Ethel Estigarribia, directora de la Dirección Nacional de Cambio Climático del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades), y Karina Fretes, consultora ambiental y líder en Acción Climática, en diálogo con ABC Negocios, reflexionaron sobre el contexto global del cambio climático, en el que Paraguay se consolida como un país que logra crecer económicamente mientras reduce sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
Reducir las emisiones de carbono ya no es solo un gesto ambiental ni un compromiso social, sino un imperativo estratégico que combina eficiencia, innovación y competitividad global. Ethel Estigarribia destacó que la lucha climática no es exclusiva de un solo sector, sino una tarea compartida por toda la sociedad.

Desacople ambiental: producir más y contaminar menos
Según el último inventario del Mades, Paraguay aporta apenas el 0,06% de las emisiones globales, repartidas principalmente entre agricultura y ganadería (17.491,08 kt CO2 eq.), energía (9.242,53 kt), uso de la tierra y silvicultura (4.699,38 kt), residuos (2.595,83 kt) e industria (1.399,68 kt), totalizando 35.602,53 kt CO2 equivalente.
Entre 2019 y 2021, el país logró reducir sus emisiones en un 42,5% y su meta de reducción de emisiones de carbono para el 2030 es del 20%.
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Estigarribia enfatizó que las emisiones reflejan el modelo de desarrollo económico, que en Paraguay está fuertemente ligado a la producción de alimentos, carne y granos, así como a los servicios, la industria y el turismo. “No se trata solo de ver números, sino de entender que personas, economía y ambiente pueden trabajar juntos para un desarrollo más sostenible”, remarcó.
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Un estudio conjunto con el Banco Mundial reveló que entre 2010 y 2019, mientras el producto interno bruto (PIB) nacional creció un 36,56%, las emisiones de gases que se acumulan en la atmósfera terrestre y que son capaces de absorber la radiación infrarroja del sol (GEI) se redujeron un 23,84%. Este fenómeno, conocido como “desacople”, demuestra que es posible crecer y contaminar menos.
Añadió que Paraguay impulsa una agenda climática coherente con el Acuerdo de París (tratado internacional que busca combatir el cambio climático), buscando financiamiento climático y cooperación técnica para proyectos que benefician a sectores productivos y comunidades vulnerables.
Esto se vuelve urgente frente a fenómenos extremos recientes, como cinco años de sequía seguidos de intensas lluvias en 2025, que impactaron la economía y demostraron la necesidad de resiliencia.
La funcionaria puso énfasis a las acciones destacadas de mitigación, que incluyen proyectos de producción agropecuaria sostenible, la expansión de bosques en esquemas de conservación, la reducción del clinker en la industria cementera, la disminución de hidrofluorocarbonos y la promoción de biocombustibles y movilidad eléctrica. Itaipú Binacional lidera además proyectos de energía renovable en zonas aisladas y la sustitución de vehículos convencionales por eléctricos.
En adaptación, explicó que el país avanza con planes sectoriales que abarcan salud, biodiversidad, recursos hídricos, ciudades resilientes y agricultura. Se destacan 19 planes de ordenamiento urbano concluidos, mejoras en el monitoreo de acuíferos, restauración forestal y capacitación de comunidades. Además, se promulgó una ley para fomentar energías renovables no hidráulicas y se instalaron cocinas eficientes y termocalefones solares en comunidades vulnerables.
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Datos, transparencia y tecnología
La profesional informó que se cuenta con un visor de escenarios climáticos, un protocolo de intervención ante deforestación y trabaja en la Plataforma de Transparencia Climática integrada en el Sistema de Información Ambiental (SIAM) del Mades, que consolida datos para la toma de decisiones.
A nivel normativo, dijo que desde la creación de la SEAM en 2000 (hoy Mades) se han fortalecido los controles ambientales y recientemente se aprobó una nueva Política Ambiental Nacional que busca equilibrar desarrollo económico, bienestar social y preservación ambiental. El país también avanza hacia mercados de carbono, permitiendo que empresas compensen emisiones mediante proyectos de captura, y la Unión Industrial Paraguaya (UIP) promueve que más industrias midan su huella de carbono y adopten prácticas sostenibles.
Reducir la huella de carbono: eficiencia, innovación y mercado
Por su parte, la Ing. Karina Fretes, consultora ambiental y líder en Acción Climática, sostiene: “La crisis climática, que tradicionalmente ha sido abordada desde áreas como RSE o comunicación, hoy se impone y proyecta como parte de la estrategia central de las compañías o empresas”.
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Una de las primeras áreas de acción es la eficiencia energética. “Modernizar maquinarias, aislar térmicamente edificios o automatizar procesos industriales, permite reducir consumos y emisiones”, comentó Fretes. Además, se trata de inversiones que suelen traducirse en un alivio financiero a mediano plazo, un aspecto clave en un contexto económico volátil.
Paraguay tiene una ventaja estructural, sostiene la experta: su matriz eléctrica es mayoritariamente limpia gracias a represas hidroeléctricas como Itaipú y Yacyretá. Sin embargo, esa condición no exime a las empresas de los desafíos climáticos. “Hoy la agenda se amplía a otras fuentes de emisión, como transporte, logística, residuos y cadenas de valor”, apuntó.
Indicó que en logística se observa un creciente interés por renovar flotas con vehículos más eficientes, electrificar procesos y rediseñar rutas para optimizar consumos. Esto es especialmente relevante en sectores exportadores, donde la huella logística representa una porción significativa de las emisiones.
