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Silva manifestó que algunos familiares de los fallecidos tras el Golpe de Estado y excombatientes de la gesta recibieron casas y algunos terrenos, pero que muchos no tienen documentación legal, por lo que no pueden residir en ellas — ahora ya destruidas — ni tampoco venderlas por este motivo.
El exsoldado es uno de lo que aboga también por el pago de una indemnización a los implicados en este Golpe de Estado, cuyo aniversario número 30 se celebra entre mañana y pasado. “El Estado nunca documentó lo que supuestamente se le dio a los soldaditos. Les dieron casas en villa IPVU pero muchos venían del interior y no tenían documentos (...) A una señora se le dio una casa en Loma Pytã pero nunca pudo vender ni ocupar porque no tenía documento”, lamentó este viernes en contacto con radio ABC Cardinal.
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Silva fue uno de los que debía capturar a Stroessner en la casa de Estela “Ñata” Legal en el barrio Carmelitas de Asunción, adonde había ido el dictador. Sin embargo, esto se vio frustrado por el aviso que recibió y por el desatino momentáneo del chofer que los transportaba desde la Caballería a la vivienda, pasadas las 20:00 del 2 de febrero de 1989.
“Yo tenía 17 años en la Caballería. Estuvimos en un pelotón de élite preparados por el general Andrés Rodríguez. Nos tocó salir del cuartel y estar en la operación de secuestrar al presidente de la República (...) Estábamos listos para hacer la operación pero no sabíamos dónde. Eran como a las 8 de la noche. Nos apartaron, nos dieron un croquis y nos pusieron en un transganado. Fuimos hacia Carmelitas, había sido erramos el camino. El chofer erró el camino. Salimos otra vez a Autopista. Fuimos por detrás de la casa de Ñata Legal, pasamos el portón. Atropellamos el portón, hubo tiros de parte nuestra y de parte del escolta del presidente”, recordó.
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Horas después, ya en la madrugada del 3 de febrero, el dictador presentó su renuncia y fue exiliado al Brasil por la mañana.