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“Él nos enseñó a tener fe con el corazón”, expresó Valenzuela, conmovido y destacó que el pontífice argentino había demostrado un amor profundo por Paraguay, especialmente durante su histórica visita en el 2015. “Quedó maravillado al ver tantas imágenes de la Virgen de Caacupé en los hogares. Dijo que si uno quiere aprender lo que es la fe, basta con hacerse amigo de un paraguayo”, recordó.
Uno de los momentos más íntimos y conmovedores de esa visita ocurrió en el propio santuario. Inicialmente, la misa iba a celebrarse en el predio del Ministerio de Agricultura, en el kilómetro 48, donde hoy está la Cruz Grande”, contó el obispo.
“Pero desde Roma llegó un mensaje claro: el Santo Padre quería celebrar en el santuario. Tuvimos que cambiar todo”, explicó.

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Estar cerca de la Virgen de Caacupé
“Fue hermoso verle tocar con sus manos las huellas, donde está la imagen. Rezó, dejó una flor, y luego se preparó para la misa. Pero justo antes de salir, desapareció. Preguntamos y nos dijeron: ‘Se fue al baño a lavarse la cara, se emocionó mucho’”, relató Valenzuela. “Cuando volvió, tenía la voz baja. Había llorado. Y quién no, al estar frente a esa imagen tan querida”, explicó.
El obispo continuó diciendo que Francisco fue un Papa cercano, que no temía romper el protocolo. “Era muy humano, hablaba más sin papeles que con ellos. Le gustaba el contacto directo con la gente, y hasta se encariñó con la chipa paraguaya. No era solo un líder espiritual, era alguien que vivía la fe de forma sencilla, real”, resaltó.
“Cada vez que entro al santuario, digo: aquí estuvo el Papa. Aquí lagrimeó al encontrarse con la Virgen de los Milagros. Eso no se olvida”, mencionó el obispo.


Paraguay cuenta con dos Cardenales
En este momento de transición en la Iglesia, monseñor Valenzuela también indicó con esperanza que Paraguay cuenta con presencia importante en el colegio cardenalicio. “Tenemos dos cardenales que pueden ser elegidos Adalberto Martínez y Cristóbal López, quien es español nacionalizado como paraguayo. Que sea lo que Dios quiera”, dijo.
Pastores con olor a oveja
Valenzuela también recordó que si hay una enseñanza que Francisco dejó a los sacerdotes del mundo, fue su llamado constante a vivir con cercanía al pueblo. “Nos pidió que seamos pastores con olor a oveja”. “Siempre hablaba de salir a las periferias, de no olvidarnos de los descartados: esa gente que muchas veces la sociedad usa y luego descarta”.
Señaló que el Papa no solo predicó, lo vivió y eso se pudo ver durante su visita a Paraguay, que él quiso estar con los más vulnerables. Visitó el hospital de niños, la fundación del padre Aldo Trento, la cárcel del Buen Pastor. Incluso quiso acercarse al bañado, aunque por cuestiones de logística no pudo concretarse. “Eso muestra su sensibilidad. Siempre dedicaba tiempo, pensamiento y corazón a los marginados”, afirmó el obispo.
“A nivel mundial, el Papa fue una voz constante por la paz. Cuando comenzó la guerra entre Rusia y Ucrania, se preocupó profundamente. Lo mismo con Gaza y Palestina. Se lamentaba, sufría. Era un hombre de mucha misericordia”, agregó el obispo.
“Ese era el Papa Francisco un hombre profundamente humano, cercano, preocupado por la dignidad de todos, sin importar su condición. Un Papa que nos deja el legado de vivir con compasión, con misericordia y con el corazón”.
“Hoy, Paraguay lo despide con gratitud. Su legado queda en la memoria colectiva, en cada casa que lleva una imagen de la Virgen, en cada oración sencilla, en cada gesto de cercanía. Francisco no solo pasó por nuestro país: se quedó en el corazón de su gente”, concluyó monseñor Ricardo Valenzuela.
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