Paraguay frente al mundo: radiografía del comercio exterior

Entre superávits coyunturales y déficits estructurales, el país enfrenta el reto de fortalecer sus exportaciones sin depender exclusivamente de materias primas. La balanza comercial atravesó una década de contrastes marcada por la volatilidad del agro, la expansión de la maquila y el desafío persistente de agregar valor. Hoy, el país busca consolidar un perfil más competitivo en el escenario regional.

El 2024 cerró con una baja del 7,7% en las exportaciones registradas, totalizando poco más de US$ 13.800 millones, según cifras oficiales.
El 2024 cerró con una baja del 7,7% en las exportaciones registradas, totalizando poco más de US$ 13.800 millones, según cifras oficiales.

En los últimos diez años, el comercio exterior ha sido uno de los grandes termómetros de la economía paraguaya. No solo por su capacidad de generar divisas y sostener el crecimiento, sino también por su exposición a factores como el clima, la demanda global o las relaciones geopolíticas. En ese tablero inestable, Paraguay ha mostrado una notable capacidad de recuperación, alternando entre superávits inesperados y déficits estructurales.

La pregunta clave hoy, según analistas, es si el país puede dejar de ser un simple proveedor de materias primas para convertirse en un exportador de valor agregado y conocimiento. Las cifras de los últimos años ofrecen pistas, tanto de logros alcanzados como de deudas pendientes. Desde los granos hasta la energía, desde la maquila industrial hasta los primeros pasos en servicios globales, el comercio paraguayo se expande con nuevos desafíos a la vista.

El sector primario, a través de los principales cultivos, se lleva la mayor participación en la exportación total.
El sector primario, a través de los principales cultivos, se lleva la mayor participación en la exportación total.

Década de contrastes: evolución 2015 – 2024

A lo largo de la última década, Paraguay transitó un camino irregular en materia de comercio exterior. Entre 2015 y 2019, las exportaciones oscilaron entre los US$ 8.000 millones y US$ 9.000 millones anuales, mientras que las importaciones se mantuvieron por encima de los US$ 10.000 millones, generando déficits comerciales recurrentes. El punto más crítico llegó en 2019, cuando una fuerte sequía golpeó al complejo sojero y la brecha negativa alcanzó los US$ 4.500 millones.

La pandemia cambió temporalmente esa dinámica. En 2020, las exportaciones se recuperaron parcialmente gracias a una mejor cosecha, mientras que las importaciones cayeron con fuerza por la contracción de la demanda interna, llevando la balanza casi al equilibrio. A partir de 2021, los números dieron un giro a la baja, sosteniendo dos años de caída por un doble fenómeno de “La Niña” que azotó al campo e impactó en los rindes sojeros.

Posterior a esta etapa, la recuperación del agro, el alza en los precios internacionales y la reactivación regional impulsaron un récord exportador que alcanzó su pico en 2023, con más de US$ 17.300 millones exportados.

Sin embargo, ese repunte fue coyuntural. En 2024, las exportaciones retrocedieron un 7,7% y las importaciones crecieron más del 3%, revirtiendo el superávit y dejando nuevamente a la balanza comercial en terreno negativo. El patrón se repite, con un Paraguay que crece cuando el clima y los precios lo permiten, pero sigue expuesto a factores externos.

Qué exportamos: sectores que mueven la aguja

El comercio exterior paraguayo tiene un corazón agroexportador. En los años de bonanza, como 2023, el complejo sojero llegó a representar casi el 30% del total exportado, con semillas, harina y aceite como principales ítems. A ese núcleo lo acompañan la carne bovina —consolidada como segundo producto en importancia— y la energía hidroeléctrica generada en Itaipú y Yacyretá, cuya venta a Brasil y Argentina aporta un flujo constante de divisas.

Pero no todo es primario. En la última década, Paraguay ha logrado sumar capas de valor con manufacturas de origen agropecuario —como alimentos procesados, bebidas, cueros o aceites vegetales—, e incluso con bienes industriales que surgen de la maquila: autopartes, textiles, plásticos, productos químicos. Aunque su peso aún es menor en la balanza total, su crecimiento ha sido sostenido.

En 2023, las manufacturas de origen industrial (MOI) representaron alrededor del 11% de las exportaciones registradas, con una expansión interanual de dos dígitos. Particularmente destacadas fueron las exportaciones de arneses eléctricos para la industria automotriz brasileña, confecciones textiles a EE.UU. y aluminio reciclado hacia la región.

El régimen de maquila —que permite importar insumos con beneficios fiscales y exportar la producción— superó los US$ 1.000 millones en ventas anuales. Aunque mucho de lo que se produce bajo este sistema depende de insumos importados, el saldo neto es positivo. A mediano plazo, la industria liviana aparece como un complemento estratégico a la histórica fortaleza agrícola del país.

En lo que va de 2025, los indicadores muestran cierta recuperación en las exportaciones agroindustriales.
En lo que va de 2025, los indicadores muestran cierta recuperación en las exportaciones agroindustriales.

Qué importamos: tecnología, energía y bienes de capital

En promedio, Paraguay importa más de lo que consume internamente en bienes industriales, tecnología y energía fósil. Esa dependencia se traduce en una balanza estructuralmente deficitaria en rubros clave. Los productos más importados en los últimos años han sido los teléfonos móviles, computadoras, vehículos, insumos industriales y, de manera significativa, combustibles derivados del petróleo.

