Arte sin rastro: ¿un Botero en Odebrecht?

Un giro por medio millón de dólares al maestro Fernando Botero, desde una compañía que Odebrecht utilizó para el pago de sobornos, alertó a las autoridades. No se conoce el destinatario de la cuantiosa compra, mientras las investigaciones en Brasil evidencian que el mercado del arte fue uno de los medios utilizados para lavar dinero de la corrupción.

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Entre 2014 y 2015, poco antes de su gran exposición en China con la que hizo historia como primer artista extranjero vivo con exposición individual, el maestro Fernando Botero recibió un giro de 500.000 dólares que fue reportado como transacción sospechosa por el sistema de control de Estados Unidos. La suma estuvo en el rango normal de precios de sus obras, pero lo que generó sospecha fue el origen de los recursos: el Meinl Bank Antigua, pequeño banco de tres empleados que Rodrigo Tacla Durán, exabogado de la firma brasilera Odebrecht, describió como “el centro neurálgico desde el que se hacían pagos irregulares” de la célebre oficina de sobornos de la constructora, a través de diversas firmas. Una de ellas Fincastle Enterprises Ltd., que ordenó el pago al artista.

Por esta razón, meses después del negocio, en octubre del 2016, el nombre de Fernando Botero terminó mencionado en un Reporte de Operación Sospechosa (SAR en inglés), que el Standard Chartered Bank de Nueva York presentó ante la Red de control de Delitos Financieros (FinCEN), la unidad de análisis financiero en Estados Unidos. Este SAR hace parte de la investigación periodística global FinCEN Files, que analizó miles de documentos obtenidos por BuzzFeed News y compartidos con el International Consortium of Investigative Journalists (ICIJ) y medios aliados. En Colombia, la alianza El Espectador-CONNECTAS tuvo acceso a esos expedientes y verificó la autenticidad del reporte.

Se debe resaltar que el maestro Fernando Botero no está bajo investigación alguna. La información aportada es relevante por el destinatario de la obra de arte y porque el pago se dio desde la cuenta de sobornos de Odebrecht. De acuerdo con la información contenida en el SAR, el Standard Chartered Bank presentó este reporte sobre el Meinl Bank, motivado por la información adversa publicada en medios de comunicación sobre el escándalo de Odebrecht. La suma de transacciones procesadas es de 414, remitidas o recibidas por el Meinl Bank por más de 187 millones de dólares entre el 9 de septiembre del 2010 y el 21 de agosto del 2015. Las autoridades brasileras saben que muchos giros fueron pagos irregulares de comisiones.

Respecto a Fincastle Enterprises, el SAR reportó que, entre el 27 de octubre del 2014 y el 31 de marzo del 2015, se realizaron 19 transacciones por ocho millones de dólares. En una de estas se incluye esta anotación: “parece indicar la compra de una obra de arte, ya que cita dimensiones”, y acto seguido menciona a Fernando Botero y a la Galería El Museo, que representa al artista en Colombia. Esta alianza periodística intentó contrastar esta información en varias ocasiones directamente con el maestro Fernando Botero, a través de cuestionarios enviados a su hija Lina, pero luego de un contacto por chat, no se obtuvo respuesta a pesar de las múltiples comunicaciones remitidas.

Un banco estratégico

En los soportes del andamiaje de corrupción ideado por la multinacional, el capítulo Meinl Bank jugó un papel clave. Un banco de bolsillo de la constructora brasilera, funcional a la División de Operaciones Estructuradas de Odebrecht para el pago de sobornos. Tres empleados que entre sus vueltas adquirieron el 51 por ciento del Meinl Bank Antigua (subsidiaria caribeña del austríaco Meinl Bank AG) por cuatro millones de dólares y, poco a poco, terminaron adueñándose de más del 60 por ciento. El manejo del banco facilitó los millonarios pagos realizados desde la División de Odebrecht. Para eso abrieron más de 70 cuentas a empresas falsas para depositar dinero de la constructura brasilera. Una de esas empresas fue Fincastle Enterprises Ltd.

De acuerdo con la base de datos Offshore Leaks del ICIJ, la firma Fincastle fue creada el 5 de marzo del 2013 en Bahamas. Figuran como directores Timothy Scorah Lynn y la empresa Stark Management Ltd., de Bahamas, cuyos directores son tres ciudadanos uruguayos. Según establecieron tanto el Ministerio Público Federal de Brasil, como la Policía de Andorra, el británico Timothy Scorah Lynn, director de Fincastle, era realmente un testaferro de Olivio Rodriguez Junior, especialista en crear y operar empresas offshore para facilitar el pago de coimas de Odebrecht en varios países de Latinoamérica. Esta alianza intentó contactar a la abogada de Olivio Rodrigues Junior, para contrastar la información, pero no obtuvo respuesta.

