Gastroenteritis en perros: causas, síntomas y cuándo consultar al veterinario

Flatulencia en perros.
Flatulencia en perros.Shutterstock

La gastroenteritis canina, una inflamación intestinal común pero potencialmente peligrosa, afecta a miles de perros anualmente. Con síntomas que van desde vómitos hasta deshidratación severa, comprender su origen y prevención es clave para la salud de nuestras mascotas.

La gastroenteritis —una inflamación del estómago y los intestinos— es uno de los motivos más frecuentes de consulta veterinaria en perros.

Se manifiesta con vómitos, diarrea, dolor abdominal y apatía, y puede ir de un cuadro leve que se resuelve en casa a una urgencia que requiere atención inmediata.

Conocer sus causas, cómo prevenirla y qué hacer en las primeras horas ayuda a reducir riesgos y acelerar la recuperación.

Qué hay detrás: de la “indiscreción alimentaria” a las infecciones

En perros jóvenes y adultos sanos, la causa más común es la llamada “indiscreción alimentaria”: ingerir restos de basura, alimentos en mal estado, plantas, grasas o cambios bruscos de dieta.

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Perro enfermo.
Perro enfermo.

La mucosa intestinal reacciona con inflamación y aumento del contenido líquido en el intestino, lo que facilita vómitos y diarrea.

Otras causas frecuentes incluyen:

  • Infecciones virales (como parvovirus en cachorros no vacunados) y bacterianas (Campylobacter, Salmonella).
  • Parásitos intestinales (giardias, lombrices), especialmente en animales sin desparasitación regular.
  • Ingesta de tóxicos (xilitol, uvas/pasas, cebolla, productos de limpieza) o cuerpos extraños que pueden obstruir el intestino.
  • Reacciones a ciertos fármacos (antiinflamatorios no esteroideos, antibióticos) o intolerancias alimentarias.
  • Estrés y cambios ambientales, que alteran la motilidad intestinal y la microbiota.

La mayoría de los cuadros por indiscreción alimentaria son autolimitados, pero infecciones, obstrucciones y tóxicos pueden evolucionar con rapidez y comprometer la vida del animal.

Señales a vigilar y cuándo acudir al veterinario

Además de vómitos y diarrea, el perro puede presentar hipersalivación, flatulencia, fiebre, dolor al palpar el abdomen, sangre en heces o letargo.

Perro enfermo.
Perro enfermo.

La deshidratación es el principal riesgo, sobre todo en cachorros, perros de razas mini o animales mayores.

Se recomienda consultar de forma urgente si aparece cualquiera de estas señales de alarma:

  • Vómitos persistentes que impiden beber o retener agua.
  • Diarrea con sangre o de aspecto negro alquitranado.
  • Letargo marcado, encías pálidas, abdomen distendido o dolor intenso.
  • Sospecha de ingestión de tóxicos, huesos cocidos u objetos.
  • Fiebre alta, convulsiones o colapso.
  • Afectación en cachorros no vacunados, perras gestantes, geriátricos o perros con enfermedades crónicas.
Perro en el veterinario.
Perro en el veterinario.

La evaluación veterinaria puede incluir análisis fecales, hemograma, pruebas de parvovirus en cachorros, radiografías o ecografía para descartar obstrucciones y, en algunos casos, fluidoterapia y medicación específica.

Manejo en casa: prudencia, hidratación y dieta blanda

Para cuadros leves en perros adultos, bien vacunados y sin señales de alarma, los veterinarios suelen recomendar cuidados en casa durante 24 a 48 horas, con seguimiento cercano:

  • Hidratación: ofrecer agua fresca en pequeñas cantidades frecuentes. Un bebedero siempre disponible, evitando que el perro beba grandes volúmenes de una sola vez. Soluciones electrolíticas formuladas para mascotas pueden ser útiles; evitar productos para humanos que contengan xilitol u otros edulcorantes peligrosos.
  • Descanso gastrointestinal: en muchos casos, un ayuno corto (6–12 horas) sólo si el perro sigue vomitando, nunca en cachorros ni animales frágiles. Si no hay vómitos en 6–8 horas, reintroducir alimento en pequeñas porciones.
  • Dieta blanda temporal: comidas pequeñas y frecuentes de arroz blanco bien cocido con proteína magra hervida (pollo o pavo sin piel ni huesos), o dietas gastrointestinales comerciales. Mantener 24–48 horas y luego reintroducir gradualmente su alimento habitual durante 3–5 días.
  • Probióticos específicos para perros: pueden ayudar a estabilizar la microbiota en algunas gastroenteritis agudas; consultar dosis y marcas con el veterinario.
  • Evitar antiinflamatorios o “remedios caseros” sin indicación profesional. Algunos fármacos humanos son tóxicos para perros.

Si los síntomas no mejoran en 24 horas, empeoran o reaparecen al reintroducir la comida, es momento de acudir a la clínica.

Prevención: pequeñas rutinas que marcan la diferencia

La mayoría de los episodios se pueden reducir con medidas sencillas:

  • Vacunación y desparasitación al día: críticas para prevenir parvovirus y parásitos intestinales, particularmente en cachorros y perros de refugio.
  • Cambios de dieta graduales, en 5–7 días, para evitar alteraciones de la microbiota.
  • Control del entorno: tapar botes de basura, evitar acceso a restos de comida, plantas tóxicas o objetos pequeños que puedan tragarse.
  • Higiene: recoger heces, lavar comederos y bebederos, y evitar agua estancada.
  • Evitar sobras de mesa, grasas y huesos cocidos; supervisar premios y masticables.
  • Gestión del estrés: mantener rutinas de paseo, descanso y juego; una reducción del estrés puede disminuir episodios en perros sensibles.
  • Precaución con dietas crudas: elevan el riesgo de bacterias patógenas para el perro y la familia; si se usan, extremar la bioseguridad y consultar con el veterinario.

Lo que dicen los expertos

Organizaciones veterinarias internacionales como la AVMA y la WSAVA subrayan que la rehidratación, el manejo dietético y la identificación temprana de señales de alarma son pilares del abordaje.

En cachorros no vacunados, cualquier cuadro gastrointestinal con vómitos o diarrea debe considerarse potencialmente grave hasta demostrar lo contrario.