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El mercado local ha cambiado drásticamente en la última década. La competencia es más intensa, los clientes son más exigentes y las reglas del juego evolucionan a un ritmo vertiginoso. En este contexto, muchas empresas nacionales han tenido que profesionalizarse para sostener su crecimiento y garantizar su supervivencia.
Sin embargo, en este proceso, hay una confusión común que observo con frecuencia en mi trabajo como consultor: la diferencia entre emprender, gestionar y dirigir un negocio. Cada una de estas etapas cumple un rol clave, pero no significan lo mismo ni generan el mismo impacto en la sostenibilidad de la empresa.
Emprender: la energía de crear y hacer
Todo negocio nace de una visión y la determinación de hacerla realidad. Emprender implica detectar oportunidades, asumir riesgos y ejecutar con rapidez. En esta etapa, lo más importante es la eficacia, lograr resultados sin importar demasiado el orden. Prima la intuición sobre la estructura, la acción sobre el análisis.
Sin embargo, cuando el negocio crece y las ventas aumentan, se vuelve imprescindible optimizar su funcionamiento. Aquí surge la necesidad de gestionar.
Gestionar: estructurar el crecimiento con eficiencia
El siguiente paso después de emprender es gestionar, y es clave para la sostenibilidad en el corto plazo. Implica ordenar las operaciones, optimizar recursos y tomar decisiones estratégicas para lograr simultáneamente eficacia y eficiencia. Es decir, no solo hacer que las cosas sucedan, sino que sucedan de manera rentable y organizada.
Muchas empresas paraguayas han evolucionado exitosamente hacia la gestión, lo que les ha permitido mejorar su competitividad. Sin embargo, en muchos casos, la gestión sigue atrapada en la urgencia del día a día, sin espacio para pensar en el futuro.
Dirigir: construir el futuro del negocio
El acto de dirigir supone dejar de tomar decisiones pensando que el mundo se acaba el 31 de diciembre y comenzar a construir una visión de largo plazo. Es la etapa en la que el liderazgo debe centrarse en transformar la empresa para que siga siendo relevante en el futuro:
- ¿Cómo evolucionará el mercado en cinco o diez años?
- ¿Cómo debe transformarse nuestra empresa para sostener su competitividad?
- ¿Qué capacidades debemos desarrollar para crecer de manera sostenible?
En Paraguay, muchas empresas familiares enfrentan dificultades en esta transición. Es común ver que los roles entre accionistas, directores y gestores están mezclados, lo que impide contar con liderazgos apropiados para cada etapa. Por lo general, un buen emprendedor no es el mejor gestor, y no siempre un buen gestor se destaca dirigiendo.
Para lograr esta evolución, construir un equipo profesionalizado es clave. En mi trabajo como consultor, me baso en seis ejes fundamentales para acompañar esta transformación:
- Gobernanza saludable, con roles y responsabilidades bien definidos.
- Estrategia clara, alineada con una visión de largo plazo.
- Equipo gerencial profesionalizado, con capacidades adecuadas para cada función.
- Sistemas de información consolidados, que permitan tomar decisiones basadas en datos.
- Sistemas de control establecidos, para garantizar transparencia y eficiencia.
- Procesos y políticas estructurados, que den coherencia y estabilidad a la gestión.
El desafío está en lograr el equilibrio: mantener la eficiencia operativa sin descuidar la estrategia. Las empresas que logren dar este salto no solo sobrevivirán, sino que liderarán el futuro del empresariado paraguayo.
*Consultor y cofundador de Okara.