Analogía: endeudamiento público y tarjeta de crédito

El Gobierno emitió bonos en moneda local para una nueva deuda por US$ 1.200 millones. Los fondos frescos deberían ser invertidos para generar ingresos y no para incrementar el gasto corriente, con el objetivo de convertirse en un ejercicio financiero sostenible.

La deuda pública del país tiene marcada dependencia por la moneda extranjera, lo que la supedita a la volatibilidad cambiaria con el consecuente sobrecosto financiero.
La deuda pública del país debe ser sostenible y destinada a sectores que generen retorno no gasto corrienteGENTILEZA

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El Gobierno celebra la colocación de bonos en moneda local por US$ 1.200 millones, con un tasa del 6,65% al 8,5% y de 10 a 30 años. La nueva deuda registrada alcanza el 40% de la relación deuda-PIB. Un incremento de US$ 89 millones en relación con el 2024.

De acuerdo al ministro de Economía, Carlos Fernández Valdovinos, el país tuvo una demanda internacional por lo bonos de más de US$ 4.500 millones. Es decir, en jerga popular, Paraguay tiene una tarjeta de crédito sin límite.

El exministro de Economía y Finanzas de Bolivia, Abel Martínez, hace una analogía de la deuda pública paraguaya con la tarjeta de crédito. “Una persona que tiene un ingreso de su actividad económica creciente accede a una tarjeta de crédito, la cual paga cada final del mes y así vuelve a comenzar el ciclo de endeudamiento y pago de la obligación. Esta operación la realiza mientras sus ingresos no se vean disminuidos, o que el nivel de gasto al que se acostumbró sea mayor”.

De acuerdo a Martínez, la deuda comienza a crecer más, porque el nivel de gasto es superior a los actuales ingresos, y los pagos por la obligación de la tarjeta de crédito ya no son por el total de lo adeudado, lo que puede provocar que la capacidad de repago sea nula.

Deuda con cintillo apretado

Para Martínez, es necesario tomar precauciones sobre el endeudamiento público; garantizar el repago de la deuda con ingresos genuinos y reducir el gasto corriente fijo y recurrente. “Si estas dos precauciones están resueltas no hay de qué preocuparse”, manifestó.

Para el exministro, también es importante tener en cuenta el destino del endeudamiento. “Si corresponde a inversión pública, que tiene retornos por el incremento de la actividad económica privada, esto implica incrementos en la recaudación del fisco, es ideal, y si el endeudamiento no se destina a inversión pública, es posible que no se tengan las fuentes de generación de recursos adicionales para el repago de la deuda incremental, y se complica si el gasto corriente recurrente sigue creciendo. “Siguiendo con la analogía, tenemos un gasto más alto con menos ingresos para poder pagar el consumo de la tarjeta”, comentó.

Deuda para generar ingresos no gasto

Para Martínez, el indicador de sostenibilidad deuda/PIB es correcto si se cumplen dos condiciones: retorno del endeudamiento representado en incrementos de ingresos genuinos y que el gasto corriente no sea creciente y recurrente.

Para el exministro, si estas condiciones no se cumplen, existe el riesgo de que los procesos de endeudamiento sostenible puedan estar en peligro, y una forma de contener es la ley de responsabilidad fiscal (LRF), que debería ser reforzada con una ley de administración presupuestaria (LAP), para que existan los recursos suficientes, y mantener la capacidad de repago de las obligaciones.

“La LAP controla el incremento sostenible del gasto corriente y garantiza la recaudación efectiva de recursos genuinos, creando junto a la LRF un círculo virtuoso, que permite adquirir una deuda saludable y el crecimiento de la economía”, finalizó Martínez.

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