Emisiones de carbón suben y los riesgos se incrementan

Las emisiones de CO2 registran récord histórico a nivel global (+0,8%) y redefinen los riesgos y oportunidades de inversión en la era de la transición energética. Para las empresas, la sostenibilidad no es solo una cuestión de responsabilidad social corporativa; es una estrategia de resiliencia, competitividad y crecimiento a largo plazo.

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Emisión de carbono global creció 0,8% en 2024kodda

El 2024 quedará para la historia climática no solo como un hito ambiental, sino como un punto de inflexión crítico. Los datos consolidados de la Agencia Internacional de Energía (AIE) y otros organismos de monitoreo global han confirmado lo que se anticipaba: las emisiones de dióxido de carbono (CO2), derivadas de la quema de combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural), alcanzaron un nuevo máximo histórico, superando incluso las cifras pre-pandemia y el pico de 2023 con un crecimiento del 0,8%.

37.500 millones de toneladas en 2024

Aunque las cifras finales pueden variar entre las distintas metodologías, el consenso apunta a que las emisiones globales de CO2 por energía superaron la barrera de 37.500 millones de toneladas (37.5 gigatoneladas) en 2024, y se espera para 2025 lleguen a las 41.600 millones, acercándonos a un grado de calentamiento peligroso para el planeta.

En 1940 fueron registradas 4.860 millones de toneladas de carbono, en 1961 un total de 9.400 millones, 19.000 millones en 1981, en el 2020, año de la pandemia 34.300 millones de toneladas, una reducción de 2.000 en comparación con el 2019. En 2023 se registraron 36.800 millones de toneladas, esto representa un revés a la narrativa de una transición energética acelerada.

Para el sector empresarial, esta cifra no es solo una estadística ambiental; es un indicador de la creciente presión regulatoria futura, de la volatilidad de los mercados de carbono y de la urgencia de reorientar las inversiones hacia tecnologías y procesos de baja emisión.

Retórica ambiciosa sin mayor avance

A pesar de grandes esfuerzos por reducir la huella de carbono, la contaminación aumenta y las emisiones en lugar de reducirse se han incrementado en casi 1.000 millones de toneladas entre el 2023 y el 2024.

Hay planes, programas, proyectos y financiamiento para mitigación y adaptación, sin embargo, mucho ha quedado en retórica ambiciosa, la economía global, a pesar de los avances en energías renovables, sigue anclada al carbón y el gas como medio para la producción.

sector carbono
Sectores que mayor emisión de carbono provocan

La huella de carbono corporativa

Tras la desaceleración global de 2020 por la pandemia, las economías experimentaron una recuperación que se consolidó en 2024. Este crecimiento, especialmente en economías emergentes y en desarrollo, estuvo ligado a un aumento en la producción industrial, la construcción, la manufactura y el transporte.

La demanda energética global se disparó, y la infraestructura existente, basada en combustibles fósiles, respondió a la demanda. Para muchas empresas, esto significó un aumento en los costos energéticos y una mayor exposición a la volatilidad de los precios de los combustibles fósiles.

La invasión de Ucrania en 2022, el conflicto entre Irán e Israel, y las sanciones geopolíticas, crearon una crisis energética que priorizó la seguridad del suministro sobre la sostenibilidad ambiental a corto plazo en muchas naciones.

Aunque los precios del gas natural experimentaron cierta volatilidad, se mantuvieron relativamente altos, impulsando a algunos países a recurrir al carbón, fuente de energía más barata y, en muchos casos, con reservas nacionales abundantes. Esta dinámica ha reforzado la necesidad de las empresas de diversificar sus fuentes de energía y considerar la autosuficiencia energética a través de las renovables como una estrategia de resiliencia empresarial.

Crecimiento de China e India y aumento de emisiones de CO2

China y la India, los dos mayores emisores de carbono del mundo, continuaron su trayectoria de desarrollo económico y urbanización, lo que se tradujo en una demanda energética insaciable.

A pesar de sus inversiones en energías renovables, la escala de su crecimiento industrial, la dependencia de industrias pesadas (cemento, acero, química) y la generación eléctrica a base de carbón y gas, fueron determinantes en el aumento global. Las empresas con cadenas de suministro globales fuertemente vinculadas a estas regiones se enfrentan a un escrutinio creciente sobre su huella de carbono Scope 3.

Si bien las economías avanzadas mostraron un progreso en la descarbonización, este fue opacado por el rápido crecimiento de las emisiones en otras partes del mundo.

Las transferencias tecnológicas y financieras prometidas a los países en desarrollo para ayudarles en su transición energética no se materializaron al ritmo necesario, dejando a muchas naciones sin otra opción viable que seguir utilizando las fuentes de energía más accesibles y asequibles. Esto subraya la oportunidad para el capital privado y los fondos de inversión con enfoque ESG (Ambiental, Social y Gobernanza).

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Los 5 mayores emisores de carbono

Ranking de países más contaminantes

China: Sigue siendo el mayor emisor, 30% del total global y un aumento del 0,2%. Su crecimiento económico, aunque desacelerado respecto a décadas anteriores, sigue siendo el motor principal del aumento global de emisiones. Para las empresas, esto significa tanto un mercado masivo para soluciones de descarbonización como una exposición significativa a riesgos regulatorios y de reputación si no gestionan adecuadamente sus emisiones en el país.

