Uñas largas: por qué afectan la postura y el comportamiento de tu perro

Cuidado de las uñas de los perros.
Cuidado de las uñas de los perros.Shutterstock

Las uñas largas en perros, más que un detalle estético, son el epicentro de problemas de salud. Veterinarios advierten: cuidar sus patas transforma su movilidad, estado de ánimo y bienestar. Un clic que no se puede ignorar.

La imagen del perro que “taconea” por el pasillo puede parecer entrañable, pero ese clic-clic sobre el suelo suele ser la primera señal de un problema que va más allá de la estética. Las uñas largas alteran la forma en que el animal apoya, reparte su peso y se mueve.

Y, con ello, cambian también su ánimo y su relación con el entorno. Veterinarios y fisioterapeutas caninos coinciden: mantener las uñas a raya no es un detalle menor, sino una cuestión de salud y bienestar.

El detalle biomecánico que lo cambia todo

En condiciones normales, las almohadillas plantares son las que deben contactar con el suelo y absorber el impacto.

Cuidado de las uñas de los perros.
Cuidado de las uñas de los perros.

Cuando la uña es lo bastante larga como para tocar el piso al estar el perro de pie, actúa como un “punto de apoyo adelantado” que modifica el ángulo de la articulación y empuja el peso hacia atrás o hacia los laterales.

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Ese microcambio tiene efectos en cadena:

  • Obliga a los dedos a abrirse (dedos “abanicados”), lo que altera la estabilidad.
  • Favorece la hiperextensión de carpos y tarsos (muñecas y tobillos caninos).
  • Desplaza el centro de gravedad, forzando compensaciones en hombros, codos, cadera y columna.
  • Reduce el contacto de la almohadilla con el suelo, restando tracción y aumentando el riesgo de resbalones.

Con el tiempo, la postura de “guardia” —codos separados, lomo rígido, pies por delante de la línea del hombro— deja de ser una postura puntual para convertirse en la forma habitual de estar de pie.

Cuidado de las uñas de los perros.
Cuidado de las uñas de los perros.

Esa tensión sostenida puede agravar o precipitar problemas ortopédicos (tendinitis, dolor lumbar, artritis) y afectar el rendimiento deportivo en perros activos.

Del dolor sordo al cambio de conducta

El dolor de baja intensidad no siempre se manifiesta con quejidos. En perros, es frecuente que se traduzca en:

  • Reticencia a caminar en ciertas superficies, subir escaleras o saltar al coche.
  • Irritabilidad o menor tolerancia al manejo de las patas.
  • Lamedura insistente de los dedos y mordisqueo de las uñas.
  • Cambios en el sueño y en la disposición al juego.
  • Reacciones defensivas si el tutor intenta cortar las uñas.

A esto se suma un círculo vicioso: las uñas largas dificultan la tracción en suelos lisos, el perro resbala más, siente inseguridad y reduce su actividad, lo que ralentiza aún más el desgaste natural de la uña.

En casos extremos, una uña puede engancharse y desgarrarse, causando hemorragia, infección y un dolor agudo que refuerza el rechazo al manejo de las patas.

Señales de que las uñas están demasiado largas

  • Hacen ruido al caminar sobre superficies duras.
  • Tocan el suelo cuando el perro está de pie relajado.
  • Los dedos se ven abiertos y las patas delanteras “apoyadas hacia delante”.
  • La uña ha adoptado una curvatura pronunciada que se acerca a la almohadilla.
  • Cojera intermitente, más evidente después de paseos o juego.

No olvides el espolón: esa uña lateral, a veces en ambas patas y a veces solo en las delanteras, no toca el suelo y por eso no se desgasta; crece en curva y puede clavarse en la piel si no se recorta.

¿Quiénes están en mayor riesgo?

