Anestesia segura en animales mayores: los nuevos protocolos que reducen complicaciones

Perro bajo anestesia, imagen ilustrativa.
Perro bajo anestesia, imagen ilustrativa.Shutterstock

La creciente longevidad de nuestros animales de compañía plantea retos innovadores en anestesia veterinaria, donde nuevos protocolos personalizados y tecnologías avanzadas están transformando cada procedimiento en una experiencia más segura y efectiva para nuestros amigos peludos.

La población de animales de compañía está envejeciendo. Con mejores cuidados preventivos y acceso a tratamientos avanzados, cada vez más perros y gatos superan la década de vida. Ese éxito trae un reto: cómo anestesiarlos con seguridad cuando necesitan limpiezas dentales, biopsias, cirugías de masas o procedimientos diagnósticos.

La respuesta, dicen anestesistas veterinarios, está en protocolos más personalizados y en tecnología de monitorización que, adoptadas de forma sistemática, están reduciendo complicaciones y mejorando la recuperación.

Del “paciente geriátrico” al “paciente individual”

Los especialistas subrayan que la edad por sí sola dejó de ser el factor determinante. Más que el número de años, importa el estado fisiológico: función cardiaca y renal, estado cognitivo, nutrición y presencia de comorbilidades.

Perro bajo anestesia, imagen ilustrativa.
Perro bajo anestesia, imagen ilustrativa.

La evaluación preanestésica —con historia clínica detallada, exploración física y pruebas como hemograma, bioquímica, urianálisis y, cuando procede, ecocardiografía o radiografías— permite clasificar el riesgo y adaptar el plan.

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Este enfoque se alinea con sistemas de estratificación de riesgo ampliamente usados en medicina veterinaria. “No es lo mismo un perro de 12 años activo y sin hallazgos que un gato de 14 con hipertensión y enfermedad renal temprana. La etiqueta ‘geriátrico’ es demasiado amplia para guiar decisiones críticas”, coinciden anestesistas consultados.

Preparación cuidadosa: menos ayuno, medicación ajustada

Los protocolos actuales han revisado prácticas tradicionales. En gatos y perros mayores, el ayuno excesivo aumenta el riesgo de hipoglucemia, náuseas y deshidratación; por ello se recomiendan periodos más cortos de retiro de alimento (habitualmente 6–8 horas en perros, algo menos en muchos gatos) y acceso al agua hasta poco antes del procedimiento, salvo indicación contraria.

En pacientes con tratamientos crónicos (por ejemplo, antihipertensivos o cardioprotectores), se prioriza la continuidad, ajustando horarios para mantener la estabilidad hemodinámica perioperatoria.

La premedicación se individualiza para reducir ansiedad y dolor sin comprometer la función cardiovascular. En animales de edad avanzada, se favorecen benzodiacepinas en dosis bajas por su efecto ansiolítico y mínima depresión cardiopulmonar, y opioides titulados para analgesia.

Fármacos con perfiles más impredecibles en geriatría se usan con cautela o se evitan, y se valoran agentes reversibles que permiten “despertar” el sistema en caso necesario.

Anestesia balanceada y regional: menos dosis, más control

Una de las grandes transformaciones es la anestesia multimodal: en lugar de depender de un solo agente, se combinan fármacos y técnicas que actúan en diferentes vías del dolor y la sedación. Al usar dosis más bajas de cada componente, disminuyen los efectos adversos.

La analgesia regional —bloqueos nerviosos periféricos y epidurales— gana terreno en dentales, cirugías ortopédicas y procedimientos abdominales. Al “apagar” el dolor en su origen, reducen los requerimientos de anestésicos generales y estabilizan la presión arterial.

Se utilizan inductores de acción corta y titulación fina (como opciones intravenosas de rápida eliminación), mientras que inhalantes modernos permiten ajustes precisos durante el mantenimiento.