Estados Unidos: Con el 13% se mantiene como el segundo mayor emisor, con una trayectoria de descarbonización a largo plazo y una reducción del 0,6%. El repunte económico y el aumento en el consumo de gas natural en ciertos sectores frenaron una reducción más drástica en 2024. Las políticas de incentivo a las energías limpias, como la Ley de Reducción de la Inflación (IRA), presentan enormes oportunidades para la inversión en manufactura verde y tecnologías innovadoras.

India: Con el 8% es uno de los países con el crecimiento de emisiones más rápido en 2024, creciendo un 4,6%, impulsado por su vasta y creciente población, la industrialización y la electrificación. La dependencia del carbón para la generación de energía sigue siendo un desafío monumental, pero también un vasto mercado para proyectos de energía renovable e infraestructura sostenible.

Unión Europea: Logró una ligera reducción en sus emisiones generales del 3,8% gracias a la expansión de las renovables y la mejora de la eficiencia energética que representa el 7% del total global. El mercado de carbono de la UE (EU ETS) sigue siendo un referente global y sus políticas como el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM) impactarán las importaciones y las cadenas de suministro globales, afectando a empresas de todo el mundo.

Rusia: Su sector de energía y el auge de la exportación de combustibles fósiles, sumado a las dinámicas geopolíticas, lo mantienen como un actor significativo en la tabla de emisiones con un total de 1.815 millones de toneladas, el 4,7% del total mundial.

carbono per capita
Emisiones de carbono per cápita a nivel global

Paraguay con oportunidades en un mundo de carbono

Paraguay, por su parte, registra una emisión de gases globales de 0,20% y se ubica en el puesto 53 a nivel global en vulnerabilidad climática y su meta de reducción de emisiones de carbono para el 2030 es del 20%.

Mantiene entre las áreas de adaptación y resiliencia las siguientes: agricultura, agua, ecosistemas y biodiversidad, energía, ganadería, salud, seguridad alimentaria, silvicultura, transporte y urbanismo.

Es un país con una matriz energética predominantemente limpia gracias a sus centrales hidroeléctricas, el contexto global de las emisiones presenta tanto desafíos como oportunidades estratégicas.

Aunque las emisiones son insignificantes en el total global (ubicándose muy por debajo de los principales emisores, con cifras que rondan las 30-40 millones de toneladas de CO2 equivalente al año, principalmente por el cambio de uso del suelo, la agricultura y, en menor medida, el transporte y la industria), el país no es inmune a las consecuencias del aumento global.

Riesgos y oportunidades para Paraguay

El incremento de las temperaturas globales intensifica las sequías e inundaciones, que impactan a sectores clave de la economía paraguaya como la agricultura, la ganadería y la generación hidroeléctrica, aumentando los riesgos para las empresas locales.

La creciente demanda global de productos y servicios con baja huella de carbono abre puertas para Paraguay. Su energía limpia puede atraer inversiones en industrias de uso intensivo de energía (como centros de datos o producción de hidrógeno verde) que buscan reducir sus emisiones globales. Empresas paraguayas que demuestren trazabilidad de baja emisión en sus cadenas de suministro agrícolas o industriales podrían acceder a mercados premium y a financiación sostenible.

A medida que la presión por la descarbonización aumenta, la posibilidad de desarrollar mercados de carbono en Paraguay o participar en iniciativas regionales y globales de compensación de emisiones cobra relevancia. Esto podría generar flujos de ingresos para proyectos de reforestación, conservación o eficiencia energética. La emisión de bonos verdes por parte del sector público y privado es otra vía para financiar la transición y atraer capital extranjero con criterios ESG.

El sector empresarial paraguayo tiene la oportunidad de liderar en la adaptación a los impactos climáticos, desarrollando soluciones innovadoras en gestión hídrica, agricultura de precisión, energías renovables no convencionales (solar, biomasa donde sea viable) y logística sostenible.

Contaminación, entre los riesgos globales más severos

Según el Foro Económico Mundial, entre los primeros riesgos globales se encuentran: las guerras y conflictos políticos (23%), los eventos climáticos extremos (14%), conflictos geopolíticos (8%) y desinformación (7%).

El Informe advierte que el conflicto armado entre estados es el riesgo más inmediato para 2025, reflejando tensiones geopolíticas crecientes que impactan cadenas de suministro, mercados energéticos y flujos de inversión.

Por segundo año consecutivo, la desinformación emerge como riesgo clave a corto plazo, amenazando la cohesión social y la gobernanza. Esto impone un desafío a la reputación corporativa y la toma de decisiones estratégicas en un entorno polarizado.

Mientras que a largo plazo (próximos 10 años), los riesgos ambientales dominan la agenda. Eventos meteorológicos extremos, pérdida de biodiversidad y escasez de recursos naturales son las principales preocupaciones, exigiendo a las empresas integrar la resiliencia climática y la sostenibilidad en sus modelos de negocio para mitigar riesgos operacionales y financieros.

El organismo enfatiza que los riesgos analizados aumentarán en severidad. Para el sector empresarial, esto significa una mayor necesidad de agilidad, diversificación y una renovada apuesta por la cooperación internacional y la inversión en soluciones que aborden estas crisis interconectadas.

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