El origen de la Umbanda se sitúa en Río de Janeiro, hacia 1908, en el seno de una sociedad marcada por el mestizaje y la convivencia de múltiples tradiciones espirituales. Se atribuye su fundación a Zélio Fernandino de Moraes, un joven médium, quien —según los relatos históricos— recibió la misión de fundar un nuevo culto durante una sesión espiritista.
La Umbanda surge como respuesta a la discriminación que sufrían los cultos afrobrasileños y a la popularidad creciente del espiritismo europeo.
Reúne prácticas y símbolos de la religión yoruba, el catolicismo, el espiritismo francés de Allan Kardec y las tradiciones indígenas brasileñas. De allí, su carácter diverso y flexible.
Umbanda: dónde y cómo se practica
Actualmente, la Umbanda es mayoritaria en Brasil, aunque comunidades también la practican en Uruguay, Argentina, y en menor medida en Paraguay.
Los rituales suelen realizarse en templos llamados “terreiros”, donde se celebran ceremonias con cantos, tambores, danzas y ofrendas.
Los fieles buscan la guía de entidades espirituales —como los “caboclos” (espíritus de indígenas), “pretos velhos” (espíritus de ancianos esclavizados) y “exus” (entidades intermediarias)— para resolver problemas cotidianos, protegerse y obtener bendiciones.
A diferencia de otras religiones, la Umbanda no tiene una estructura jerárquica ni escrituras sagradas únicas. Cada terreiro puede adaptar sus rituales y creencias según su comunidad. La música, la vestimenta blanca y el contacto con los espíritus son elementos centrales de sus ceremonias.
Críticas y prejuicios: ¿es peligroso practicar Umbanda?
Históricamente, la Umbanda ha enfrentado prejuicios y discriminación, tanto de instituciones religiosas tradicionales como de la sociedad en general. Muchas veces, ha sido asociada a la brujería o a prácticas malignas, en parte por desconocimiento y por el racismo hacia sus raíces africanas.
Algunas de las críticas frecuentes provienen de sectores evangélicos o católicos que ven en la Umbanda una “competencia espiritual” o la califican de “paganismo”. Otras críticas señalan la falta de control institucional o de un dogma coherente, hecho que, según los defensores de la Umbanda, en realidad permite su adaptabilidad y riqueza cultural.
Existe también una tendencia a confundir la Umbanda con otros cultos, como el Candomblé o la santería, que si bien son similares, tienen sus propias características.