Ante este escenario, en la penitenciaria regional de la capital del segundo departamento, se llevó a cabo una jornada de Atención Extramural organizada por la Segunda Región Sanitaria, encabezada por el profesor Carlos Silva, director del penal, y un equipo de profesionales de salud.
Durante la jornada, se atendieron a 357 internos con cuadros respiratorios y diagnóstico confirmado o sospechoso de tuberculosis. Además, se aplicaron vacunas contra la influenza, se tomaron muestras para análisis laboratoriales y se impartieron charlas preventivas sobre el contagio y la propagación de la enfermedad.
Participaron de la asistencia sanitaria los doctores Darío Soria (director regional), Jaime Dunjó (director médico del hospital regional y encargado de la sanidad penitenciaria), Óscar Sandez (secretario de Salud de la Gobernación), la neumóloga Edith Gayoso, así como médicos de Unidades de Salud Familiar (USF) y personal de enfermería del penal.
El sistema penitenciario continúa evidenciando un preocupante colapso estructural. De los más de 1.500 internos, solo 296 cuentan con sentencia firme, mientras que más del 80% permanece en prisión preventiva, sin condena definitiva, lo que retrasa la justicia y contribuye al hacinamiento.
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La situación sanitaria es preocupante, se reportan 101 casos activos de tuberculosis y, en el último año, dos reclusos fallecieron por esta causa. Debido a la falta de espacio, no es posible aislar a los pacientes. Además, se confirmaron cuatro casos de VIH, aunque en estos sí se pudo aplicar un protocolo de separación.
Actualmente, la penitenciaría cuenta con cinco médicos y nueve licenciadas en enfermería, quienes trabajan para atender una población altamente vulnerable y con condiciones de salud precarias.
Como medida de contingencia, se anunció que agentes del Programa Nacional de Tuberculosis trabajarán durante un mes en el penal, con el objetivo de reforzar la vigilancia, diagnóstico y tratamiento.
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La situación del penal de San Pedro es reflejo de un sistema carcelario colapsado, ineficiente y alejado de su función de rehabilitación. Con superpoblación, enfermedades, escasez de políticas públicas efectivas y personal precarizado, las cárceles se convierten en focos de reincidencia más que en espacios de reinserción social.
Sin una reforma estructural, el modelo penitenciario nacional seguirá profundizando desigualdades y afectando la seguridad social en su conjunto.