Pidió un corazón libre para los jóvenes

Tras escuchar dos testimonios y la lectura del evangelio por tres jóvenes, el Papa tomó las enseñanzas de cada caso y pidió libertad, solidaridad, servicio y trabajo para la juventud paraguaya.

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Durante la penúltima parada que figura en su agenda oficial en nuestro país, su presentación ante decenas de millares de jóvenes en la Costanera de Asunción, Francisco escuchó el testimonio de dos jóvenes y la lectura del evangelio por parte de otro (Liz, Manuel y Orlando), a quienes luego se tomó su tiempo para abrazarlos y dedicarles unas palabras de aliento.

En primer lugar, se refirió primeramente a Orlando, quien tras la lectura, según el propio Francisco reveló, "después del Evangelio, Orlando se acercó a saludarme y me pidió que rece por la libertad de cada uno de nosotros. Es la bendición que pidió Orlando para cada uno de nosotros y la bendición la pedimos ahora todos juntos". En este sentido agradeció al joven por "hacernos caer en la cuenta de que tenemos que pedir un corazón libre. Pídanlo todos los días", instó.

En un segundo momento habló del testimonio de Liz, una joven cuya madre padece Alzheimer y debe hacerse cargo de ella, así como también de su abuela. Aquí, el sumo pontífice señaló "Liz se convirtió en servidora, o más bien, en sirvienta de la mamá y la abuela y lo hizo con cariño. Así como Orlando nos enseña la libertad del corazón, Liz, con su vida, nos enseña que no hay que ser como Poncio Pilato, lavarse las manos", acotó.

En este caso específico resaltó las palabras de la joven que habló de dos ángeles: su tía y el grupo juvenil que la sostiene y la ayudó a seguir adelante. "Esos dos ángeles le daban fuerza, se llama solidaridad, cuando nos hacemos cargo del problema del otro. Pero ella dijo 'no hago esto nada más', estudió, es enfermera. Hoy, a sus 25 años, tiene la gracia que Orlando nos hacía pedir: tiene un corazón libre".

Dijo además que al cumplir el cuarto mandamiento, "Honrarás a tu padre y a tu madre", Liz también enseña un "altísimo grado de amor". Aquí se tomó un momento para repasar las enseñanzas de los primeros testimonios y repitió: "Primero, un corazón libre; segundo, solidaridad para acompañar. Eso es lo que nos enseña este segundo testimonio".

En referencia al caso de Manuel, el último testimonio, Francisco destacó que éste no tuvo una vida fácil: "Dijo palabras duras: 'Fui explotado, fui maltratado, con el riesgo de caer en las adicciones, estuve solo' y, en vez de salir robar, a librarse de la vida, miró adelante". En este sentido, destacó una frase mencionada por el joven: "Pude salir adelante porque en la situación que yo estaba era difícil hablar de futuro", puntualizó.

En este contexto, el Papa instó a los jóvenes que no pasan por estas penosas situaciones a aprender la lección de este caso particular. "Como la vida no es fácil para muchos jóvenes, quiero que se les meta en la cabeza: si a mí la vida me es relativamente fácil, hay jóvenes a los que no. Más aún que la desesperación los empuja a la delincuencia, al delito, a colaborar con la corrupción. A esos chicos tenemos que decirles que estamos cerca, que queremos darle la mano, con solidaridad con amor, con esperanza", recomendó.

Finalmente, repasó una vez más los valores aprendidos a partir de los casos expuestos: libertad de corazón, solidaridad, servicio, esperanza, trabajo, luchar por la vida y salir adelante.

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