La llegada de un cachorro a casa abre un capítulo de aprendizaje acelerado: jugar, enseñar hábitos y, sobre todo, alimentarlo bien. La nutrición durante los primeros meses no solo sostiene el crecimiento; moldea su salud a largo plazo. ¿Qué poner en su plato y qué mantener fuera de su alcance?
Veterinarios y guías internacionales coinciden en varios puntos clave: dieta específica para cachorros, introducción gradual de alimentos, control de porciones y evitar productos potencialmente tóxicos.
Un crecimiento que exige más: por qué no vale cualquier alimento
Los cachorros requieren más energía, proteína y minerales que los perros adultos. “Su organismo construye huesos, músculos y órganos a contrarreloj”, explican manuales de asociaciones como WSAVA y AVMA.

Por eso, lo recomendable es elegir un alimento comercial “completo y balanceado” formulado para crecimiento (suele indicarse como “puppy” o “growth”) y que cumpla estándares reconocidos, como AAFCO o FEDIAF.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Lea más: Prevención de lesiones en cachorros: lo esencial para una vida activa y sin dolencias
Las fórmulas para cachorros cuidan, entre otros, el delicado equilibrio calcio-fósforo —fundamental para el desarrollo óseo— y la densidad calórica.
Este punto es crítico en razas grandes y gigantes, más propensas a trastornos esqueléticos si hay exceso de energía o calcio. En general:
- Razas pequeñas y medianas: suelen pasar a alimento de adulto cerca de los 12 meses.
- Razas grandes: la transición se retrasa a 12–18 meses.
- Razas gigantes: hasta los 18–24 meses, según recomendación veterinaria.
Cómo elegir: etiqueta, tamaño y respaldo científico
Más allá del marketing, conviene revisar:
- La leyenda “completo y balanceado” para crecimiento o “todas las etapas de la vida”.
- Que el fabricante realice pruebas de alimentación y cuente con nutricionistas veterinarios en su equipo.
- La versión adecuada al tamaño del cachorro: las fórmulas “large breed” controlan mejor energía y minerales para huesos y articulaciones.
- El formato: seco, húmedo o mixto. El seco favorece la masticación y suele ser más económico; el húmedo puede ser útil para cachorros selectivos o con necesidades especiales. Ambos pueden ser saludables si cumplen con los estándares.
En el caso de dietas caseras o crudas, los expertos recomiendan cautela: sin una formulación profesional, suelen ser deficientes en micronutrientes, y las crudas aumentan el riesgo de patógenos como Salmonella o Campylobacter, con impacto también para las personas del hogar.
Si se opta por cocinar en casa, debe ser con receta validada por un nutricionista veterinario.
Lea más: Guía esencial para enseñar a tu cachorro a hacer sus necesidades en el lugar correcto
De la leche al cuenco: tiempos, porciones y ritmo
La mayoría de los cachorros se destetan entre las 6 y 8 semanas. Desde entonces:
- Frecuencia: 3–4 comidas al día hasta los 6 meses; luego se puede pasar a 2.
- Cantidad: guiarse por el rango del fabricante y ajustar según la condición corporal. Un cachorro debe verse delgado, con cintura definida y costillas palpables sin exceso de grasa.
- Transiciones: cualquier cambio de alimento debe hacerse de forma gradual (5–7 días), aumentando el porcentaje del nuevo y reduciendo el anterior para prevenir diarreas.
- Hidratación: agua fresca disponible en todo momento.
Las golosinas no deberían superar el 10% de las calorías diarias. Sobreusarlas desequilibra la dieta y fomenta el sobrepeso.
Lo que sí conviene ofrecer

- Alimento comercial para cachorros completo y balanceado, adecuado a su tamaño.
- Opcionalmente, una combinación de seco y húmedo, si ayuda a la aceptación.
- Pequeñas porciones de “toppers” seguros y bajos en grasa (por ejemplo, un poco de calabaza cocida simple) solo si no desplazan el alimento principal ni rompen el balance nutricional.
Los suplementos, incluidos calcio y vitaminas, no son necesarios si el alimento es completo. En razas grandes, suplementar calcio por cuenta propia puede ser perjudicial.
Lea más: Errores comunes en el adiestramiento de cachorros y cómo evitarlos
Lo que hay que evitar
- Alimentos tóxicos: chocolate y cacao, uvas y pasas, cebolla y ajo, xilitol (presente en algunos edulcorantes y pastas dentales), alcohol, cafeína, macadamias, masa de pan cruda y cannabis.
- Huesos cocidos o pequeños: riesgo de fracturas dentales y obstrucciones.
- Leche de vaca y lácteos en exceso: pueden causar diarrea por intolerancia a la lactosa.
- Restos de comida con mucha grasa o condimentos: pancreatitis y trastornos gastrointestinales.
- Dietas crudas sin control sanitario: mayor riesgo de patógenos.
- Suplementos sin indicación veterinaria: riesgo de desequilibrios (por ejemplo, vitamina D o calcio).
Ante cualquier ingestión dudosa, la recomendación es contactar al veterinario o a una línea de toxicología veterinaria.
Señales de alerta y cuándo consultar
Diarrea persistente, vómitos, falta de apetito, prurito, caída de peso o crecimiento desproporcionado justifican una consulta.
El veterinario puede ajustar la dieta, descartar parásitos y recomendar fórmulas específicas si hay alergias, intolerancias o condiciones particulares.
Mitos comunes, bajo la lupa
- “Los granos son malos”: no hay evidencia general que respalde eliminar cereales en cachorros sanos. La elección debe basarse en tolerancia individual y respaldo nutricional.
- “Cuanto más proteína, mejor”: el exceso calórico (no solo de proteína) acelera un crecimiento indeseado, especialmente en razas grandes.
- “Los cachorros necesitan leche”: tras el destete, la mayoría no requiere lácteos y pueden presentar molestias digestivas.
Un plan con revisiones
El mejor enfoque es dinámico. A medida que el cachorro crece, su requerimiento calórico cambia.
Visitas periódicas al veterinario permiten ajustar porciones, decidir el momento de pasar a alimento de adulto y resolver dudas sobre marcas, formatos y suplementos.
Con un cuenco bien planificado y constancia, los primeros meses se convierten en la base de una vida más sana.
