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El obispo comenzó homilía con una reflexión sobre la casa común, que es la tierra y al respecto indicó que la gente dice que “nuestro mundo está alocado”, fruto de las ambiciones de los hombres, pero que no gusta decir. Agregó que se hace sufrir a la madre tierra con gemidos de dolores de parto y reacciona con violencia como se ha presenciado en estos días, y hace descubrir las limitaciones y hasta parece que la naturaleza no es hermana nuestra, como decía San Francisco, que llamaba hermano sol, hermano luna.
Gavilán dijo que necesitamos respetar las leyes de la naturaleza. Explicó que la defensa de la misma se debilita frente a los poderes económicos y tecnológicos que predominan y arrasan irracionalmente las fuentes de vida, en perjuicio de las naciones enteras.
En otro momento sostuvo que la explotación de la naturaleza cada vez más empobrece el presente y el futuro de las personas y está produciendo muertes entre los hombres. “El responsable de todo esto es el modelo económico que estamos siguiendo, que privilegia el desmedido afán por la riqueza, por encima de la vida de las personas y de los pueblos”, resaltó.
Añadió que las empresas extractivas, la que se dedican a secar nomas la materia prima y van eliminando nuestros bosques, contaminan el agua, el acuífero guaraní, tan preciado por todo el continente. “Aquí muchas veces ni hablamos de su defensa, corriendo el riesgo de la desertificación”, apuntó.
Se preguntó: ¿Qué notable es esta economía agroexportadora?, tan agresiva. El mal llamado progreso es de unos pocos y una mayoría decrece en sus aspiraciones humanas, hijos de esta patria, de nuestra madre, una economía de progreso para unos pocos y que produce la pobreza de la mayoría de nuestra población.
Mencionó que hace poco se recordó la Jornada Mundial de los Pobres y cada parroquia experimento y se encontró de frente con los pobres. En Coronel Oviedo, en los alrededores de la catedral, los jóvenes encontraron 120 personas y produce alegría y paz ese encuentro.
Explicó que la cultura del descarte es la violencia de los más fuertes hacia los más débiles. Lo mas llamativo en estos días, la cuenta dice que son 50 las mujeres asesinadas, campesinos e indígenas y la economía del consumo que va destruyendo las relaciones. “Por eso optamos por la vida. Todo lo que significa vida. Se debe propiciar un cambio de comportamiento de estilo de vida, de consumo y producción”, indicó.
En otro momento, apuntó que Dios pide reparar nuestro males del desconocimiento e irrespeto del bien común, de la marginación de los pueblos originarios y campesinos por la ausencia del Estado, de una acción decidida y para todos sin distinción algunas y no solamente represión. Agregó que hay abandono de los ancianos, sin comidas y asistencia para la salud. Afirmó que hay muchas familias sin techos, si tierra ni trabajo en el país. “Hay superpoblación de cárceles de jóvenes sin asistencia humana de las necesidades básicas, sin comidas dignas y el abandono de la justicia; son los 10 porciento los condenados”, puntualizó.