Para muchos ciclistas es una “pasión” hacer viajes largos entre distintos puntos del territorio nacional, aunque también hay otros que van más allá y cruzan las fronteras. Como ejemplo de este último tipo de aventureros se encuentran Damián Mendoza (46) y Daniel Arzamendia (47), quienes con sus bicicletas llegaron hasta el salar de Uyuni, ubicado en Bolivia.
Como una “introducción”, Mendoza cuenta que este viaje tuvo la intención de “replicar lo que un buen amigo había hecho hace un par de años atrás también en bicicleta” y por eso se generó esa “meta” de llegar al mencionado punto utilizando el mismo camino.
“Atravesando primeramente el duro Chaco paraguayo para luego subir a las montañas como lo había hecho, Victor Roa “Pelado”, nuestra fuente de inspiración”, detalla.

También precisa que ambos son ciclistas urbanos desde hace mucho tiempo y utilizan las bicicletas como principal medio de transporte, ya sea en la ida y vuelta del trabajo o en todo aspecto de la vida cotidiana mientras las condiciones climáticas lo permitan. Además, forman parte del grupo de ciclistas “Unión y Residentas Bikers” con los que hacen recorridos de más de 100 kilómetros de distancia.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Lea más: Paraguayo recorre Europa con su bicicleta: “Cada día es para escribir un libro”
La historia motivó el viaje al Salar
Ante la pregunta sobre si es que había algún tipo de objetivo o promesa por cumplir con el viaje a Bolivia, Mendoza agrega que una semana antes del viaje estaban en Piribebuy con la intención de narrar los hechos históricos ocurridos en esa ciudad durante la Guerra de la Triple Alianza y fue ahí donde se presentó la bandeja viajera “con una promesa firme”.
“Hacer flamear esa bandera del grupo en la plaza de las banderas del salar de Uyuni-Bolivia” y con ese compromiso, junto al apoyo constante de familiares, amigos y hasta reconocidos que se enteraron de la odisea, decidieron que el viaje ya estaba marcado.
El primer día del viaje -el sábado 6 de septiembre- los ciclistas se llevaron una sorpresa al encontrar una enorme convocatoria en la estatua de las Residentas donde otros pedaleros estaban listos para acompañar el comienzo del recorrido que tuvo como primer punto de descanso la escuela Pa’i Puku de Benjamín Aceval.
“Compartimos una rica y reparadora cena y al día siguiente nos despedimos. Ellos volvieron y mi compañero Daniel Arzamendia y yo, continuamos el viaje por el Chaco paraguayo”, adelanta.
Lea más: Cómo empezar a usar la bici en la ciudad sin sufrir en el intento
¿Primera vez a Bolivia?
En el caso de Damián, este fue su tercer viaje de vacaciones consecutivo como “cicloturista”, ya que en 2023 viajó hasta Florianópolis -Brasil- y en el 2024 hizo el “triángulo” por Paraguay: Asunción - Ciudad del Este y Encarnación.
Por su parte, Daniel es un ciclista experimentado con muchos años de trayectoria y que también ya recorrió gran parte del Paraguay, pero Bolivia fue su primera experiencia fuera del país.
En lo que refiere al viaje, para Mendoza ya empezó hace más de un año con su viaje por el “triángulo”, ya que fue ahí cuando decidió que iba a pedalear hasta el salar y si bien su idea era hacerlo solo, su compañero se unió para la aventura.
“Como ambos trabajamos en el sector privado teníamos el tiempo limitado, ya que utilizamos nuestras vacaciones causadas para hacer el viaje. Entonces con solo dos semanas de tiempo, debíamos lograr esos 1.700 kilómetros, que son más de 100 kilómetros por día durante 12 días para lograr esa distancia”, comentó.
Pese al enorme esfuerzo que implicaba el viaje, la dupla se mantenía firme y “por nada en el mundo” iban a abandonar su misión que era flamear la bandera en Bolivia. “La promesa de la bandera flameando en el salar fue una mochila muy pesada que cargamos juntos, pero que al final nos ayudó a seguir aun cuando la cosa se ponía oscura”.
Lea más: Fomentar el uso de bicicletas al estilo Copenhague ahorraría millones en salud pública
De Paraguay a Bolivia
La salida oficial fue el sábado 6 de septiembre y llegaron al salar de Uyuni el miércoles 17 de septiembre, luego de un montón de situaciones y adversidades.
“Nuestra pasada por el Chaco paraguayo no fue nada fácil. Logramos hacer eso en cinco días y aunque el terreno es plano, con la carga de equipaje que llevábamos, el calor de hasta 43°C, el viento que siempre nos golpeó en contra y los tramos largos sin nada en todo el camino hizo finalmente su trabajo, agotar el físico”, precisó.
