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La Iglesia Católica proclamó esta noche la resurrección de Jesús. El anuncio se dio a conocer durante la celebración de la Vigilia Pascual.
En la Catedral Metropolitana, los actos centrales, están siendo presididos por el cardenal Adalberto Martínez, que antes de la misa bendijo el fuego, y dio luz al cirio pascual, que representa a Cristo Resucitado.
En su homilía, el metropolitano de Asunción, fustigó la corrupción. “Como sociedad, necesitamos reaccionar y cambiar la indiferencia y la indolencia ante la corrupción. Los ciudadanos necesitan tomar conciencia, desde su condición de bautizados, que no pueden ignorar ni deben tolerar o participar, activa o pasivamente, en los hechos de corrupción”, indicó.
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Explicó que la corrupción es una enfermedad, diagnosticada en nuestro país como letal, que amenaza y daña el cuerpo social. Llagas que se agrandan en el Cuerpo de Cristo y lo debilitan. Daña el equilibrio social de convivencia. ¿Quiénes son víctimas de la corrupción? se preguntó, e insistió “pensemos en el sufrimiento de personas concretas, con nombre y apellido y una identidad precisa”.
Explicó que la corrupción en abstracto no nos conmueve, sin embargo apuntó “la corrupción mata; cuando mueren niños sin terapia intensiva; cuando personas enfermas deambulan mendigando para solventar tratamientos y medicamentos, y mueren sin remedio; cuando no existen fondos para políticas públicas de protección social que abandona a su suerte a los ancianos, a las personas en situación de discapacidad, a comunidades indígenas, campesinas, a los drogodependientes, a los que están hacinados en las cárceles”.
Inclina balanza de la justicia
En otro momento, el purpurado indicó que la impunidad ampara y fomenta la corrupción. “La corrupción inclina la balanza de la justicia, donde el dinero pesa más que la dignidad, la fama y la inocencia de los acusados, sentenciados y condenados por intereses egoístas, sin tener en cuenta sus derechos humanos”. afirmó.
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Propuso incluso un nuevo mandamiento. “No cometerás actos de corrupción” podría ser un mandamiento más. Agregó que la corrupción es un grave pecado personal y social, porque atenta contra la ley de Dios y de los hombres”, resaltó.
Invitó a los bautizados que ocupan cargos de responsabilidad en el manejo de los recursos privados y públicos, los procedimientos de licitaciones; los bautizados que deciden sobre la vida, los bienes y la libertad de las personas, ajustar su conducta y sus acciones a los valores de la integridad, la decencia, la honestidad, la justicia, la verdad, el respeto irrestricto a la dignidad de la persona humana y al principio del bien común. Solo así pueden considerarse cristianos.
En definitiva -según el cardenal- el encuentro con Cristo Resucitado y la nueva vida que implica ese encuentro deben mostrarse concretamente en lo que somos y hacemos en todos los ámbitos de nuestra vida cotidiana.
Los jóvenes la esperanza
Ante esta realidad, puso como signos de esperanza a los jóvenes y agregó que más de 5.000 estuvieron participando de la Pascua Joven en la 70 parroquias de las Arquidiócesis.
“Los jóvenes son la esperanza de que otra sociedad es posible. Les alentamos a seguir adelante. Pascua es la gran Esperanza, donde estamos llamados a peregrinar con acciones solidarias como, de hecho, muchos hermanos lo hacen frente a la necesidad del prójimo, ante la falta de respuestas institucionales en el sistema de salud o de educación”, concluyó.