Tumbas a todo lujo para una aldea de pescadores de Vietnam

AN BANG, An Bang, una humilde aldea de pescadores del centro de Vietnam, alberga el cementerio más lujoso del país, un inverosímil conjunto de decenas de mausoleos familiares cuyos precios llegan a superar los 200.000 euros (260.000 dólares).

/pf/resources/images/abc-placeholder.png?d=2061

El camposanto, edificado sobre un suelo arenoso frente al mar, ocupa más espacio que el resto de este pueblo de 4.000 habitantes, situado a unos 40 kilómetros de Hue, la antigua capital del imperio anamita.

Los panteones, dedicados en su mayoría a familias de antiguos pescadores o agricultores, tienen poco que envidiar a las fastuosas tumbas de los emperadores de la dinastía Nguyen, uno de los atractivos turísticos de Hue.

Detrás de la iglesia católica de la aldea, cuatro trabajadores combaten el intenso calor tropical mientras levantan el que será uno de los mayores panteones del pueblo, dedicado a una familia de pescadores que reciben el dinero de parientes que emigraron a Hawái.

“Según nuestro jefe, la construcción costará en torno a 5.000 millones de dongs (cerca de 200.000 euros) y nos va a llevar varios meses terminarlo. Dicen que los más caros costaron más de 9.000 millones (356.000 euros)”, comenta uno de los obreros, que asegura no entender por qué las familias de este pueblo gastan tanto dinero en sus muertos.

Escalinatas, patios interiores, tejados abovedados, intrincados diseños de cerámica y azulejo, pilares en forma de dragón, esculturas de unicornios y aves fénix, estatuas doradas, altares... nada falta en estos templos familiares, que llegan a medir 800 metros cuadrados.

Semejante dispendio para los difuntos de una aldea a cuyo alrededor solo hay arena y campos de arroz se explica por la devoción por los ancestros que profesan los vietnamitas de esta región y por la gran afluencia de dinero proveniente del extranjero en las dos últimas décadas.

Dan Le Thanh Long, vecino de An Bang, explica que el camposanto comenzó a adquirir este lujoso aspecto a finales de los años 80, con las primeras remesas de familiares que habían emigrado a Estados Unidos y otros países.

“Este era un pueblo muy pobre, fundado hace cien años por pescadores, y muchas familias tuvieron que emigrar en los años 70 y 80. Muchos ganaron dinero, pero prefirieron llevar una vida humilde y enviar sus ahorros para asegurarse de que sus parientes tuvieran panteones dignos”, dice este comerciante de 46 años.

Resulta difícil localizar las pocas tumbas convencionales que siguen en pie, invadidas por la maleza y ensombrecidas por los suntuosos mausoleos en los que a menudo se combinan signos budistas y católicos.

“Las referencias a las dos religiones están mezcladas. Algunas son solo tumbas católicas, otras budistas y otros ponen dragones budistas junto a la cruz cristiana. No tengo problema con eso”, dice en francés el padre Pierre Nguyen Huu Hai, párroco de la iglesia católica adyacente al camposanto.

Pese a que algunos medios vietnamitas han descrito una desaforada carrera entre los lugareños por lucir la tumba más ostentosa, Long niega esa competencia e insiste en que solo les mueve la veneración por sus antepasados.

“Antes el cementerio estaba muy deteriorado. Está cerca del mar y muy expuesto al clima, por lo que muchas veces se borraba hasta el nombre de la lápida. Lo más que podíamos hacer era construir muros para proteger las tumbas. Ahora tenemos dinero y preferimos gastarlo en eso que en lujos para nosotros. Cuando nuestros parientes del extranjero fallecen, trasladamos sus cuerpos o sus cenizas aquí para que reposen con sus ancestros”, declara.

Además del aspecto espiritual, el padre Pierre Nguyen destaca los beneficios económicos de esta tradición. “Este era un pueblo muy pobre, pero desde que comenzaron a construir estas tumbas muchos trabajadores de la zona encuentran aquí trabajo para varios meses”, apunta.

Ni Long ni el párroco son capaces de precisar el número de panteones, pero están seguros de que son más de un centenar, diseminados sin orden aparente en un terreno más grande que el que ocupa el propio pueblo. “La tierra no es de nadie, cualquiera puede construir su panteón donde quiera, siempre que sea del pueblo. No dejamos que nadie de fuera construya, ha habido gente interesada en tener sus tumbas aquí, pero no les dejamos”, afirma Long.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...