¿Cómo crear lo que la gente verdaderamente necesita?

En el mundo vertiginoso del emprendimiento, la narrativa dominante se centra en la “gran idea”. Se enseña a buscar la chispa de genio, creatividad, buscando una propuesta revolucionaria que nadie ha imaginado. Sin embargo, el emprendedor exitoso no se enamora de su producto, su tecnología o servicio; se enamora del dolor, de la frustración, de la ineficiencia. Es la diferencia entre crear algo que la gente podría usar y crear algo que la gente necesita desesperadamente.

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Obsesionarse con el problema, primer paso para emprender con éxito

Los libros de empresas o los casos de estudio de las escuelas de negocio están llenos de fundadores que tuvieron una epifanía, un momento “eureka” que cambió el mundo. Sin embargo, esta visión es, en el mejor de los casos, incompleta y, en el peor, una trampa peligrosa.

Pues la verdad es que las empresas más exitosas no nacen de una solución brillante, sino de un profundo y casi obsesivo conocimiento de un problema. Para Giselle Ramírez, CEO de Más Money, reconocida en el 2024 como la mujer más visionaria de América Latina por el Massachusetts Institute of Technology (MIT), las soluciones cambian; sin embargo, el problema permanece.

El problema como motor

“Cuando el problema importa lo suficiente, se convierte en el motor que sostiene el esfuerzo emprendedor en los momentos difíciles. Enamorarse del problema no significa idealizarlo, sino entenderlo a fondo, asumirlo como propio, y comprometerse con su resolución”.

En el caso de Más Money, cuenta Giselle para ABC Negocios, el estrés financiero no era un concepto abstracto, sino una experiencia propia y ese nivel de involucramiento fue lo que le permitió construir soluciones relevantes, adaptadas y escalables.

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El emprendedor exitoso no se enamora de su producto, su tecnología o su servicio, se enamora del dolor, de la frustración, de la ineficiencia de un usuario. Esta es la diferencia entre crear algo que la gente podría usar y crear algo que la gente necesita desesperadamente.

En el viaje de una startup, hay innumerables decisiones, desvíos y la tentación de agregar características innecesarias al producto o servicio. Cuando el equipo está profundamente arraigado en la comprensión del problema, cada decisión se vuelve más clara. El problema actúa como el norte verdadero, evitando perderse en el desierto de las ideas sin mercado.

Emprendedor antropólogo y no inventor

Para enamorarse del problema, el emprendedor debe convertirse en un antropólogo, no en un inventor. Esto requiere una inmersión en la vida de los usuarios y sus obstáculos. No se trata de hacer encuestas superficiales, sino de observar, escuchar, analizar y sentir la frustración en carne propia.

Al ver a un empresario que dedica tiempo a una hoja de cálculo para gestionar su inventario, no solo se observa un proceso ineficiente y el nivel de empatía es el que da forma a una propuesta de valor genuina, una que el cliente no solo compra, sino que adopta con lealtad.

Construir una solución que se ajusta a un problema bien entendido es como encajar una llave en su cerradura. Al contrario, los emprendedores que comienzan con una solución a menudo deben encontrar una cerradura que se adapte y pierden tiempo forzando su producto en nichos de mercado, reajustando, en un intento inútil de crear una necesidad donde no hay.

Negocio sostenible

Además, un problema significativo abre la puerta a un modelo de negocio sostenible. Los usuarios están dispuestos a pagar para resolver una ineficiencia que les cuesta tiempo o dinero. La solución a un gran problema no es un lujo, es una inversión.

La empresa que resuelve un problema fundamental tiene una propuesta de valor tan clara que se defiende sola. Su éxito no depende de una costosa campaña de marketing, sino de la simple y poderosa verdad de que su producto funciona.

Enamorarse del problema es el motor de la resiliencia. El camino del emprendedor está lleno de fracasos. Una solución puede fallar, la tecnología puede quedar obsoleta y el mercado puede cambiar, pero el problema a menudo persiste.

El verdadero secreto detrás de las empresas más innovadoras no es la genialidad, sino la capacidad para comprender la naturaleza humana, sus desafíos y problemas. Escuchar a la gente, observar sus rutinas y encontrar ese problema que quita el sueño.

En carne propia

Giselle Ramírez coincide desde lo profundo con este concepto: “El punto de partida suele ser un problema evidente, pero desatendido, un emprendimiento puede iniciarse cuando existe claridad sobre qué no está funcionando en la vida de los usuarios y clientes, y cuando existe voluntad de construir algo que lo resuelva de forma diferente. Lo ideal es evitar partir de una solución, sino de un problema real, tangible y urgente”.

Para Giselle, las herramientas clave para emprender son la convicción, comprensión profunda del problema y la capacidad mínima de ejecución. “El capital, el modelo de negocio y la tecnología evolucionan con el tiempo, pero sin una visión clara sobre el problema y una fuerte determinación para resolverlo, muchas veces es difícil avanzar”.

Para la emprendedora, reconocida como la visionaria de MIT, es clave validar el problema con usuarios reales, aprender a equivocarse “rápido y barato”. “No es necesario contar con todos los recursos desde el primer día, pero sí con un punto de partida sólido basado en la realidad”.

Para la experta, el problema no siempre está a la vista, se requiere escuchar sin filtros, observar patrones y validar con datos. “En muchos casos, lo que parece ser el problema es solo un síntoma”. En Más Money, explica Ramírez, el supuesto inicial era “falta de educación financiera”, pero lo que descubrieron fue un problema también emocional: ansiedad, estrés, desconfianza lo que les obligó a repensar completamente la solución. “Detectar el verdadero problema permite construir desde lo que realmente duele o limita a las personas, no desde lo que parece lógico desde afuera”.

Diferencia entre la “big idea” y la obsesión por el problema

Una “big idea” puede generar atención inicial, pero no garantiza tracción ni sostenibilidad, sostiene Giselle. “Obsesionarse con el problema implica un compromiso constante con entenderlo y resolverlo, incluso cuando la solución actual no funciona. Esa diferencia es crítica. Un negocio exitoso no se sostiene por lo atractiva que es su idea, sino por lo indispensable que se vuelve su solución”.

MIT reconoce visión global de una paraguaya

Giselle Ramírez recibió el reconocimiento del MIT no únicamente por el componente tecnológico de su startup, sino por haber abordado un problema estructural con una solución concreta, escalable y con impacto. En lugar de crear una solución genérica, trabajó desde la evidencia, el diseño centrado en las personas y la neurofinanza para acompañar procesos de decisión financiera en la vida cotidiana. La visión de su propuesta fue clara: reducir el estrés financiero en América Latina desde una herramienta digital accesible, humana y eficaz.

GR
Giselle Ramírez, reconocida como la mujer visionaria de ALC por el MIT
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