También se contactó a Luis Fernando Pradilla, representante del maestro Botero y director de la galería El Museo en Bogotá, igualmente mencionada en el SAR. Pradilla señaló tener presente dos pagos por 500.000 dólares al maestro Botero en el rango de fechas que abarca el SAR: el primero de la galería Anima Gallery ubicada en Doha, Qatar, el 26 de noviembre del 2014; y el segundo de la galería Almeida e Dale de São Paulo el 17 de marzo del 2015. Ambos pagos efectuados en exposiciones que se organizaron con dichas galerías.

“No se le puede poner malicia a estas transacciones desarrolladas por estas galerías que son muy reconocidas y en esas fechas ninguno habíamos oído hablar de Odebrecht y menos del Meinl bank (…) Somos ajenos a estos enredos y si por circunstancias hubo un pago sospechoso al maestro de una venta de su obra, en la que interviene la Galería el Museo, ni él ni yo tenemos control ni conocimiento de quien compra las obras que venden otras galerías o dealers en el mercado”, respondió expresamente el galerista.

Con la información suministrada por el propio Luis Fernando Pradilla, esta alianza periodística encontró que efectivamente, Anima Gallery, ubicada en Porto Arabia, en el archipiélago artificial de la Perla, en Doha, sí albergó la exposición ‘Botero by Fernando Botero’ entre el 14 de octubre del 2014 y enero 15 del 2015. Así está registrado también en el sitio web de la galería. Según algunos medios locales, la exposición contó con el apoyo del ministro catarí de Cultura, Artes y Patrimonio, y estuvo compuesta por una selección de obras que hizo el maestro Botero entre los años 2008 y 2014.

En contraste, Almeida e Dale no tiene registros públicos de exposiciones individuales del artista colombiano en esa época. El jurista Pedro Henrique de Arruda de la firma Tortima Advogados Associados, respondió a la alianza El Espectador-CONNECTAS que “la exposición de Fernando Botero tuvo lugar en 2012 y la empresa (Almeida e Dale) no tenía relación con la venta de la obra indicada”. El galerista Luis Fernando Pradilla sostiene que esa respuesta desde Brasil “no tiene sentido”, pues según él, no se hace una referencia a ninguna obra específica. Y agrega: “la obra de Botero estuvo en exposición en varias galerías y museos, según entiendo por un lapso de tiempo largo, y varios dealers de arte intervinieron en la venta de la obra”.

Almeida e Dale es una galería de amplia trayectoria en Brasil, pero también es protagonista de primera línea en el proceso penal de la Operación Lava Jato. Es tal su relevancia, que la fase 65 de la gigantesca pesquisa anticorrupción lleva el nombre de ‘Operación Galería’. Según la acusación del Ministerio Público Federal de Brasil, el exsenador brasilero y exministro de Minas y Energía Edison Lobão habría utilizado a su hijo Márcio para canalizar sobornos que solicitó al Grupo Estre y a Odebrecht. De acuerdo con la “Operación Galería” más de 10 millones de reales (1.750.000 dólares al cambio de hoy) habrían sido entregados a Márcio Lobão entre 2008 y 2014. En el expediente están acusados, entre otros, Carlos Dale Junior y Almeida & Dale Galeria de Arte Ltda.

Entre los métodos que Márcio Lobão utilizó para incorporar a su patrimonio recursos de origen ilegal, hubo “transacciones sobrevaloradas de obras de arte” y “la interposición indebida de terceros en transacciones de obras de arte”. Por ejemplo, las autoridades encontraron relaciones entre la compra de la obra ‘La serpiente y el pájaro’, de la artista Beatriz Milhazes, con un soborno solicitado al funcionario Augusto Roque de Odebrecht y tres cheques al portador emitidos por Almeida e Dale, al parecer firmados por Carlos Dale Junior. La autoridad brasilera resaltó la posible relación de la galería con empresas de fachada controladas por los cambistas “doleiros”, “lo que refuerza la tesis de que la galería estuvo involucrada en la práctica de delitos como el blanqueo de capitales”.

Pradilla manifestó a esta Alianza periodística que desconoce lo que vendió Almeida e Dale, aunque admite que la galería brasilera sí vendió varias obras del maestro Botero. No sabe a qué pago corresponde la transacción reportada en Fincastle y afirma que “pueden haber sido dos obras o un pago parcial de una obra”. El galerista insistió en que ni él, ni el artista ni Almeida e Dale podían saber que la compra estuviera asociada con una empresa cuestionada. “Estoy seguro de que la obra no fue para pagar un soborno, la gente no paga sobornos con un cuadro de Botero, soborna con dinero”, anota. “Nunca he oído eso de due diligence para un cliente. Uno vende de buena fe a quien le paga de buena manera, no es con maletas llenas de dinero sino con transferencias bancarias”.