El agro también empieza a transitar este cambio, comentó Fretes. “Prácticas como la agricultura regenerativa, la gestión eficiente del suelo o la protección de ecosistemas nativos generan beneficios ambientales, pero también abren la puerta a nuevos modelos de negocio, como la comercialización de créditos de carbono o resultados de emisiones”.
Medición de la huella de carbono: 90 empresas paraguayas
La especialista destacó que “medir es el primer paso para transformar”. La medición de la huella de carbono se realiza agrupando emisiones en tres alcances: directas (como el uso de combustibles fósiles), indirectas por consumo de electricidad y otras indirectas a lo largo de la cadena de valor (transporte de insumos, viajes de negocios, etc.) . “A partir de allí, las empresas pueden priorizar acciones, reducir desperdicios y optimizar recursos”, señaló.
Aunque no es aún una práctica generalizada, la experta explicó que más de 90 empresas paraguayas ya han medido su huella de carbono. “Es un cambio cultural profundo. Antes, medir era algo de multinacionales; hoy también lo hacen medianas empresas que exportan o buscan financiamiento con criterios ESG”.
Una vez calculada la huella, explicó Fretes, algunas empresas certifican o verifican los resultados externamente, reforzando su credibilidad frente a clientes y socios comerciales. El proceso se suele apoyar en metodologías internacionales como el GHG Protocol o la ISO 14064.
Diversificación de la matriz energética
Recordó que otro frente clave es la diversificación de la matriz energética. Si bien Paraguay consume electricidad con energía renovable, subsiste una fuerte dependencia de combustibles fósiles en transporte, industria y cocción doméstica.
Aquí surgen oportunidades como la bioenergía, paneles solares descentralizados, baterías de almacenamiento e incluso el hidrógeno verde. “El uso de hidrógeno para transporte fluvial, vital para el comercio por el Paraná y Paraguay, puede ser un paso decisivo hacia la descarbonización logística”.

Economía circular y mercado de carbono
La consultora dijo que la economía circular también gana espacio en la estrategia empresarial. Rediseñar envases, reaprovechar residuos o alargar la vida útil de productos no solo reducen emisiones, sino que responden a exigencias de mercados internacionales que valoran productos sostenibles.
El mercado de carbono emerge como otra herramienta poderosa. “Permite transformar la acción climática en un activo comercial”, sostuvo Fretes. Las empresas que invierten en proyectos que capturan o reducen emisiones –como reforestación o cambios tecnológicos– pueden certificar créditos de carbono o resultados de mitigación y venderlos a otras compañías que necesitan compensar sus emisiones. Así, sostenibilidad y rentabilidad dejan de ser conceptos opuestos.
En Paraguay, la Ley 7190/2023 sienta las bases para un mercado de carbono nacional alineado con estándares internacionales, lo que podría dinamizar inversiones en conservación, reforestación o tecnologías bajas en carbono.
Los obstáculos, sin embargo, no desaparecen. La falta de datos claros, capacidades técnicas internas limitadas y costos iniciales de inversión siguen siendo desafíos, especialmente para empresas medianas. A esto se suman barreras estructurales como la ausencia de incentivos fiscales o infraestructura insuficiente para movilidad eléctrica.
“De una mirada estética a una estratégica”
Pero medir la huella de carbono, insiste Fretes, “no debe verse solo como una obligación ambiental, sino como una herramienta de gestión poderosa”. Permite detectar ineficiencias, optimizar procesos, reducir consumos y, en última instancia, bajar costos operativos. Además, abre puertas a financiamiento más competitivo, dado que bancos y fondos de inversión incorporan criterios ambientales en sus análisis de riesgo.
La especialista también observa un cambio en la mentalidad empresarial: de una mirada reactiva o estética a una visión estratégica. “La sostenibilidad deja de ser un costo y pasa a ser una inversión para asegurar competitividad a largo plazo”, resaltó.
Finalmente, Fretes menciona el papel del conocimiento como motor de transformación. “Capacitar al personal, implementar sistemas de monitoreo y diseñar estrategias basadas en datos requieren recursos y compromiso, pero son esenciales para que las acciones climáticas sean efectivas”.
Para la experta, la sostenibilidad ambiental y la transición hacia procesos de bajas emisiones no solo representan un compromiso con el planeta, sino una oportunidad concreta para generar eficiencia, impulsar la innovación y acceder a mercados globales más conscientes.
Fretes está convencida de que integrar esta visión en la estrategia empresarial permite no solo adaptarse al presente, sino liderar con propósito. “En este camino, sumar capacidades técnicas y criterios especializados puede marcar la diferencia entre reaccionar y anticiparse. Construir hoy con visión sostenible es contribuir activamente a un futuro más resiliente, justo y competitivo”.
Paraguay con oportunidades en el mercado de carbono
Nuestro país registra una emisión de gases globales baja y se ubica en el puesto 53 a nivel global en vulnerabilidad climática y su meta de reducción de emisiones de carbono para el 2030 es del 20%. Las áreas de adaptación y resiliencia son la agricultura, agua, ecosistemas y biodiversidad, energía, ganadería, salud, seguridad alimentaria, silvicultura, transporte y urbanismo. Es un país con una matriz energética predominantemente limpia gracias a sus centrales hidroeléctricas, el contexto global de las emisiones presenta tanto desafíos como oportunidades estratégicas.