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El violoncelista la Orquesta Sinfónica Nacional de Estados Unidos y profesor de música en la Universidad de Maryland compuso una melodía con arpas que emula el trinar de los pájaros mezclada con sonidos parecidos al ronroneo de un gato generados en la computadora.
La obras "Balada de Rusty" o "Cosmos Air" suenan para el oído humano como música New Age compuesta con arpa, cello o violín. Sin embargo, algunos gatos experimentan pura dicha y relajación.
Eso es al menos lo que apunta un estudio publicado este año por la revista especializada sobre comportamiento animal. Según la "Animal Behaviour Applied Science", el 77 por ciento de los gatos mostraron reacciones de excitación positiva o relajación a los sonidos compuestos específicamente para los felinos, mientras que sólo el 38 por ciento de las obras maestras de la música, como por ejemplo el Aria en Sol Mayor de Bach, no llamaron la atención de estas mascotas.
"Por lo que yo sé se trata del primer estudio que muestra que los gatos reaccionan a la música", dijo Nick Dodman, director del Programa para estudios de comportamiento animal en la Universidad del Tuft al "Washington Post".
Junto con el profesor Charles Snowdon, un psicólogo y experto en comportamiento animal de la Universidad de Wisconsin-Madison, Teie desarrolló y luego probó estas melodías compuestas para los gatos. Incluye rangos de frecuencia que le son familiares a los gatos y que las personas no escuchan.
Ya en el año 2003 Teie tuvo la idea de desarrollar una "Teoría de Música Universal" para los mamíferos, que ya antes del nacimiento están influenciados por la frecuencia cardíaca de la madre. Primero investigó - junto con Snowdon - cómo expresaban los monos su amor por la música.
"Se sabía que la música humana tenía efectos positivos en perros, elefantes y chimpancés, así como negativos o inexistentes sobre gibones, babuinos, caballos y ovejas", señala Snowdon.
Teie compuso música específica para monos tití tres octavas más altas que la conversación humana y también mucho más rápida. Para ello utilizó diferentes patrones de la comunicación entre los monos. Los animales que habían permanecido totalmente insensibles ante las melodías de Mozart, dependiendo del estímulo, parecían animados o muy relajados.
Pero había un problema. "Los investigadores consideraban que la música para monos era irritante", indicó Teie. Por lo tanto, luego incluyó en su música para gatos frecuencias aceptables también para el oído humano.
No siempre es necesario crear composiciones nuevas para el bienestar de los animales. Desde hace años muchos agricultores, incluso en Estados Unidos, mantienen en el establo a sus vacas de buen ánimo con música. El objetivo es que den más leche.
El detonante fue un estudio británico que reveló que la producción de leche se incrementaba en un tres por ciento si las vacas escuchaban doce horas de música lenta a diario. No escuchar música o muy rápida, sin embargo, no mostró ningún efecto positivo.
Pero los gatos, a diferencia de las vacas, no reaccionan a la música humana. Pero no todos los gatos disfrutan de los sonidos de Teie.
"Ellos tienen su propia personalidad", comprueba una y otra vez el músico. Teie, que es alérgico a los felinos, ensaya siempre sus nuevas composiciones sobre el objeto viviente, en el café de gatos "Crumbs & Whiskers" en Georgetown.
Recientemente debió interrumpir la prueba por falta de interés gatuno. "Si hubiese sido mi primer intento probablemente hubiese compuesto otra vez música para las personas", dijo.