Robo nuestro de cada día

Andrea Palacios es una joven que se salvó de ser víctima de los descuidistas que suben a los colectivos repletos, donde se apropian de objetos de valor de pasajeros, aprovechando la multitud.

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Andrea Palacios comentó a ABC Color que este lunes subió al colectivo de la línea 47, como lo hace todos los días para ir a su trabajo. Abordó el transporte alrededor de las 6:45, en la intercepción de Médicos del Chaco y Fernando de la Mora.

Como es usual su encuentro con el mismo chofer, el mismo la dejó subir en la puerta trasera, debido a que estaba repleto de pasajeros que a esa hora se dirigen a sus respectivos puestos laborales, y poder ganar dinero para la manutención diaria.

Andrea relata que al abordar por la puerta trasera, sube dos escalones del bus y se ubica a una distancia corta de la estribera del bus. En ese momento, decide poner su cartera entre las piernas atendiendo la cantidad de pasajeros y el limitado espacio entre los mismos.

Apenas comenzó a avanzar el transporte, comenta que sintió algo entre las piernas –ella viste faldas para ir trabajar–, observó y no se percató de nada. Minutos después, volvió a sentir algo que le rozaba las piernas y luego de observar, vio una mano dentro de su cartera.

De inmediato gritó al hombre que tenía la mano metida en su cartera. Cuenta que era un hombre ya mayor con anteojos, una mochila y su abrigo colgado sobre el brazo. “Ladrón, devolveme lo que me robaste”, gritó Andrea al desconocido y de inmediato las miradas se volcaron hacia la parte trasera del bus.

“Dame lo que me robaste”, insiste Andrea luego de pescar al descuidista con las manos en su cartera. El hombre, sorprendido por el impulso de la dama la trata de loca en varias oportunidades. Otro pasajero, le cierra el paso al hombre que intentó descender, mientras gritaba a la trabajadora “loca”.

Un pasajero le dijo que verifique si que fue lo que le robó y de inmediato ella verifica su cartera y se da cuenta que no dio tiempo al descuidista a robar sus pertenencias. Luego de confirmar que tenía todas sus cosas, el pasajero que bloqueó la puerta, deja bajar al descuidista y este, enfadado por la reacción de la joven, muestra el dedo del medio a la misma.

El impulso de Andrea evitó que sea víctima de un descuidista, el cual tuvo que descender, cuatro cuadras de donde ella abordó, sin lograr su objetivo con ella.

Andrea relató que luego que descendiera el descuidista, logró sentarse en la parte de atrás donde un joven le comentó que el hombre ya le había despojado de sus pertenencias a varias chicas que subieron al colectivo.

“Ellos vieron pero no hicieron nada, seguro que por miedo”, se dijo así misma para argumentar la inacción de los demás pasajeros que dejaron al hombre hacer de las suyas.

Andrea Palacios comentó que en julio de este año tuvo una experiencia mucho peor que la ocurrida con el descuidista. Ella y sus amigas, fueron víctimas de motochorros.

Comentó que iban caminando en México y Herrera el 28 de julio luego de celebrar el Día de la Amistad. Cuando llegaron a la citada intercepción, dos hombres a bordo de una moto pasaron y las “piropearon”.

No fueron lejos ya que metros más adelante, volvieron de contramano y con arma de fuego en mano, amenazaron a las mujeres. Eran las 20:00, de un sábado, y ya no había tráfico vehicular.

Esa fue una experiencia más fuerte que la ocurrida este lunes, recordó Andrea, quien incluso comentó como anécdota que tras presentar la denuncia del robo, el policía que las atendió describió con detalles la moto en la que iban los asaltantes.

“Ellos sabían bien la moto que usaron los tipos, describieron con detalles”, dijo a ABC Color.

Andrea, tras su experiencia comentó que los descuidistas suben en colectivos repletos para aprovechar la multitud.

Llevan generalmente algo en el brazo, como una campera colgada, como ocurrió en su caso, y una mochila. La campera sirve para ocultar la mano mientras urgan en los bolsos o bolsillos de las víctimas, muchas de las cuales no se percatan de la situación.

Se ubican en la parte posterior de los colectivos, cerca de la puerta para descender rápidamente, apenas concreten el robo.

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