Florencia Estigarribia tuvo que mudarse para intentar sobrellevar su dolor. Hoy vive en condiciones de extrema pobreza junto a sus dos hijos en una casa improvisada con árboles de coco, chapas y plástico en la punta del cerro Yaguarón Yuru, en el distrito de Pirayú, al norte del departamento de Paraguarí.
No cuenta con una vivienda digna, no tiene acceso a agua potable, alimentos, muebles ni a los servicios básicos mínimos para una vida segura. Nadie de Acción Social, ni de la Gobernación de Paraguarí, de la Secretaría de la Niñez ni del Ministerio de Desarrollo Social se ha acercado a brindarle asistencia en todos estos años.

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Indiferencia del Estado
Este caso desnuda la indiferencia estructural del Estado paraguayo. ¿Por qué a Florencia no le hacen caso? ¿Por qué su pobreza la condena a ser invisible para las instituciones que deberían velar por los derechos humanos y el bienestar de las familias más vulnerables?.
Es inaceptable que, mientras se anuncia con bombos y platillos la captura del presunto autor, nadie se preocupe por el estado en que vive la madre de la víctima, que sigue luchando por sobrevivir con sus hijos en medio de la precariedad absoluta.
El caso de Florencia es un llamado urgente a las autoridades nacionales, departamentales y municipales a dejar de mirar para otro lado. La justicia no termina con la detención del asesino: comienza también con garantizar dignidad, contención y asistencia a quienes sufrieron la peor tragedia y aún cargan con sus secuelas.
El caso de Felicita Estigarribia
El abuso sexual y asesinato de Felicita conmocionó a la sociedad tanto que, en su memoria, cada 31 de mayo se conmemora el “Día contra el abuso y explotación sexual de niños y adolescentes”.
Fue el 31 de mayo de 2004 cuando la niña fue a la escuela por la mañana, al mediodía cargó su canasta con mandarinas y salió a recorrer las calles de Yaguarón. Según las investigaciones, aparentemente se quedó hasta altas horas de la noche en el microcentro de la ciudad para vender sus mandarinas, pero ya no volvió a su casa.