En 2024, el 32,5% de las importaciones provinieron de China, con una fuerte presencia de electrónicos, electrodomésticos y repuestos. El segundo proveedor fue Brasil, con bienes intermedios, productos alimenticios, plásticos y bebidas. Le siguieron Estados Unidos y Argentina, con foco en combustibles y maquinaria.

El caso de los combustibles es crítico: Paraguay no produce petróleo, por lo que la factura energética es elevada y sensible al contexto internacional. Un aumento del precio del crudo o un shock logístico global tiene impacto directo en las cuentas externas del país.

Por otro lado, el crecimiento de la actividad industrial, del agro mecanizado y de la construcción han disparado la necesidad de bienes de capital e insumos importados, que si bien representan inversión productiva, presionan el balance comercial. En suma, Paraguay importa lo que aún no puede fabricar, y su camino a una mayor autonomía dependerá de cuánto logre desarrollar esos eslabones localmente.

Socios comerciales: dependencia y oportunidades

Brasil y Argentina son los socios comerciales dominantes de Paraguay, tanto del lado exportador como del importador. En conjunto, absorbieron más del 60% de las exportaciones paraguayas en 2024, principalmente en forma de soja, arroz, energía eléctrica y autopartes. También figuran entre los principales proveedores del país, sobre todo en combustibles, alimentos y productos intermedios.

Chile ocupa el tercer lugar en exportaciones, con énfasis en carne vacuna y derivados agrícolas, mientras que China lidera el ranking de orígenes de importación, con un peso de más del 30% del total en 2024. Desde ese país llegan teléfonos móviles, computadoras, maquinaria liviana, textiles y repuestos. Estados Unidos aparece como cuarto proveedor, aportando principalmente combustibles refinados e insumos industriales.

Si bien Paraguay ha diversificado destinos en los últimos años —abriendo mercados en Medio Oriente, Asia y África para productos como sésamo, maní y la carne—, la concentración regional persiste. Esta dependencia implica vulnerabilidad: recesiones, devaluaciones o restricciones comerciales en Brasil o Argentina pueden impactar de forma directa.

Si bien en el 2024 las exportaciones tomaron ventaja en la balanza, en lo que va de este año las importaciones vuelven a abarcar más espacio.
Si bien en el 2024 las exportaciones tomaron ventaja en la balanza, en lo que va de este año las importaciones vuelven a abarcar más espacio.

2024 – 2025: situación actual y señales mixtas

El 2024 cerró con una baja del 7,7% en las exportaciones registradas, totalizando poco más de US$ 13.800 millones, según cifras oficiales. La caída se explicó principalmente por una menor producción agrícola, afectada por lluvias irregulares y una caída del rendimiento en la soja. También influyeron los menores precios internacionales de algunos commodities y una menor demanda externa en rubros clave.

En contraste, las importaciones aumentaron un 3,4% respecto al año anterior, superando los US$ 15.300 millones. El crecimiento estuvo impulsado por una mayor demanda de insumos industriales, bienes de capital y productos electrónicos. Como resultado, Paraguay retornó a una balanza comercial deficitaria, aunque sin llegar a los niveles más preocupantes de la década anterior.

En lo que va de 2025, los indicadores muestran cierta recuperación en las exportaciones agroindustriales y buen desempeño en rubros como la carne y la maquila. Sin embargo, la dependencia del clima y la volatilidad de los precios globales siguen condicionando el panorama, además de las tensiones a consecuencia de la guerra comercial entre Estados Unidos y China.

De acuerdo a la última actualización, las previsiones del Banco Central del Paraguay (BCP) estiman un crecimiento moderado del PIB, en torno al 4%, luego de un ajuste desde un 3,8%, pero el verdadero reto sigue siendo la transformación estructural: reducir la vulnerabilidad externa agregando más valor a lo que ya se produce y exporta.

Servicios sin frontera: el potencial exportador del conocimiento

Mientras los bienes tangibles siguen dominando la agenda del comercio exterior paraguayo, un nuevo capítulo comienza a abrirse con los servicios basados en conocimiento. Desde software y arquitectura hasta call centers y consultorías técnicas, las exportaciones de servicios —aunque aún incipientes en volumen— representan una oportunidad estratégica para diversificar la matriz exportadora sin necesidad de infraestructura física.

En conversación con Javier Peña Capobianco, secretario general de la Asociación Latinoamericana de Exportadores de Servicios (ALES), explicó que Paraguay tiene condiciones para insertarse en este circuito global: “Hay talento, hay juventud, y hay vocación. Pero falta una política pública de largo plazo que entienda al conocimiento como un activo exportable”.

Peña advierte que América Latina apenas representa el 2,5% del comercio mundial de servicios, y que Paraguay aún no figura como actor visible. Para revertir eso, apunta a tres pilares: capacitación técnica, dominio de idiomas y un entorno fiscal que no penalice la exportación intangible. “Se debe entender que los servicios no necesitan aduanas, pero sí reglas claras”, insiste.

En un mundo cada vez más digital, exportar conocimiento es también una forma de blindar la economía ante shocks físicos o climáticos. En la actualidad, Paraguay no solo necesita vender más, sino vender mejor: con más valor, menos dependencia y una visión que entienda al comercio exterior como parte de una política de desarrollo inteligente y sostenible.

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