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Cuatro de los once paraguayos que participaron de una expedición al campo base del monte Everest, la montaña más alta del mundo, regresaron al país en la madrugada de este miércoles, tras completar una travesía de 11 días que los llevó a alcanzar los 5.364 metros de altitud.

Christian Vera, uno de los integrantes del grupo, manifestó su emoción por volver a suelo paraguayo y calificó la experiencia como “espectacular”.
“Tuvimos un grupo demasiado unido, es difícil describir con palabras todo lo vivido”, expresó.
“Fue un gran desafío. Cada paso costó. Llegar hasta el campo base, a esa altitud, exige mucho al cuerpo. Lo más complicado fue simplemente respirar”, relató.
Vera explicó que a medida que ascendían, el cuerpo sentía cada vez más el impacto de la altura, especialmente al superar los 4.500 metros sobre el nivel del mar.

Unión de grupo
Otra de las participantes, Raque Recalde, también resaltó la exigencia de la expedición y destacó la importancia del trabajo en equipo. “La unión del grupo fue clave para completar el recorrido. Eso nos ayudó a todos a seguir adelante”, afirmó. Coincidió en que la dificultad para respirar fue el mayor obstáculo: “La montaña nos obligó a calmarnos y respetar sus tiempos para poder continuar”.

En cuanto a la alimentación, Recalde señaló que el caldo de ajo es el alimento más consumido por su utilidad para lidiar con la altura, aunque también tuvieron la oportunidad de probar los platos típicos de los pueblos de Nepal por los que pasaron.
La travesía totalizó once días: ocho de ascenso y tres de descenso. “El octavo día llegamos al campo base. Fue un momento de emoción general, todos lloramos al lograrlo”, recordó emocionada.
Finalmente, Recalde subrayó que cada integrante del grupo llevó adelante una preparación individual, tanto física como mental, para poder enfrentar con éxito el desafío que implicó la imponente cordillera del Himalaya.