  • Perros senior o con menor actividad física.
  • Animales que caminan sobre césped o superficies blandas la mayor parte del tiempo.
  • Razas pequeñas (el desgaste natural suele ser menor) y perros con uñas negras, porque dificultan ver la “raíz viva”.
  • Perros con antecedentes de dolor, miedo al manejo o experiencias negativas previas con el corte de uñas.

El “quick”: la razón para cortar poco y seguido

Dentro de la uña hay una estructura vascular y nerviosa conocida como quick (raíz viva). Si se corta, duele y sangra.

En uñas muy largas, el quick también se alarga. La buena noticia: con recortes frecuentes y conservadores, el quick tiende a retroceder con el tiempo, permitiendo acortar la uña sin dolor.

Recomendación práctica:

  • Hacer recortes pequeños cada 7–14 días hasta alcanzar la longitud deseada.
  • Sujetar la uña con la luz de una linterna por detrás en uñas claras para ver el quick.
  • En uñas oscuras, cortar en ángulos mínimos y observar el centro de la sección: cuando aparece un punto más húmedo u oscuro, deténgase.

Cómo recortarlas sin drama

  • Elegí la herramienta adecuada: tijera de calidad para perros, o un esmeril/torno de baja vibración. Mantené las cuchillas afiladas.
  • Posición y calma: sesiones breves, en un lugar antideslizante, reforzando con premios. No intentes “todo de una vez”.
  • Ángulo: cortá en leve diagonal, acompañando la curvatura de la uña, sin acercarse al quick.
  • Orden: empezá por la uña que el perro tolera mejor y dejá las difíciles para cuando ambos estén más confiados.
  • Plan B: si el perro se inquieta, pasá al torno. Lijá de a poco y evitá el calor por fricción con pausas regulares.
  • Tené a mano polvo hemostático o una barra de nitrato de plata para controlar un posible sangrado.

Si hay dolor, miedo intenso o uñas extremadamente largas y curvadas, es prudente recurrir al veterinario. En algunos casos, puede ser necesaria sedación ligera para un recorte seguro y la evaluación de problemas subyacentes (por ejemplo, artrosis o lesiones de tejidos blandos).

¿Cada cuánto cortarlas?

No existe una frecuencia única. Como guía:

  • Perros urbanos activos sobre asfalto: cada 3–6 semanas.
  • Perros poco activos o que caminan en césped/tierra: semanal o quincenal hasta alcanzar la longitud ideal.
  • Espolones: revisar y recortar con mayor frecuencia, ya que no se desgastan.

La longitud ideal se alcanza cuando, al estar de pie, la uña no toca el suelo y los dedos se ven alineados, con las almohadillas apoyando firmemente sin “abrirse”.

Superficies y hábitos que ayudan

  • Incluir paseos en superficies ligeramente abrasivas (acera, caminos compactos) para favorecer el desgaste natural, evitando el exceso en días de calor o en perros con almohadillas sensibles.
  • Tapetes antideslizantes en zonas de tránsito dentro de casa para mejorar la tracción y la confianza.
  • Trabajo de propiocepción y fortalecimiento guiado por un fisioterapeuta canino cuando hay secuelas posturales o dolor crónico.

Mitos y verdades

  • “Los lobos no se cortan las uñas”: los cánidos salvajes recorren grandes distancias en terrenos abrasivos, con un desgaste que rara vez existe en entornos domésticos.
  • “El espolón es inútil”: participa en giros y agarre; no se recomienda su extracción salvo indicación médica concreta.
  • “Si sangra, arruiné la uña”: es molesto pero suele ser leve y controlable. Aplicá hemostático, mantené la zona limpia y reducí la actividad por 24 horas.

Bienestar que se nota

Cuidar la longitud de las uñas no es un capricho estético: es higiene postural, prevención del dolor y una inversión directa en el comportamiento y la calidad de vida del perro.

Un animal que apoya bien se mueve con más seguridad, juega más y convive mejor. Si el clic-clic persiste, la pauta es clara: tijeras, torno y, cuando haga falta, una visita al profesional.