“Como madre de un joven de doble condición, ciego y autista, que hoy, contra todo pronóstico y a pesar de un sistema educativo diseñado para excluirlo, está en tercer año de Ingeniería Ambiental. Mi hijo no es un “déficit” a zanjar, ni su educación es una cuestión de “rubros” extra. ¡Es un derecho inalienable!”, expresó Estela Velázquez.
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El 29 de mayo último, el dirigente de la FEP, Silvio Piris, señaló que hoy en día existe un gran déficit en el cumplimiento de la educación inclusiva por falta de profesionales y capacitación a docentes, por lo cual solicitaría más rubros para poder zanjar la situación. Desde 2023 se implementa la ley inclusiva; sin embargo, en el sector público no se previó la capacitación de los docentes.
“Su postura, Sr. Piris, y la del gremio que representa, me suena a un eco lejano de una Pedagogía del oprimido que Paulo Freire ya denunció hace décadas. Al reducir la inclusión a una cuestión de números y presupuestos, ustedes están perpetuando la educación bancaria, donde se ve a nuestros hijos como recipientes vacíos, esperando ser “llenados” con recursos”, señaló.
Asimismo, expresó que el procedimiento es un sistema que silencia, que invisibiliza y que oprime a miles de niños y jóvenes que no encajan en el molde. La “falta de rubros” es, a menudo, una cortina de humo para ocultar la falta de voluntad política, la falta de formación docente real y la falta de una visión humanista que ponga al estudiante en el centro, con sus particularidades y su inmensa riqueza.
“Pero no todo está perdido, porque existen héroes silenciosos; hablo de esos docentes excepcionales que, sin rubros, sin materiales, sin formación específica la mayoría de las veces, se entregan en cuerpo y alma a sus alumnos. Son los que improvisan, los que investigan por su cuenta, los que se quedan horas extras, los que se conectan de verdad con las necesidades de cada niño”, añadió.
En otro momento, manifestó que su hijo Guillermo es la prueba viviente de que cuando hay voluntad, cuando hay un docente comprometido, las barreras se rompen. Pero no podemos depender de la heroicidad individual. Es necesario un sistema que no obligue a estos docentes a ser héroes, sino que les dé las herramientas y el apoyo para hacer su trabajo dignamente.
“Basta de discursos vacíos y de excusas financieras. La inclusión es una responsabilidad ética, un compromiso con el futuro de nuestra sociedad. Es hora de dejar de pedir “rubros” y empezar a construir una educación donde cada niño, sin importar su condición, tenga la oportunidad de florecer”, dijo.
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