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Los alumnos del octavo y noveno grado, al principio, plantaban árboles frutales en la parte trasera del predio. Sin embargo, con el tiempo, decidieron expandir su enfoque hacia el cultivo de hortalizas orgánicas, es decir, sin el uso de pesticidas ni productos químicos.
Actualmente, el colegio cuenta con un invernadero donde cultivan una amplia variedad de vegetales y hortalizas. La producción tuvo un impacto significativo en la comunidad educativa, según resaltaron.
Antes del almuerzo escolar, solían preparar sus desayunos o meriendas con las hortalizas frescas de la huerta de la institución. Esta práctica les permitió a los estudiantes valorar los alimentos que ellos mismos producen y fomentar una alimentación saludable.
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El proyecto no se detiene. El año pasado, los alumnos incorporaron la plantación de mandioca, uno de los cultivos más tradicionales del país. Se espera que para febrero y marzo del próximo año ya estén cosechando este tubérculo de raíz para el consumo de los estudiantes.
Financiamiento y apoyo para las huertas orgánicas
El financiamiento de la huerta es un esfuerzo colectivo. Los propios alumnos se encargan de recaudar fondos para comprar semillas, mientras que el profesor Eliseo Maldonado, encargado del proyecto, aporta abono, bolsas y herramientas necesarias para el mantenimiento de las parcelas.
“Es un proyecto que nos enseña mucho más que a plantar”, indicó Diosnel Palacios, alumno del colegio y uno de los participantes activos en el cuidado de la huerta.
“Aprendimos a respetar a los agricultores y el trabajo que hacen todos los días. Invitó a otras instituciones educativas a que se sumen a esta iniciativa porque es una excelente manera de aprender y contribuir al bienestar de la comunidad”.