Una marcha “tambaleante” con base neurológica
El llamado síndrome de Wobbler —término coloquial para la espondilomielopatía cervical (CSM, por su sigla en inglés)— afecta la médula espinal en el cuello y provoca un andar inestable, con pasos largos y descoordinados en las patas traseras, que puede progresar a debilidad y dolor cervical.
En el Dóberman suele presentarse como una compresión medular asociada a discos intervertebrales (disc-associated CSM), diferente del patrón más óseo observado en razas gigantes.
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Cuán frecuente es el síndrome de Wobbler en los Dóberman

- Predisposición de raza: revisiones en Journal of Veterinary Internal Medicine describen al Dóberman entre las razas con mayor riesgo de CSM, junto con el Gran Danés. En esta raza, la enfermedad aparece típicamente en la adultez media.
- Magnitud del problema: estimaciones publicadas sitúan la prevalencia en Dóberman entre 2% y 5%, muy por encima de la observada en la mayoría de las razas grandes, según compilaciones de casos hospitalarios y estudios de población.
- Sesgo por sexo y edad: series clínicas reportan sobrerrepresentación de machos y un pico de presentación entre los 3 y 8 años. La progresión suele ser gradual, aunque no es raro el empeoramiento agudo tras ejercicio o movimientos bruscos.
Qué la causa y qué factores influyen
- Mecanismo: en Dóberman predomina la compresión ventral de la médula por protrusión discal y cambios degenerativos del ligamento, con estrechamiento del canal cervical.
- Genética y conformación: documentos de consenso del American College of Veterinary Internal Medicine (ACVIM) señalan una base heredable compleja y la influencia de la conformación (cuello largo, cuerpo grande).
- Factores modificables: el exceso de peso y el acondicionamiento físico pobre pueden agravar la sintomatología al aumentar las cargas sobre la columna cervical. En razas gigantes, el crecimiento rápido y ciertas dietas hiperenergéticas se han asociado con formas óseas de la enfermedad; en Dóberman , el componente discal es el dominante.
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Cómo se diagnostica hoy

- Examen neurológico: detecta ataxia propioceptiva (pasos amplios, “cruce” de patas), déficit de colocación y, en ocasiones, dolor a la manipulación del cuello.
- Imagen avanzada: la resonancia magnética (RM) es el estándar diagnóstico porque permite visualizar la compresión medular, el estado de discos y ligamentos, y la médula misma. Revisiones comparativas citadas por ACVIM muestran que la RM supera a la radiografía y a la mielografía en detalle anatómico y planificación quirúrgica.
- Lesiones múltiples: no es raro encontrar compresión en más de un espacio intervertebral, un dato que influye en la elección del tratamiento.
Qué resultados ofrecen los tratamientos
- Manejo conservador: incluye restricción de actividad, control del peso, analgésicos y, según el caso, corticoides o antiinflamatorios, junto con fisioterapia dirigida. Reportes clínicos informan mejoría funcional en aproximadamente 50%–60% de los perros a corto plazo, aunque las recaídas son comunes si persisten las compresiones estructurales.
- Cirugía: los procedimientos más utilizados en Dóberman son técnicas ventrales (por ejemplo, “ventral slot” o distracción-estabilización con implantes). Series publicadas en Journal of Veterinary Internal Medicine y Veterinary Surgery describen tasas de mejoría clínica del orden del 70%–80% cuando se seleccionan bien los casos, con complicaciones en torno al 10%–20% y recurrencias que pueden ubicarse entre 10% y 20%.
- Rehabilitación: la fisioterapia posoperatoria estructurada acelera la recuperación de la marcha y puede reducir la atrofia muscular. Estudios de seguimiento señalan que los programas con fortalecimiento progresivo y trabajo propioceptivo se asocian con mejores escalas de función.
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Qué signos deberían alertar
- Marcha inestable o “balanceada”, más notoria en superficies lisas.
- Tropiezos frecuentes, desgaste irregular de uñas traseras, dificultad para subir al auto o a la cama.
- Dolor cervical, resistencia a mover el cuello o a usar collar. Si convivís con un Dóberman y observás uno o más de estos signos, la recomendación es una consulta temprana con un neurólogo veterinario; la intervención oportuna se asocia con mejores resultados, según la literatura revisada.
Pronóstico y calidad de vida
El pronóstico varía con la severidad, el número de espacios comprometidos, la rapidez de progresión y la respuesta inicial al tratamiento.
En perros con déficit neurológico leve a moderado, la expectativa de mejora es favorable con cirugía o, en algunos casos, con manejo conservador bien supervisado. En cuadros avanzados con debilidad marcada, el pronóstico es más reservado.
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La evidencia coincide en que el control del peso, el uso de arnés en lugar de collar y la rehabilitación sostenida son determinantes para mantener la movilidad.