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Teresa Barreto (58) es auxiliar de enfermería de la Cruz Roja Paraguaya, en donde realizó su primera guardia el 18 de enero de 1978, fecha que recuerda con nostalgia. “Vine de Encarnación a los 17 años, vivía en la casa de la hermana de mi madrastra. Ella ya trabajaba en la Cruz Roja y fue la que me trajo y con la que me formé”, recuerda.
Es testigo de la magia del nacimiento, tanto en cesáreas como en partos naturales. Es mamá y participó en los partos de su hermana y sobrinas, momentos muy especiales que vivió mientras presta servicio en la Cruz Roja Paraguaya.
“Todo lo que sé y lo que soy lo aprendí aquí. Iba capacitándome y aquí estoy, hace 39 años. Primeramente, en esa época, eran las monjas las que nos encaminaron en esta profesión, después fuimos estudiando, y más tarde llegaron las licenciadas para seguir capacitándonos.
En una jornada normal, “Tere”, como la llaman sus compañeras, ingresa a su guardia a las 18:00 y se retira a las 6:00. “Como siempre hay mucho trabajo, al llegar ya me equipo y entro a Cirugía”, señala. “Generalmente tenemos entre 9 a 12 cirugías por noche, entre otros partos naturales. Desde que entramos hasta que nos retiramos”, agrega.
Realizamos la entrevista una hora antes de su entrada oficial y pudimos vivir parte de lo que vive a diario. Por un lado familiares ansiosos esperando conocer al nuevo integrante de la familia, padres orgullosos con sus recién nacido en brazos y más adelante pasillos cuyo silencio era interrumpido por potentes llantos como manifestación del reencuentro entre pequeños pulmones y un nuevo mundo.
Encontramos a una Tere tímida y un tanto nerviosa, pero siempre sonriente, quien con ayuda de sus compañeras de la guardia nocturna se va relajando durante las fotos, para comenzar la nota.
Momentos
"En este trabajo pasamos por muchos momentos llenos de sentimientos. Cuando llega un niño especial, por ejemplo, trae muchos sentimientos, muy emotivos momentos. O cuando la madre llega muy tarde, sin haber hecho sus consultas prenatales correspondientes y nace un bebé ya sin signos vitales, lamentamos mucho eso. En otros casos, son llenos de algarabía por la llegada del bebé, cuando llegan mellizos o trillizos".
Conexiones
"Cuando una mamá está mucho tiempo internada debido a un embarazo de alto riesgo, cuando es así pasan mucho tiempo acá con nosotras. En un caso particular, una mamá y yo tuvimos una conexión muy especial...y tanta fue la amistad que al tener a su beba, le puso mi nombre".
"Cosas como estas son las que hacen que ame mi trabajo. Amo enfermería y amo a la Cruz Roja".
Familia y trabajo
"Con mi hermana, que también es enfermera de la Cruz Roja, nos juntamos y nuestro primer tema de conversación es nuestro trabajo. Compartimos todo con ella, además del trabajo, y ahora vamos a jubilarnos juntas".
Sus hijos
Teresa tuvo a sus dos hijos en la Cruz Roja, con asistencia de su hermana. Hizo lo mismo asistiendo al nacimiento de sus sobrinos, y más tarde, al de los hijos de sus sobrinos.
"Con Christian, mi primer hijo, seguí mi tratamiento con un doctor de acá. Ese día vine a trabajar normalmente y me sentía un poco molesta. Me revisó el doctor y me dijo que faltaba todavía. Me dijo que vaya a mi casa, me prepare y vuelva. Yo fui a mi casa, me acosté. Recuerdo que mi marido me preparó la merienda y estábamos así.
A las seis de la tarde, mi hermana llegó a la Cruz Roja a su guardia y el médico le preguntó por mi. Ella le dice que estaba en mi casa, y el doctor le dice que yo ya tenía que estar para tener a mi bebé. En esa época ni celular teníamos, así que mi hermana tuvo que ir hasta mi casa en Fernando de la Mora a buscarme.
Al llegar al hospital ya estaba con cuatro centímetros de dilatación y le tuve a mi hijo en la madrugada. Mi hermana estuvo conmigo.
Para mi segundo hijo, vine a trabajar también normalmente con mi panza grandota. Ese día tenía 25 madres internadas a mi cargo. Estaba andando de aquí para allá y de repente rompo bolsa y de ahí ya nada más pasé al quirófano a tenerle a mi bebé. De enfermera pasé a ser paciente, dice sonriendo.
Así también estuve yo en los nacimientos de las hijas de mis hermanas, y las dos estuvimos cuando nacieron los hijos de mis sobrinas y de mi sobrino. Todo eso es muy especial".
Cuando no está en el trabajo
"Cuando no estoy en mi trabajo me gusta limpiar mi casa, cocinar, leer, escuchar música románticas y veo algunas novelas. Soy muy activa, llego de mi guardia a las 6 de la mañana y ya empiezo con mis quehaceres, además de los trabajos de enfermería que hago en mi barrio. Realizo control de presión, de azúcar, curaciones, también cuido a una ancianita que ahora tiene fracturada la cadera, está en cama, le cuido, le baño. En el barrio ya me conocen todos, y siempre estamos para ayudarnos".
"También me gusta estar con mis hijos, mi nieto y mis sobrinos-nietos, hijos de mis sobrinas y sobrinos".
Ante mi observación, afirma sonriente que por supuesto también le gusta arreglarse las uñas y el cabello. “Soy un poco coqueta cuando puedo”, dice.
Le consulto cómo van los tramites para su jubilación y su mirada cambia, se pierde en sus pensamientos unos segundos y luego con una voz entrecortada responde. “La otra vez estaba pensando...y me pregunté ¿qué hago yo sin la Cruz Roja?. Me siento muy feliz acá, es mi segunda casa. Nunca tuve problemas con las compañeras, con los doctores, al contrario, siento que me aprecian mucho”, afirma.
“Es una mezcla de sentimientos. Por un lado la satisfacción de haber cumplido con mi labor, y por el otro, la tristeza de dejar esta institución que es también mi hogar. Va a cambiar mi rutina, se que voy a extrañar mucho. Pero me voy feliz porque cumplí, estoy orgullosa de lo que soy”, agrega.
“No sé como me voy a sentir cuando me llamen a decirme que ya está mi jubilación. Porque ya ahora siento algo en el pecho. Pero me voy satisfecha, cumplí con mi labor”, concluyó Teresa Barreto.