Desde tempranas horas, la calle 8 de Diciembre se convirtió en pasarela de sonrisas y entusiasmo. Más de 20 instituciones educativas participaron con desfiles cargados de ingenio: unos adornaron sus carros y trajes con flores naturales, otros recurrieron a materiales como cartulina y bolsas recicladas, pero todos con un mismo espíritu: rendir homenaje al Día de la Juventud y dar la bienvenida a la primavera.
La multitud acompañó cada presentación con aplausos y vítores, mientras artistas locales animaban la jornada con música y baile.
El clima festivo se hizo sentir en cada rincón, reforzando la esencia del Corso como una de las celebraciones más queridas y tradicionales de la Villa Serrana.
Con el paso de los años, esta actividad se ha fortalecido como un verdadero símbolo de identidad caacupeña, gracias al apoyo de la Dirección de Cultura y la Municipalidad de Caacupé. Estuvieron presentes el intendente Diego Riveros (PLRA) y otras autoridades locales, que destacaron la importancia de mantener vivas las costumbres que unen a la comunidad.
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Entre pétalos, música y sonrisas, Caacupé demostró una vez más que la primavera no solo llega con flores, sino también con la energía y creatividad de su gente joven, que cada año se convierte en protagonista de esta fiesta de colores.


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La primavera en Caacupé
En Caacupé, la primavera no solo marca el renacer de la naturaleza con sus flores, perfumes y colores que transforman el paisaje, sino también, se convierte en un verdadero tiempo de celebración colectiva.
La estación es sinónimo de juventud, creatividad y entusiasmo, valores que se reflejan en las actividades organizadas por instituciones educativas y culturales, entre ellas el tradicional Corso de las Flores, que cada año reúne a cientos de estudiantes, artistas y familias enteras.
Allí, las calles se llenan de comparsas, desfiles alegóricos y carrozas adornadas con flores de estación, que simbolizan la frescura y la esperanza de un nuevo ciclo.
Para los caacupeños, la primavera no se reduce a un cambio de temporada, sino es una experiencia social y cultural que fortalece la identidad comunitaria, fomenta la integración entre vecinos y visitantes y mantiene viva una tradición que se renueva generación tras generación. Así, cada septiembre, la ciudad se viste de fiesta, reafirmando el espíritu alegre y solidario de su gente.
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