“¿Hay que morir para que haya justicia?”

El inspector de la Caminera que fue víctima de un militar ebrio, quien lo encañonó y además lo golpeó por más de 10 minutos, relató los momentos de terror que vivió. Lamentó que el uniformado haya sido imputado únicamente por conducir en estado etílico.

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“¿Entonces piko hay que morir para que haya justicia (sic)?”, cuestionó Freddy Arce, un inspector ayudante de la Patrulla Caminera que fue víctima del capitán de Caballería Luis Gilberto Ramos González, de 44 años, un violento militar en estado etílico que lo atacó la madrugada del pasado sábado en el puesto de la institución.

Arce relató que aproximadamente a la 1:00 del sábado el militar fue detenido luego de que fuera denunciado por conducir en estado etílico, ya que andaba zigzagueando en la ruta Transchaco. “En todo momento no quiso hacerse, pero después se sometió y le salió 1,56 mgl. Después dijo: 'Yo ya me voy a ir a dormir y mañana voy a pasar a retirar mi vehículo'”, relató Arce.

Sin embargo, alrededor de las 3:30, cuando el agente se encontraba haciendo los papeleos correspondientes a los controles de esa noche, el militar llegó en un taxi y fue cuando sacó su arma y le apuntó a la cabeza. “Me dijo: 'Quedate quieto'. En ese momento me vino el rostro de mi hijo y se me presentó Dios, porque tengo mucha fe. Ahí martilló (cerrojó) su arma y no hubo impacto. Yo le decía 'no me vayas a matar, tengo una familia', pero ahí vino el jefe de guardia, el inspector Ayala, y le empujó y se le cayó su arma”, comentó.

Señaló que en todo momento intentaban desarmarlo pero el militar “estaba preparado para la guerra” y después se fue encima del inspector Ayala y fue entonces que llegaron los de la Policía Nacional. Arce comentó que ese mismo día hizo su denuncia policial ante la Unidad 1 de la Fiscalía de Mariano Roque Alonso, pero el capitán, pese a todo lo ocurrido, fue imputado sólo por conducir en estado etílico.

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“El tipo me reventó. Martilló su arma. Me golpeaba en mi rodilla, en mi tobillo, entre 9 y 10 minutos por ahí me pegó (…) Me dijeron que no pueden imputarle por otra cosa porque no hubo un tiro, me dijo la Dra. Lorena (quien le tomó denuncia). Yo voy de sanatorio en sanatorio y no tengo plata para abogados, porque también tengo un hijo enfermizo”, lamentó el agente, quien a renglón seguido cuestionó: “¿Entonces piko hay que morir para que haya justicia?”.

Finalmente, expresó que luego de ese suceso fue como si volviera a nacer. “Iba a ser otra víctima de gatillo fácil. El tipo se fue preparado como para matar a alguien. Yo volví a nacer porque esa pistola estaba cargada, estaba como para el impacto. Cerrojó por mi cabeza”, dijo.

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