Singapur, próxima escala de la industria porcina paraguaya

En un momento de expansión sin precedentes, el sector porcino local ajusta su brújula. Con Taiwán como destino consolidado y Singapur en vías de habilitación, el país se posiciona como proveedor de carne porcina premium para el sudeste asiático. A la par, el mercado local sigue creciendo y la Cámara Porcina apuesta a fortalecer toda la cadena.

El sector porcino proyecta un 2025 ambicioso con más producción, más destinos internacionales y mayor institucionalidad.
El sector porcino proyecta un 2025 ambicioso con más producción, más destinos internacionales y mayor institucionalidad.

En la industria cárnica paraguaya, una proteína silenciosa está comenzando a ganar protagonismo internacional: la carne porcina. Con una producción cada vez más tecnificada y una trazabilidad completa que comienza en la genética y termina en el plato, Paraguay logró consolidarse en apenas dos años como uno de los principales exportadores a Taiwán, un mercado altamente competitivo y exigente. Pero el verdadero salto está a punto de darse: Singapur, uno de los hubs comerciales de Asia, está en puertas de habilitar nuestra carne porcina, lo que podría crear un puente a otras plazas estratégicas como Japón y Corea del Sur.

“Ya desplazamos a México en Taiwán, hoy estamos terceros en preferencia. Y nuestra próxima habilitación es, sin dudas, Singapur”, afirma con entusiasmo Marta Mareco de Ros, presidenta de la Cámara Paraguaya de Industrias Porcinas y Derivados (Capainpod). La organización, que agrupa al 90% de la industria del país, lidera hoy una ofensiva técnica y diplomática que busca colocar al Paraguay como proveedor confiable de carne porcina premium en el sudeste asiático. El camino está marcado y las primeras señales ya son contundentes.

Taiwán sigue siendo el principal destino de la carne porcina en 2025.
Taiwán sigue siendo el principal destino de la carne porcina en 2025.

Desde Taiwán a toda Asia

El punto de inflexión fue Taiwán. Hasta hace pocos años, Paraguay no figuraba siquiera en el mapa de exportadores de carne porcina. Hoy, sin embargo, es el tercer proveedor de preferencia para el consumidor taiwanés, superando incluso a países con tradición exportadora como México. Esa conquista no fue casual, ya que es resultado de una estrategia que combinó estándares sanitarios rigurosos, diplomacia activa y visión de largo plazo por parte de los industriales.

La empresa Ceres, la misma que asistió a Chile en sus procesos de certificación para exportar a Japón, es la encargada de implementar en Paraguay un modelo de compartimentación sanitaria que certifica cada etapa de la cadena: desde la genética y la producción de lechones hasta las plantas industriales. Este modelo, pionero en el país, es la llave para acceder a mercados altamente exigentes como Japón, Corea del Sur, o propiamente Singapur.

“La carne paraguaya gustó mucho en Taiwán. Y los japoneses, al probarla, ya están acelerando los procesos para habilitarnos”, cuenta Mareco. Además de Asia, el sector también apunta a Chile, Filipinas y Perú, consolidando así un mapa de expansión que busca diversificar los destinos y reducir la dependencia de un solo mercado. El cerdo paraguayo ya no es solo para consumo interno, es un producto competitivo, certificado y apetecido en el exterior.

El modelo paraguayo de compartimentación

Uno de los mayores avances técnicos que posicionan hoy al país como exportador confiable es la implementación del sistema de compartimentación sanitaria, una herramienta clave para abrir mercados exigentes. Esta metodología, acompañada por la consultora chilena Ceres BCA en el marco del proyecto “Avance”, certifica la sanidad e inocuidad de toda la cadena: desde las unidades genéticas y las granjas de producción primaria, hasta las fábricas de balanceado, las plantas industriales y el transporte.

Esta se trata de una experiencia sin precedentes en el país. La Cooperativa Colonias Unidas lidera esta iniciativa junto con otras empresas y frigoríficos que forman parte de la Cámara. El proceso será presentado ante Senacsa, y representa un paso decisivo para habilitar el mercado chileno, con miras a extenderlo luego a los demás destinos.

“El sistema de compartimentación es la única manera de garantizarle al mundo que cada etapa está controlada. Desde el maíz con que se alimenta al cerdo, hasta el corte que llega al plato”, señala Mareco. Esta trazabilidad absoluta fortalece la reputación del país como proveedor serio y previsible, diferenciando al producto nacional frente a otros competidores globales. Con este modelo, Paraguay no solo pasa a exportar carne, sino confianza, bioseguridad y sostenibilidad.

Para el gremio, el desafío no se traduce solo en exportar más, sino también conquistar el mercado local con mayor profundidad.
Para el gremio, el desafío no se traduce solo en exportar más, sino también conquistar el mercado local con mayor profundidad.

El músculo local que sostiene la expansión

Si el empuje internacional es visible hoy, la solidez local es la que lo sostiene. Actualmente el sector porcino paraguayo representa una cadena integrada que moviliza una inversión estimada en más de US$ 1.000 millones y da sustento a unas 50.000 familias a lo largo de toda la cadena en el país. Desde Itapúa hasta el Chaco, la producción porcina ha dejado de ser marginal para convertirse en un rubro estratégico dentro del mapa agroindustrial.

