Un perro que duerme más de lo habitual, rehúye el juego y parece “apagado” puede estar diciendo algo más que “estoy cansado”. El hipotiroidismo, una de las enfermedades hormonales más comunes en perros adultos, suele manifestarse primero en la energía y el comportamiento, antes de dejar señales más evidentes en la piel y el peso.
Una enfermedad frecuente pero silenciosa
El hipotiroidismo ocurre cuando la glándula tiroides produce menos hormonas de las necesarias para mantener el metabolismo en marcha.
Es más común en animales de mediana a avanzada edad y en razas medianas y grandes, como Golden Retriever, Labrador Retriever, Doberman Pinscher y Cocker Spaniel, entre otras. Afecta por igual a machos y hembras esterilizados, y rara vez aparece en cachorros.

A diferencia de otras patologías, su inicio suele ser gradual. Los cambios son sutiles y se confunden con “envejecimiento” o falta de ejercicio, lo que retrasa la consulta.
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Detectar a tiempo los signos conductuales y de energía es clave para iniciar tratamiento y recuperar la calidad de vida del animal.
Señales tempranas en la conducta y la energía
- Menos ganas de jugar y pasear: el perro se fatiga antes, abandona juegos que antes disfrutaba o camina más despacio. Muchos tutores describen una “pérdida de chispa”.
- Somnolencia y apatía: duermen más horas, están menos atentos al entorno y tardan en responder a estímulos conocidos.
- Intolerancia al frío: buscan mantas, radiadores o lugares soleados; pueden temblar con temperaturas que antes toleraban.
- Cambios de humor: algunos perros se muestran más irritables o sensibles al manejo; otros, inusualmente tranquilos o “desconectados”. La relación entre hipotiroidismo y problemas de agresividad es objeto de debate científico; cualquier cambio de comportamiento significativo amerita evaluación veterinaria.
- Lentitud mental: respuestas más torpes a órdenes conocidas, menos interés exploratorio y menor motivación por recompensas habituales.
Estas señales pueden presentarse solas o junto a signos físicos progresivos: aumento de peso sin incremento del apetito, caída de pelo (sobre todo en cola y flancos), piel seca y escamosa, infecciones cutáneas recurrentes, otitis, bradicardia y, en casos crónicos, infertilidad.
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Por qué la tiroides afecta el ánimo y el movimiento
Las hormonas tiroideas regulan el metabolismo en todo el organismo, incluido el sistema nervioso. Cuando faltan, disminuye la disponibilidad de energía en músculos y cerebro.
El resultado es un animal menos activo, con menor tolerancia al ejercicio y respuestas emocionales más planas o inusuales. Este efecto sistémico explica por qué el cuadro puede parecer “conductual” antes de mostrar lesiones dermatológicas.
Cómo se diagnostica
No existe un único análisis concluyente en todos los casos. El protocolo habitual combina:
- Historia clínica y examen físico: registro detallado de cambios de actividad, frío, piel y peso.
- Perfil tiroideo: medición de tiroxina total (T4), hormona estimulante de tiroides (TSH) y, cuando es necesario, T4 libre por diálisis de equilibrio.
- Descartar “eutiroideo enfermo”: otras enfermedades, medicamentos (como glucocorticoides o anticonvulsivantes) y el estrés pueden bajar la T4 sin hipotiroidismo real. Por eso se valora el contexto clínico y, a veces, se repite la prueba.
Un diagnóstico prudente evita tratamientos innecesarios y permite ajustar las expectativas sobre la respuesta clínica.
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Tratamiento y recuperación
El tratamiento estándar es levotiroxina sódica de por vida, en tabletas, con controles periódicos para ajustar dosis. La mayoría de los perros muestra:
- Mejora de energía y estado de ánimo en 1 a 2 semanas.
- Reducción de peso (junto con plan nutricional) en 1 a 3 meses.
- Recuperación del pelaje en varios meses, según el daño previo.
Los controles de sangre suelen indicarse 4 a 6 semanas tras iniciar o modificar la dosis, tomando la muestra en horarios consistentes respecto a la medicación. Una vez estabilizado, el seguimiento puede espaciarse cada 6 a 12 meses.
La seguridad del tratamiento es alta. Si aparecen signos de exceso de hormona (inquietud, jadeo, pérdida de peso con aumento de apetito, taquicardia), el veterinario ajustará la dosis.
Qué pueden observar los tutores en casa
- Llevar un diario breve: horas de sueño, ganas de jugar, distancia de paseo antes de fatigarse y apetito. Estos datos ayudan a objetivar cambios.
- Vigilar la temperatura: si busca calor en exceso o evita el frío de forma marcada.
- Control del peso y la condición corporal cada 2 a 4 semanas.
- Revisar piel y oídos en busca de enrojecimiento, mal olor o descamación.
- Registrar cualquier cambio de humor o respuesta al manejo, especialmente si aparece irritabilidad en un perro previamente tolerante.
Si el perro muestra apatía persistente, se fatiga con facilidad o ha cambiado su carácter sin causa aparente, conviene consultar. La combinación de signos de comportamiento y energía es una pista temprana valiosa.
Pronóstico y calidad de vida
Con diagnóstico y tratamiento adecuados, el pronóstico es excelente. Muchos perros recuperan su nivel de actividad habitual y mantienen una vida plena.
No hay medidas preventivas definitivas, pero la detección precoz, el control del peso y la consulta veterinaria ante señales sutiles marcan la diferencia.
Cuándo acudir al veterinario
- Cambios de energía o comportamiento que duran más de dos semanas.
- Aumento de peso sin cambios en la dieta.
- Intolerancia marcada al frío o caída de pelo simétrica.
- Infecciones de piel u oído recurrentes.
El hipotiroidismo no es una sentencia de baja energía permanente. Reconocer los primeros signos en la conducta cotidiana permite actuar a tiempo y devolverle a su perro esa “chispa” que lo caracteriza.