En su propiedad diversifica una reserva natural, cultivos hortícolas, cría de aves, producción de huevos, animales menores y una carpintería, donde fabrica y repara muebles no solo para la venta, sino también para ayudar a los demás. Bajo el nombre “Carpintería San Cayetano”, Vidalino dedica sus fines de semana a trabajar para poder donar estantes y mesas a escuelas de la zona, con más de 10 instituciones beneficiadas hasta ahora. “Heta tekotevê oî y yo trato de dar mi grano de arena. Da gusto escuchar que agradecen y saber que mi trabajo es útil”, expresó con humildad, mientras muestra su taller, donde entre mate y tereré, atiende a vecinos; escucha historias y sigue produciendo.
Además de su labor como carpintero, comercializa su producción agrícola a través de redes sociales y recibe visitantes que valoran sus productos frescos y de calidad. “Vendo bien, no me quejo. Vienen de acá y de otras comunidades”, comentó con entusiasmo.
Lea más: Meteorología: llega el frío a Paraguay y mañana será aún más intenso

A pesar de no recibir apoyo estatal ni formar parte de programas gubernamentales, sueña con mejorar su infraestructura productiva, adquirir incubadoras y más herramientas. “Siempre hace falta más, pero con lo que tengo ya doy gracias. Trato de disfrutar cada día trabajando”, afirma con una sonrisa constante.
Vidalino Espínola es mucho más que un productor rural. Es un símbolo de esfuerzo silencioso, de compromiso con su comunidad y de cómo se puede construir patria desde el trabajo honesto y la solidaridad. Su historia inspira y recuerda que, aún en la adversidad, se puede crecer y dar a los demás.
