El torneo internacional, celebrado este domingo en las ruinas de la ciudad medieval de Zelingrad, en las afueras de la capital Zagreb, está organizado a semejanza de las que se realizaban en los siglos XV y XVI y ha atraído a numerosos apasionados de la caballería, curiosos y familias.
“Tenemos una historia medieval muy rica, que estudiamos y queremos mostrar. Todo es auténtico. Las armas son réplicas detalladas de las originales”, explicó a Efe el “caballero” Iván, uno de los organizadores.
No se sabe cuándo fue construida la fortaleza de Zelingrad, situada en una colina rodeada de bosques, pero su nombre se menciona por primera vez en crónicas de 1295. Su rico pasado ha inspirado a los amantes de la Edad Media a fundar en 2007 la organización de los “Caballeros de Zelingrad”, que ha organizado este y otros espectáculos similares, y cuyos miembros compiten también en torneos en otras regiones de Croacia y en países vecinos.
“La preparación dura todo el año”, dijo a Efe un caballero al que su doncella, también ataviada a la usanza medieval, preparaba con unos últimos arreglos de su armadura y pequeños mimos para el combate a espada larga contra un rival de Italia. La lucha se practica según un riguroso reglamento deportivo, cuyo cumplimiento está garantizado por árbitros.
Las armas deben corresponder detalladamente a las usadas antiguamente, con la diferencia de que no pueden ser afiladas y deben tener la punta roma, para no causar heridas. Sin embargo, la lucha es seria. Cada lid dura dos minutos, y el competidor puede ganar tantos con cada buen golpazo, desarme y derribo del adversario, acciones que van acompañadas, claro está, por aclamaciones y aplausos del público.
En las pausas entre los certámenes, marcadas por toques de corneta, los combatientes esperan que los artesanos medievales reparen sus armas o junto con el público gozan de platos preparados al estilo antiguo en la fortaleza.
Además de observar el espectáculo, los niños pueden comprar unas réplicas algo más pequeñas e inocuas de las armas medievales o aprender ellos mismos las disciplinas cada vez más olvidadas como el tiro con arco.