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Tras agotar todas las instancias pacíficas, padres y docentes decidieron paralizar las actividades académicas para denunciar el abandono por parte de las autoridades políticas y educativas.
La institución fue fundada hace 21 años y actualmente alberga a 180 alumnos. Ante la falta de infraestructura, los propios padres construyeron aulas de madera, hoy deterioradas y con peligro de derrumbe. Por seguridad, los niños ya no ingresan a las aulas y reciben clases a la intemperie.
En el caso del colegio, nunca tuvieron aulas propias. Un ganadero de la zona, junto con los padres, construyeron una cocina-comedor, pero tras finalizar su aporte, la precaria edificación se convirtió en aula improvisada para un curso.

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Sixto Galeano, director y docente fundador de la institución, recordó que en los inicios daban clases en el patio, con muebles donados. “Hemos enviado notas, hecho gestiones y pedidos, pero no obtenemos respuestas. El año pasado interrumpí un acto oficial para pedir aulas directamente al presidente de la República, Santiago Peña, pero hasta ahora no tenemos respuestas. La intendenta local, Silvia Trubger, tampoco nos hace caso” , lamentó.
La movilización es indefinida. Los padres advierten que solo retomarán las clases cuando reciban respuestas concretas. Además, denuncian que los kits escolares llegan a cuentagotas y que la institución no cuenta con acceso a internet, dificultando aún más la educación.
En medio de la precariedad y sin acceso a una educación de calidad, la comunidad sigue luchando día a día con el aporte solidario de los pobladores para sostener su reclamo.
