Salud mental, el desafío que dejó la pandemia en el clima laboral

La pandemia de covid-19 no solo dejó marcas en la salud física de la población, sino que también dejó huellas en la salud mental de los trabajadores a nivel global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), durante el primer año de la pandemia, los síntomas de ansiedad y depresión aumentaron un 25% a nivel mundial, un patrón que también se reflejó en la región latinoamericana.

Salud mental en Paraguay.
Salud mental en Paraguay.

En Paraguay, el panorama no fue diferente, 80% de depresión, 78,7% de ansiedad y 70,7% de estrés en la población adulta, y la falta de acceso a tratamiento especializado en salud mental ha hecho que los casos persistan y se agraven con el tiempo.

En diálogo con ABC Negocios, Javier Rojas, licenciado en Psicología Laboral y máster en Administración de Empresas, analizó cómo las secuelas afectan al mercado laboral y las acciones que pueden tomar las organizaciones para proteger a sus colaboradores, manteniendo el bienestar de las organizaciones.

Impacto directo en el entorno laboral

Según Rojas, la pandemia provocó un aumento significativo de problemas como ansiedad, depresión, burnout, estrés sostenido, fatiga atencional y trastornos del sueño. La OMS advirtió que la salud mental tiene un impacto directo en la capacidad de trabajar y en la retención del talento.

Estos problemas no solo afectan al individuo, sino también a la organización. La productividad disminuye, el ausentismo se incrementa y los costos operativos se elevan”, señaló.

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En Paraguay, aunque no existe una estadística nacional única, estudios locales realizados después de la pandemia reportaron niveles alarmantes de afectación en la población adulta: 80% de depresión, 78,7% de ansiedad y 70,7% de estrés. Si bien estos datos provienen de muestras específicas y no representan la totalidad del país, permiten identificar tendencias preocupantes.

Salud, educación y atención al cliente, los más golpeados

Según el profesional, los impactos de la crisis sanitaria fueron más severos en ciertos sectores laborales. Entre los más afectados se encuentran:

Salud: exposición sostenida, carga emocional y presión extrema durante la pandemia.

Educación: sobrecarga laboral y cambios constantes en las modalidades de enseñanza.

Servicios intensivos en atención (contact centers, retail): alta demanda, presión del cliente y recursos limitados.

El efecto en estos sectores se traduce en mayor rotación voluntaria, renuncias por desgaste, búsqueda de esquemas flexibles y caída del compromiso global.

Salud mental es factor de la competitividad empresarial

El especialista señaló que la OMS estimó que los trastornos de ansiedad y depresión generan 12.000 millones de jornadas laborales perdidas por año, debido a menor productividad y ausentismo. Esto refleja cómo la salud mental no solo es una cuestión individual, sino también un factor determinante para la competitividad empresarial y la economía en general.

Rojas destacó que, en paralelo, la pandemia también aceleró transformaciones en las empresas, como la implementación del home office y esquemas híbridos, pensados no solo como medidas de prevención, sino también como estrategias de retención de talento.

Según la evidencia global y la experiencia local compartida por Rojas, las organizaciones que invierten en programas de bienestar y formación de líderes presentan mejores resultados en compromiso, retención y productividad.

Entre las iniciativas recomendadas se destacan:

Formación de colaboradores: ciclos de capacitaciones y marketing interno para promover la participación.

Políticas claras de RR.HH.: documentación de políticas, procedimientos e instructivos que permitan ejecutar proyectos de manera estructurada.

Flexibilidad laboral: implementación de horarios híbridos y home office, acompañados de herramientas de seguimiento como Gantt de tareas para asegurar productividad.

Medición continua: encuestas de clima laboral, evaluaciones de desempeño (9-box) y otras metodologías que permitan monitorear el bienestar y el rendimiento.

“Integrar bienestar con diseño del trabajo —considerando cargas, autonomía y propósito— eleva el foco, la calidad y la velocidad de ejecución de manera sostenible”, enfatizó. Según el profesional, esta integración también permite reducir costos ocultos y se convierte en un verdadero motor competitivo si se gobierna con datos y disciplina de ejecución.

Diferencias por género y edad

Paraguay carece de estadísticas nacionales completas, según Rojas, sin embargo, la evidencia regional indica que mujeres y jóvenes presentan mayor prevalencia de ansiedad y depresión, y son quienes más acceden a servicios de salud mental. Esta tendencia obliga a las empresas a considerar enfoques diferenciados para sus programas de bienestar, atendiendo las necesidades específicas de cada grupo.

El experto explicó que el impacto de la salud mental no se limita al bienestar individual. La productividad agregada de la empresa y su capacidad de competir en el mercado dependen directamente del estado emocional de sus colaboradores. Programas bien estructurados de formación, políticas claras y flexibilidad laboral no solo mejoran la satisfacción del trabajador, sino que también disminuyen la rotación, reducen el ausentismo y fortalecen el desempeño.

Finalmente, Javier Rojas sostiene: “La salud mental bien gestionada es un motor de productividad y competitividad. No es solo cuidar a los colaboradores; es cuidar la sostenibilidad y éxito de la empresa en un mundo laboral cada vez más complejo”.

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