“El principio es simple: cuanto más preciso seas con el dolor, menos estrés impones a un organismo envejecido”, resumen especialistas en dolor veterinario. La posibilidad de revertir algunos sedantes al final del procedimiento añade un margen de seguridad en animales con reservas fisiológicas limitadas.

Monitorización avanzada como estándar, no lujo

La disminución de complicaciones no solo depende de qué se administra, sino de cómo se monitoriza. La incorporación sistemática de capnografía (para evaluar ventilación), pulsioximetría, electrocardiografía, presión arterial no invasiva —y en casos de alto riesgo, invasiva— y monitorización de temperatura es uno de los cambios más relevantes en la última década.

La capnografía, por ejemplo, detecta hipoventilación o desconexiones antes de que caiga la saturación de oxígeno, permitiendo intervenir a tiempo.

La presión arterial continua guía el uso prudente de fluidos y vasopresores para evitar tanto la hipotensión como la sobrecarga, dos riesgos especialmente relevantes en geriatría. La vigilancia de la temperatura y el uso activo de dispositivos de calentamiento previenen la hipotermia, que retrasa el metabolismo de fármacos y prolonga la recuperación.

En procedimientos prolongados o en pacientes con enfermedades cardiopulmonares, el soporte ventilatorio y la toma de gases arteriales aportan información adicional para ajustes finos.

Fluidos y hemodinámica: precisión contra los extremos

En animales añosos, el manejo de fluidos se ha movido hacia la moderación. Tasas de mantenimiento más bajas, cristaloides equilibrados y bolos titulados según respuesta permiten evitar edema y preservar la perfusión de órganos diana.

Cuando la presión arterial cae a pesar de una volemia adecuada, se recurre a vasopresores o inotrópicos, elegidos según el perfil del paciente, en lugar de “cargar” indiscriminadamente con líquidos.

“Lo que antes se resolvía con más suero, hoy se corrige con diagnóstico y fármacos dirigidos”, señalan clínicos con experiencia en anestesia de alto riesgo.

Despertar suave y control del dolor: la otra mitad del éxito

La fase de recuperación concentra una parte sustancial de los incidentes. Por eso, las pautas actuales prolongan la monitorización posoperatoria y priorizan un “despertar” tranquilo, con oxígeno suplementario, control térmico y analgesia efectiva.

La multimodalidad continúa: antiinflamatorios cuando están indicados y seguros para el riñón y el tracto gastrointestinal, infusiones de analgésicos tituladas y técnicas regionales de larga duración disminuyen el sufrimiento y el estrés simpático.

La extubación se realiza cuando el paciente recupera reflejos y fuerza suficiente para proteger la vía aérea, reduciendo el riesgo de aspiración. Las altas se acompañan de instrucciones claras para el hogar y planes de seguimiento, con especial atención a signos de dolor, apetito, hidratación y movilidad.

Qué pueden preguntar los tutores

  • ¿Qué pruebas preanestésicas recomiendan para mi animal y por qué?
  • ¿Cómo ajustarán el plan a sus enfermedades existentes o a su medicación?
  • ¿Qué monitorización usarán durante el procedimiento?
  • ¿Qué medidas tomarán para el control del dolor y la temperatura?
  • ¿Cómo será la vigilancia en la recuperación y qué debo observar en casa?

La transparencia y la comunicación preparan expectativas y permiten decisiones informadas, especialmente cuando la edad y las comorbilidades elevan el riesgo.

Una nueva normalidad para pacientes longevos

La anestesia en animales mayores ya no es un salto al vacío. Con evaluación rigurosa, fármacos y técnicas a la medida, monitorización avanzada y un foco decidido en el dolor y la recuperación, el riesgo se reduce y los beneficios del procedimiento —diagnóstico o terapéutico— se maximizan.

En un entorno donde perros y gatos viven más y mejor, que la anestesia acompañe esa longevidad con seguridad no es un lujo: es el nuevo estándar.