El ambiente es familiar y alegre: más de 30 expositores presentan cántaros, jarras, piezas utilitarias y decorativas elaboradas en barro, cada una con el sello único de los artesanos locales.
Los visitantes recorren los pasillos entre música folclórica, comidas típicas y charlas con los propios creadores, quienes cuentan con orgullo cómo mantienen viva la herencia del oficio ancestral.
“El kambuchi es parte de nuestra identidad, no solo es una artesanía, es cultura”, expresó con orgullo doña Leticia Aguayo, mientras acomodaba cuidadosamente las piezas de barro que había preparado para esta edición de la feria.
Con las manos marcadas por años de trabajo y una mirada llena de ternura, relató que aprendió el oficio desde niña, observando a su madre y a su abuela dar forma al barro húmedo, moldeando cántaros, platos y jarras que no solo servían para el uso diario, sino que también guardaban la memoria de un pueblo.
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Para ella, cada kambuchi es más que un objeto: es un pedazo de historia. “Cuando uno amasa el barro, siente que está tocando la tierra de sus ancestros. Aquí no se trata solo de vender, sino de transmitir lo que somos. En cada figura, en cada curva del cántaro, late nuestra cultura”, explicó emocionada.
Mientras los visitantes se acercaban a su stand, doña Leticia compartía anécdotas sobre cómo la alfarería en Tobatí ha sido, durante generaciones, un símbolo de resistencia cultural frente al paso del tiempo. Recordó que en las casas antiguas siempre había un kambuchi para enfriar el agua, y que esa costumbre todavía sigue viva en algunas familias.
Insistió en que mantener viva la tradición es una forma de honrar a los antepasados y, al mismo tiempo, de dejar un legado a los más jóvenes.
“El kambuchi no es una moda; es un idioma que habla de dónde venimos”, concluyó, antes de volver a sonreír a un grupo de niños que miraban fascinados sus trabajos, como descubriendo por primera vez el valor de un objeto hecho con paciencia, amor y barro.
Además de las piezas de barro, la feria se complementa con productos de la chacra, canastos de karanda’y, dulces tradicionales, plantas ornamentales y un espacio gastronómico que invita a degustar chipas, sopa, asaditos y refrescos caseros.


La Expokambuchi se ha convertido en un punto de encuentro para las familias y un atractivo turístico que posiciona a Tobatí como capital de la alfarería en Paraguay.
Mañana lunes será el último día para disfrutar de esta edición, que promete cerrar con entusiasmo y la satisfacción de seguir fortaleciendo una tradición que trasciende generaciones.


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Comunidad con esencia
La compañía 21 de Julio, de Tobatí, es una comunidad que conserva la esencia de la vida tranquila del interior, rodeada de verdes paisajes y con un fuerte sentido de pertenencia entre sus habitantes. En este lugar, las familias se dedican tanto a la agricultura como a la artesanía, actividades que forman parte de su identidad y que transmiten de generación en generación.
Además, la zona se caracteriza por la unión vecinal y la participación activa en celebraciones religiosas, ferias y encuentros culturales que fortalecen sus raíces.
Los visitantes que llegan al lugar encuentran no solo un entorno natural atractivo, sino también la calidez de su gente, que abre las puertas de sus hogares para compartir historias, tradiciones y la riqueza cultural de este rincón cordillerano.