La ceremonia de ordenación episcopal en el Vicariato Apostólico del Pilcomayo (VAP) de monseñor Miguel Fritz se realizó el 14 de julio en la catedral Santa María, del distrito de Mariscal Estigarribia, departamento de Boquerón. Durante la misa de consagración, el cardenal Adalberto Martínez Flores, en una parte de su reflexión, dijo: “Dios nos regala un nuevo obispo, un pastor con olor a oveja, que conoce profundamente y ama este rebaño, un misionero humilde y de gran corazón, que ha donado su vida en esta tierra de misión: el Vicariato Apostólico del Pilcomayo”.

En entrevista con ABC, Mons. Fritz se refirió a la tarea pastoral que cumple en el Chaco, especialmente con los pueblos indígenas. También hizo una breve reflexión sobre la realidad nacional en lo social y político.
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Dijo que “siempre se mantiene con la gran esperanza de que algún día se supere la impresionante corrupción y que el Paraguay llegue a lo que debería ser y es capaz de ser...”.
Para que eso ocurra, “es necesario superar estructuras que prolongan el sistema prebendario, nepotista, corrupto...”, expresó.
Pidió misionar en Paraguay
El prelado, de origen alemán, recibió su ordenación sacerdotal en Mainz (Alemania), el 28 de mayo de 1981, y pertenece a la congregación Oblatos de María Inmaculada (OMI). En 1988, con 33 años, pidió ser misionero en Paraguay.

Según comentó, pidió venir a Paraguay inspirado por los primeros oblatos alemanes que cumplieron servicios pastorales en el país. “Siempre me había fijado en sus relatos; sonaba a aventura”.
“Pero mis motivos fueron conocer la Iglesia latinoamericana, las comunidades de base, la Teología de la Liberación (movimiento teológico latinoamericano que propugna la opción por los pobres)”, explicó.
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En esa época, Paraguay tenía un gobierno dictatorial de la mano del general Alfredo Stroessner. Había una lucha por las libertades sociales y la democracia, encabezada por organizaciones sociales como Ligas Agrarias Campesinas, que eran apoyadas por la Iglesia Católica a través de la Pastoral Social.
En noviembre de 2022 asumió la administración del Vicariato Apostólico del Pilcomayo (VAP), luego de que su paisano, monseñor Lucio Alfert (actualmente obispo emérito del VAP) se acogiera a la jubilación canónica al cumplir 75 años. Antes ya había tenido otros cargos en el Chaco Central.

El VAP abarca el departamento de Boquerón, integrado por los distritos de Filadelfia, Mariscal Estigarribia, Loma Plata y Boquerón. Su población está compuesta por colonos menonitas y sus descendientes, latinos (paraguayos) y pueblos indígenas, como el Guaraní Occidental (también llamado guarayo o chiriguayo), Guaraní Ñandéva, Nivaclé, Ayoreo, Manjui y Toba Mascoy.
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“Ya conocía bien la realidad, ya que muchos años antes pude servir como vicario general. Humanamente mirando, es demasiado grande la responsabilidad (como obispo del VAP). Pero, por un lado, hay mucha gente valiosa que trabaja conjuntamente, muchos agentes pastorales. Y, por otro lado, por algo recibí el Espíritu Santo; sin la ayuda divina, sería imposible, o al menos demasiado atrevido”, expresó monseñor Fritz.
Los nativos
En cuanto a la realidad de los pueblos indígenas que habitan el vasto territorio del Chaco Central, mencionó que desde el año 1988, cuando llegó a la región Occidental como sacerdote misionero, hubo muchos cambios; muchas mejoras en cuanto a infraestructura. ”Pero, sobre todo, los indígenas son cada vez más actores (participativos). Es decir, ya saben reclamar ellos mismos sus derechos”, subrayó.

No obstante, dijo que aún falta mucho, ya que ninguna comunidad tiene suficiente tierra titulada, como exige la Constitución Nacional.
En el ámbito de la formación académica de los pueblos originarios, dijo que se formaron muchas más escuelas y colegios indígenas en los últimos años, pero que falta la posibilidad de acceso a estudios terciarios y, sobre todo, acceso a trabajos dignos.

Mons. Fritz aprendió a hablar la lengua guaraní (el jopara y el neolingüístico) y la nivaclé, para comunicarse con los nativos. “Las estudié sistemáticamente”, señaló.
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No solo traen progreso
La reconstruida Ruta Transchaco, los nuevos accesos habilitados, la Ruta Bioceánica, la Ruta de la Leche... todas estas obras viales ayudan mucho para poder llegar más seguro y más rápidamente a muchos lugares, pero, por otro lado, traen vicios y peligros no deseados en las comunidades, dijo el obispo.
La agricultura que se practica en el Chaco actualmente es más bien “agronegocio” de grandes empresarios, que genera un preocupante impacto en el ecosistema; trae beneficios para pocos y daños para muchos, expresó.
Incomprendido
Mons. Fritz, cada año, en diciembre, lanza duras críticas desde el púlpito de la Basílica de la Virgen de los Milagros de Caacupé. Sus prédicas enfocan principalmente los abusos contra comunidades campesinas y pueblos indígenas; atropellos a recursos naturales, la corrupción generalizada en las instituciones del Estado y otros temas de la realidad nacional.

En ese sentido, dijo que años antes recibía amenazas, hasta de muerte, por su clara postura, pero que en los últimos tiempos siente una “incomprensión”.
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Señaló que a quienes asumen esa postura “se los mira como si estuvieran contra el progreso, como unos atrasados, retromirantes (retrógrados)”.
En teoría, existen consultas previas y mitigaciones por los tremendos impactos que genera el desarrollo a partir de la Ruta Bioceánica en las comunidades nativas, “pero da la impresión de que a los indígenas les tocan las migajas”. Tampoco se les puede obligar a los indígenas a “integrarse” en todo lo que para otros es progreso, añadió.
Plan pastoral
Mons. Fritz dijo que, con apoyo de los agentes pastorales y sacerdotes, está reelaborando el Plan Pastoral del VAP, “ya que la situación ha cambiado también dentro de la Iglesia”. Mencionó que el legado del papa Francisco es una “Iglesia sinodal (un pueblo que camina junto)”, en la que la protección de niños y adolescentes tiene mucha prioridad.