El galerista recalca que es habitual en el mundo del arte que la gente pague con fondos, transacciones o dólares que se compran a terceras personas, y que no salen de la cuenta de quien realmente adquiere la obra. Según Pradilla, es muy difícil conseguir los dólares en Brasil, y que puede ser que quien adquirió la obra “haya comprado a través de una tercera persona los dólares para transferirle al maestro Botero”. En otras palabras, concluye que no sabe qué obra se vendió, ni quién la compró, ni quién la pagó. Es más, insiste en que no sabe “si el giro corresponde directamente a una venta de una obra de arte”. Luis Fernando Pradilla asegura que el asunto funciona como una cuenta a donde se va girando, y luego hacen una conciliación de los montos acordados y el reintegro de lo que no se vendió. Una de esas particularidades del mundo del arte fue esta que puso en alerta a las autoridades, en medio de la pesquisa a los grandes flujos de dinero del mundo bancario.

“Es cierto que el mercado del arte es propenso a actividades ilegales como el blanqueo de capitales”, ratificó a esta alianza Katya Hochleitner, coordinadora del grupo de estudio de Economía del Arte de la Fundación Getulio Vargas. Sucede porque las personas que necesitan legalizar dineros buscan cualquier brecha de mercado no regulado u opaco que encuentren. A pesar de la poca regulación, Hochleitner explicó que hoy las galerías en Brasil sí deben seguir un proceso de debida diligencia, especialmente después de los casos de lavado que sonaron en los medios.

Según Hochleitiner, las compraventas de arte en Brasil se deben inscribir en el Registro Nacional de Comerciantes de Antigüedades y Obras de Arte (CNART) del Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico (Iphan). En la actualidad, debe existir un registro de clientes con transacciones por dos mil dólares o más, y de todas las operaciones con nombres de clientes, beneficiarios finales o terceros que pagan, con descripción de las obras, su valor, fecha de operación y método de pago. A nivel internacional, la Convención de Unidroit de 1995 sobre objetos culturales robados o exportados ilegalmente, exalta la necesidad de realizar una debida diligencia: “Para determinar si el poseedor actuó con la debida diligencia, se tendrán en cuenta todas las circunstancias de la adquisición, incluido el carácter de las partes, el precio pagado, si el poseedor consultó algún registro razonablemente accesible de objetos culturales robados y cualquier otra información relevante”.

Si en ocasiones las obras de arte se utilizan para lavar dinero, en Lava Jato claramente fueron vehículo para pagar sobornos. Es el caso de Renato Duque, exdirector de servicios de Petrobrás, condenado por corrupción y lavado de dinero, a quien le incautaron 131 obras de arte. Las obras de Duque y todas las que han sido incautadas a implicados en casos de corrupción desde que comenzó el escándalo de Lava Jato, han ido a parar al Museo Oscar Niemeyer (MON), en la ciudad de Curitiba. Desde el 2015, obras de artistas como Joan Miró, Salvador Dalí y Alfredo Volpi hacen parte de esta particular “colección” del Lava Jato, que ya ha sido expuesta en el museo como forma adicional para mostrar los alcances de la corrupción.

Según dijo a esta alianza Simone Mattos, encargada de prensa del Museo Óscar Niemeyer, "las obras incautadas en la operación Lava Jato se encuentran bajo custodia de este museo por decisión del Tribunal Federal. En total, son 230 las obras que se encuentran en MON. Ante la pregunta obvia de si hay obras de artistas colombianos entre las incautadas, Mattos señaló que el museo no puede suministrar esa información. No obstante, ninguna de las obras exhibidas o reseñadas hasta el momento corresponden a la obra del maestro Fernando Botero. Por otra parte, el Ministerio Público Federal en el estado de Paraná ratificó a esta alianza periodística que no tiene una lista consolidada de las obras aprehendidas.

En el capítulo Odebrecht del macroproceso de Lava Jato, Fincastle no fue la única offshore desde la que se realizaron pagos a artistas o a galerías de arte. Como lo reveló el portal venezolano Armando.info, en agosto del 2018, la firma Innovation Research Engineering and Development remitió al abogado Héctor Dáger, acusado en Suiza por lavar dinero de Odebrecht, 14 millones de dólares entre los años 2012 y el 2014 desde el referido Meinl Bank de Antigua. Tanto Dáger por cuenta propia como Innovation Research Engineering and Development hicieron pagos a Alejandro Freites, dueño de la galería Freites, en Caracas, por más de dos millones de dólares.

En general, se sabe que las obras de arte constituyen un vehículo para el lavado de dinero, con precios que dependen de lo que esté dispuesto a pagar un comprador, como explicó a esta alianza Marcelo El Haibe, jefe del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural de la Interpol en Argentina. También suelen ser un medio para trasladar grandes montos o fortunas ocultas, con obras no muy reconocidas, que suelen usarse como regalos, aunque en realidad son sobornos. Los creadores de la División de Operaciones Estructuradas y de cientos de empresas offshore de Odebrecht siempre lo supieron. La revelación de los FinCEN Files permite seguir comprendiendo cómo se mueve el dinero en escenarios artísticos y empresariales, incluido el rompecabezas de Odebrecht.

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