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Los dueños, en muchas ocasiones, malinterpretan su lenguaje corporal y lo que quieren. A continuación se ofrecen consejos para evitar caer en interpretaciones erróneas.
Estos roedores no son apropiados como animales para acariciar. Cuando se los saca de la jaula y se los toma, se quedan quietos. "Pero esto es una expresión del miedo, un reflejo", dice Moira Gerlach, experta en animales de compañía de la Federación Alemana de Protección Animal.
Además echan las orejas para atrás, dice Ursula Bauer, una experta. "Eso significa que no les gusta nada que los acaricien. Tienen pánico", señala.
Como presas que son en la naturaleza, se encojen y se quedan petrificados para ocultarse de los atacantes y hacerse invisibles todo lo que pueden.
Por eso, además, no hay que tomarlos nunca desde arriba, ya que creerán que están siendo capturados por un depredador.
En el peor de los casos pueden llegar a morir de un infarto a causa del miedo, advierte Gerlach. Lo mejor es colocarlos en el suelo y observarlos desde la altura de los ojos.
Las cobayas hacen distintos sonidos. Cuando tienen miedo, silvan o chillan. Así que los chillidos no siempre son señal de alegría, como cree mucha gente.
Otro error es pensar que deben comer pan y granos para desgastar los dientes. "Son malos para su digestión", señala Gerlach. El heno debe ser su principal alimento y sirve también para cuidar sus dientes.
Los hámsteres tampoco son los compañeros de juego ideales para niños pequeños.
"Durante el día no les gusta que los saquen de su jaula porque es cuando duermen", explica Astrid Behr, portavoz de la Asociación Alemana de Veterinarios en Ejercicio.
Pueden por ello morder para defenderse. Por las noches es cuando están activos, justo cuando las personas duermen.
Cuando un perro mueve la cola no tiene por qué ser de alegría. Que se agache, eche ligeramente para atrás las orejas y gruña o ladre son señales inequívocas de agresividad.
Cuando su postura es relajada, no obstante, el movimiento de la cola sí es indicativo de algo positivo.
Los gatos también mueven la cola de un lado a otro y cuando lo hacen, lo que están diciendo es: "Cuidado, déjenme en paz", explica Gerlach. También en este caso las orejas inclinadas hacia atrás y las pupilas contraídas son señales de que puede atacar.
Cuando los gatos ronronean, los dueños suelen creer que es porque se encuentran muy a gusto. "En principio es así", confirma Behr. "Pero los gatos también ronronean para entrar en una especie de trance cuando tienen dolores", añade.
En esos casos, una visita al veterinario puede llevar a descubrir heridas o enfermedades.
Gerlach apunta una falsa asunción de mucha gente respecto a los reptiles. "Muchos piensan, por ejemplo, al comprar una tortuga, que esta no va a crecer", indica. Y el caparazón de una tortuga de espolones, por ejemplo, puede llegar a medir 80 centímetros.
Aunque los peces son más fáciles de cuidar que otros animales de compañía, también precisan de dedicación. "Quienes tienen peces por primera vez suelen pensar que es fácil tener un pequeño acuario en casa, pero los parámetros del agua se pueden estabilizar a partir de al menos 60 litros", señala Gerlach.
Se necesitan además muchos conocimientos para un mantenimiento d de los animales adaptado a las características de su especie.
Nunca hay que golpear el cristal del acuario. Muchos lo hacen y piensan que los peces son sordos. "Pero notan las vibraciones y las sacudidas", explica Bauer.