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El área con mayor participación femenina es el grupo de “trabajadores de servicios y vendedores de comercios y mercados”, donde se desempeña el 30,5% de las mujeres ocupadas, frente al 13,9% de los hombres.
La marcada diferencia pone en evidencia la fuerte presencia femenina en el sector terciario, especialmente en actividades comerciales informales, atención al cliente, y servicios personales como peluquerías, servicios de limpieza o asistencia doméstica.
Este fenómeno no es nuevo en Paraguay. Por el contrario, responde a una estructura social que históricamente ha asignado a las mujeres roles vinculados al cuidado y la atención.
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La escasa redistribución del trabajo doméstico no remunerado, sumada a la falta de un sistema público de cuidados, condiciona la disponibilidad horaria de muchas mujeres, que optan por empleos con mayor flexibilidad, aunque ello implique precariedad o ingresos bajos. De hecho, estudios oficiales han confirmado que las mujeres dedican, en promedio, más del doble del tiempo que los hombres a tareas del hogar.
Otro segmento donde las mujeres superan levemente a los hombres es el de “técnicos y profesionales del nivel medio”. En este grupo, el 8,9% de las mujeres se encuentra empleada, frente al 7,1% de los varones. Esta categoría incluye ocupaciones como auxiliares de enfermería, asistentes de laboratorio, técnicas en educación inicial, entre otras.
En muchas de estas áreas, la formación técnica es accesible y permite una rápida inserción laboral, lo cual es especialmente relevante para las mujeres, que no pueden acceder a estudios universitarios más largos por razones económicas o familiares.
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En el caso del grupo de “empleados de oficina”, también se observa una mayoría femenina. A decir; el 7,0% de las mujeres trabaja en este tipo de ocupaciones, frente al 3,9% de los hombres.
Este dato refleja otra tendencia habitual: las mujeres acceden con frecuencia a puestos administrativos, secretariales o de apoyo organizacional, pero con limitadas posibilidades de ascender a cargos jerárquicos. Aunque son fundamentales para el funcionamiento de empresas e instituciones, estos roles no siempre son reconocidos en términos salariales o de liderazgo.
Desde una perspectiva económica, la distribución laboral expuesta también implica una subutilización del talento femenino en áreas clave para el desarrollo del país.
Las mujeres tienen un alto nivel de formación, pero se ven limitadas por barreras estructurales que restringen su movilidad laboral. A largo plazo, esto impacta en la productividad general de la economía y en la capacidad del país de aprovechar plenamente su capital humano.
A modo de remarcar, los datos del INE permiten visualizar con claridad estos desafíos. Las mujeres en Paraguay trabajan mayoritariamente en servicios, oficinas y profesiones de nivel medio, lo cual refleja tanto avances en educación como limitaciones persistentes para acceder a sectores mejor remunerados y con mayor estabilidad.
Para superar esta situación, se requieren políticas públicas que promuevan la corresponsabilidad en los cuidados, el acceso a capacitación técnica no tradicional para mujeres y la eliminación de sesgos de género en los procesos de contratación y promoción laboral.
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Condicionantes
La escasa redistribución del trabajo doméstico no remunerado, sumada a la falta de un sistema público de cuidados, condiciona la disponibilidad horaria de muchas mujeres, que optan por empleos con mayor flexibilidad, aunque ello implique precariedad o ingresos bajos.
Tipo de funciones
Aunque son fundamentales para el funcionamiento de empresas e instituciones, estos roles (mujeres en áreas administrativas) no siempre son reconocidos en términos salariales o de liderazgo.
Buena formación
Las mujeres tienen un alto nivel de formación, pero se ven limitadas por barreras estructurales que restringen su movilidad laboral.
* Este material fue elaborado por MF Economía e Inversiones