Actualmente, Paraguay cuenta con unas 40.000 madres activas, en promedio, según estimaciones de Capainpod, y si bien se reconoce que el crecimiento de la oferta requiere tiempo, la voluntad del sector está clara, siendo que hay margen para escalar la producción, tanto para abastecer el mercado interno como para responder a la demanda externa.

“Nosotros fuimos del agro a la industria. Tomamos la decisión de no depender solo de la exportación de grano, sino de transformarlo en proteína animal, en empleo y en valor agregado”, destaca Mareco. Su testimonio refleja el ADN de buena parte de las empresas que hoy forman Capainpod, con productores agrícolas que decidieron integrar la cadena, invertir en frigoríficos y apostar al desarrollo territorial.

El futuro del cerdo paraguayo no se cocina solo en las estadísticas. Se construye en las cuencas productivas, en las fábricas de balanceado y en las decisiones audaces de quienes entendieron que exportar proteína es también exportar soberanía económica.

Una carne cada vez más popular y versátil

En este sentido, mientras la carne porcina paraguaya gana espacio en el exterior, en casa también vive su propio auge. En los últimos cinco años, el consumo interno casi se cuadruplicó, pasando de poco más de 3 kilos a casi 13 kilos per cápita en 2024. Esa evolución no solo responde a una mayor disponibilidad en góndolas, sino también a un cambio en la percepción del consumidor paraguayo.

“La carne de cerdo ya no es solo costilla o asado. Hoy tenemos milanesa de cerdo, matambre, bondiola y cada vez más recetas que demuestran su versatilidad”, sostiene Mareco. El sector ha trabajado activamente en promoción y educación alimentaria, destacando las cualidades nutricionales del cerdo como fuente de proteínas, vitaminas y minerales. Incluso se plantea incluirla más fuertemente en los menús escolares, apuntando a un público infantil que históricamente consume poco cerdo.

El desafío, ahora, es consolidar ese crecimiento y desestacionalizar el consumo, para que no se concentre solo en Semana Santa o fiestas de fin de año. Con una oferta de carne más saludable, accesible y diversa, la industria apunta a conquistar no solo mercados externos, sino el paladar cotidiano del consumidor local, porque el verdadero arraigo se logra cuando el producto es parte de la mesa diaria.

Las exportaciones de carne porcina han aumentado más del 40% al comparar el primer trimestre del 2025 frente al mismo periodo del 2024.
Las exportaciones de carne porcina han aumentado más del 40% al comparar el primer trimestre del 2025 frente al mismo periodo del 2024.

Industriales con ADN agrícola: alianza de raíz

Por otra parte, detrás del crecimiento sostenido del sector hay una característica distintiva, y es que la mayoría de los industriales provienen del campo. Son productores agrícolas que comprendieron que el verdadero valor no está solo en cultivar maíz o soja, sino en transformarlos en proteína animal, en empleo local y en desarrollo territorial.

Este modelo de integración vertical se expresa en lo que la titular del gremio llama “alianzas de cuenca”: zonas donde productores primarios, cooperativas y frigoríficos se articulan para abastecer la industria con eficiencia, trazabilidad y calidad. El caso de Colonias Unidas es emblemático: allí nació una de las primeras cuencas organizadas, impulsada desde adentro por el propio sector agrícola, que decidió dejar de depender exclusivamente del grano. “Nosotros nacimos del campo, pero decidimos industrializar. Todo lo que exportamos es 100% paraguayo, nacido, criado, faenado y procesado acá”, enfatiza Mareco.

El impacto va más allá de la rentabilidad, donde distritos históricamente postergados, como Alto Verá en Itapúa, se han convertido en centros pujantes de producción porcina, con infraestructura, equipamiento y movilidad social. El cerdo, en estas regiones, no es solo un negocio, es una herramienta de transformación comunitaria.

¿Y ahora qué? La hoja de ruta hacia 2025

Hoy, con mercados como Taiwán ya consolidados y Singapur a punto de habilitarse, el sector porcino proyecta un 2025 ambicioso con más producción, más destinos internacionales y mayor institucionalidad. Desde Capainpod, la hoja de ruta es clara: fortalecer la articulación público-privada, acelerar los procesos de certificación sanitaria y potenciar el posicionamiento del cerdo como proteína estratégica para el desarrollo nacional.

Además de la habilitación de los citados mercados, en paralelo, ya hay conversaciones avanzadas con Japón y Filipinas, países que miran con interés la calidad sanitaria y genética del producto paraguayo. La presidenta de la Cámara también prepara una misión comercial a España y propone abrir una representación internacional de Capainpod que permita al sector tener voz propia en los foros de comercio exterior.

Finalmente, el desafío no se traduce solo en exportar más, sino también conquistar el mercado local con mayor profundidad. Por eso, desde el gremio están impulsando un acercamiento al Ministerio de Educación para integrar la carne porcina en los programas escolares y generar una cultura de consumo sostenido desde temprana edad.

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