Al momento de llegar a la frontera entre Paraguay y Bolivia ya tenían unos 785 kilómetros y un “muy mal rato vivido” durante el día 4 por la avería de la bicicleta de su compañero en zona de Mariscal Estigarribia y por esto se tuvo que retroceder hasta Filadelfia.
“Solo ahí teníamos un contacto que se convirtió en nuestro ángel de la guarda desde que pisamos el Chaco, el señor Cristhian Mendieta”.
El paso por el Chaco se resume así:
- Primer día: escuela Pa’i puku
- Segundo día: Pozo Colorado
- Tercer día: Filadelfia
- Cuarto día: La Patria
- Quinto día: Mayor Infante Rivarola
Lea más: Los últimos tres héroes vivos de la Guerra del Chaco fueron homenajeados
Con los pedales en Bolivia
Ya en territorio boliviano, que ya era un logro para los ciclistas, hicieron la “ceremonia” de colocar las banderitas por las bicicletas de un nuevo país “conquistado” y se adentraron donde les esperaba una “fría y dura bienvenida” en las montañas.
“No existe absolutamente nada comparable con los bellos paisajes que logramos divisar, ni siquiera las fotos que nos tomamos en los lugares más altos van a poder jamás igualar el estar ahí contemplando en vivo y en directo todo eso que nos quedó para siempre en el registro de la retina, pero eso tuvo un costo, los tramos empezaron a ponerse duros por las subidas, nos comenzó a faltar más tiempo para poder completar los kilómetros y la altura en complicidad con los días que ya veníamos pedaleando comenzó a hacer su efecto”, relata.
Al no llevar camping, tenían que llegar a ciudades para descansar en hoteles, ducharse y alimentarse para luego continuar el pedaleo al día siguiente. Sobre el “peor tramo” que pasaron fue el de Villamontes a Entre Ríos, porque la noche “les sorprendió” en medio de la montaña y la oscuridad vino acompañada de un brusco descenso de la temperatura a 30 kilómetros de su próxima parada, sin posibilidad de que puedan dar reportes a quienes seguían el viaje a la distancia.
“Otro día nos salvamos de una tormenta en la montaña que nos pisó los talones todo el camino cuando hicimos el tramo de Tarija a El puente. Justo al llegar al pequeño pueblo se desató una enorme tormenta, que muy poca agua traía. Era puro granizo y fue ahí que se hicieron sentir esas cadenas de oraciones que nos enteramos hacían nuestros familiares y amigos porque todo nos vaya bien; justo nos dio para poder entrar a resguardo bajo un techo desde donde vimos la ferocidad de la naturaleza”, dice.
Afortunadamente, ya no pasaron por las montañas durante la noche, pero las arribadas eran “imponentes e interminables” con -4°C durante las mañanas, aunque igual en medio de escarchas el sueño cada vez estaba más cerca.
“Vivimos el sueño de lo que fuimos a buscar, vimos lo que siempre quisimos ver, sufrimos lo que todo ciclista de nuestro ámbito, amigos y conocidos sueñan y cumplimos el objetivo que pocos tienen el privilegio de lograr. Cuando el físico ya no dio, se impuso la mente, cuando las piernas quemaban y las articulaciones se convertían en cientos de agujas clavando simultáneamente, el corazón mandó y nuestro deseo de cumplir una promesa volvió nuestra alma inquebrantable“, dice.
El paso por Bolivia se resume así:
- - Sexto día: Villamontes
- - Séptimo día: Entre ríos
- - Octavo día: Tarija
- - Noveno día: Las carreras
- - Décimo día: Tupiza
- - Décimoprimer día: Atocha
- - Décimosegundo día: Plaza de las banderas – El salar
Lea más: Video: paraguayo cuenta que le “apagaron el sueño” en Irlanda
Un mensaje del aventurero
Ya en la parte final aseguró que si no tenían que retornar a sus respectivos trabajos, iban a seguir pedaleando por las montañas, ya que las ganas de volver a repetir la historia no se fueron.
Finalmente, el ciclista Damián Mendoza deja el siguiente mensaje:
“Nunca tengan miedo de mostrar su bandera. La identidad de un pueblo sobrevive si sus valientes ciudadanos llevan con orgullo sus raíces. Espero que también seamos inspiración para que otros ciclistas se animen, así como un buen amigo nos inspiró a nosotros, lo bueno debe ser imitado y no se olviden, luchar por sus sueños, cuando uno se propone y lucha por sus sueños, el alma se vuelve inquebrantable. Gracias”, concluyó.
Lea más: El espacio y el jiu jitsu, pasiones de la primera ingeniera aeronáutica paraguaya