prevenibles con desparasitaciones y manejo adecuado de la caja de arena. Organismos veterinarios recomiendan que personas gestantes eviten limpiar la bandeja; si no hay alternativa, usar guantes y lavarse bien las manos.
- Mordeduras y arañazos: la American Veterinary Medical Association (AVMA) subraya que nunca se debe dejar a un bebé solo con una mascota, aunque sea de temperamento confiable.
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Preparar a la mascota antes de la llegada del bebé

- Chequeo veterinario: tiene que estar al día con vacunas, desparasitación interna y externa, higiene dental y control de uñas.
- Rutina estable: ajustar horarios de paseo, juego y descanso a lo que probablemente será viable. Si se necesita reducir atención, hacerlo gradualmente semanas antes para evitar asociaciones negativas con el bebé.
- Desensibilización sensorial: reproducir sonidos de llanto a bajo volumen, introducir aromas de productos del bebé y practicar el uso de cochecito o cuna en casa para que no resulten extraños.
- Señales y límites: reforzar comandos básicos (“sentate”, “quieto”, “abajo”) y enseñar a esperar detrás de una barrera o manta. Los etólogos recomiendan entrenamiento con refuerzo positivo, nunca castigo.
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El primer encuentro: paso a paso

- Presentación olfativa previa: acercar al animal una manta o prenda del bebé antes del regreso al hogar.
- Entrada tranquila: cuando el bebé llega, permitir que otra persona salude primero a la mascota; después, acercamientos breves y dirigidos, siempre con correa en perros y con vía de escape en gatos.
- Observación constante: si se ve rigidez corporal, orejas atrás, bostezos repetidos, lamidos de labios sin comida, cola tensa o mirada fija, interrumpir y dar espacio.
Higiene y alimentación: reglas no negociables

- Manos limpias: lavarse antes de preparar mamaderas o manipular chupetes; mantener los elementos del bebé fuera de zonas donde el animal come o hace sus necesidades.
- Sin comida cruda: agencias sanitarias desaconsejan dietas crudas para mascotas en hogares con bebés por riesgo de Salmonella y Listeria.
- Zonas separadas: ubicar la caja de arena lejos de áreas de lactancia y juego; levantar de inmediato heces en patios o balcones.
- Juguetes y mantas: diferenciar los del bebé y los de la mascota; lavar con regularidad.
Lectura del lenguaje animal: señales a no pasar por alto
- Perros: “ballena” (blanco del ojo visible), rigidez, cola levantada inmóvil, gruñidos bajos, evitar o bloquear el paso. Señales de calma (girar la cabeza, olfatear el piso) indican necesidad de distancia.
- Gatos: cola agitada, orejas hacia los costados o atrás, pupilas dilatadas, lomo erizado, bufidos. Permitir escondites y alturas para reducir estrés.
Qué sí pueden hacer los adultos
- Supervisar activamente cada interacción, incluso en siestas o momentos “tranquilos”.
- Ofrecer salidas de calidad: paseos, rascadores, juegos de olfato y enriquecimiento ambiental que descarguen energía.
- Reforzar lo que conviene: premiar al animal cuando permanece calmado cerca del bebé, se retira al ser llamado o ignora estímulos.
- Gestionar celos: mantener micro-momentos de atención exclusiva; por ejemplo, caricias y juego masticable mientras se alimenta al bebé, de modo que asocie la presencia del pequeño con experiencias positivas.
Mitos y realidades

- “Los pelos enferman”: el pelo en sí no transmite enfermedades, pero sí puede transportar alérgenos o suciedad. Aspirado frecuente y cepillado reducen carga ambiental.
- “El gato puede asfixiar al bebé”: no hay evidencia de intencionalidad; el riesgo real es accidental si un animal se acuesta en la cuna. Por eso se recomienda mantener cuna y moisés fuera del alcance y usar mosquiteros o barreras seguras.
- “Si hay alergias, la mascota debe irse”: el manejo incluye limpieza, filtros HEPA, restringir acceso al dormitorio y consulta con alergología. Las decisiones conviene tomarlas con evaluación médica caso por caso.
Cuándo consultar
- Mordida o arañazo que rompe piel: lavar con agua y jabón y buscar atención médica.
- Diarreas, vómitos o fiebre en el bebé tras contacto con animales: consultar a pediatría.
- Cambios marcados de conducta en la mascota (agresividad, apatía, marcaje): evaluación veterinaria o de un profesional en comportamiento.
La convivencia entre bebés y mascotas puede ser segura y enriquecedora con tres pilares: prevención sanitaria, lectura del lenguaje animal y supervisión presente. Como resume la AVMA, “la clave está en preparar al animal, entrenar a las personas adultas y gestionar el entorno”.
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