La minería de Bitcoin está cambiando en el mundo, y está convirtiéndose en una puerta de entrada al mercado global de la inteligencia artificial. Paraguay, con su energía limpia y abundante, y concentrando más del 3% del hashrate global, tiene la oportunidad de transformar una ventana coyuntural en una estrategia de desarrollo digital.
En el mundo, los grandes mineros de Bitcoin están pivotando hacia la inteligencia artificial (IA). Lo que hasta hace poco eran instalaciones dedicadas exclusivamente al “hashrate”, hoy se están reconvirtiendo en centros de cómputo para entrenar modelos de lenguaje, visión y aplicaciones industriales.
En Texas, uno de los hubs globales de minería, data centers diseñados para minar criptomonedas ahora prestan servicios de GPU-as-a-Service. Empresas como Core Scientific, Marathon Digital y Bitdeer lideran esta tendencia. Core Scientific, por ejemplo, firmó un acuerdo multimillonario con CoreWeave para adaptar 500 MW de infraestructura exclusivamente a IA. El atractivo es evidente, ya que, mientras el costo de minar Bitcoins sube y el precio del Bitcoin oscila con brusquedad, la demanda de cómputo para IA crece de manera sostenida y predecible.
De hecho, según reportes financieros recientes de la Universidad de Cambridge y su observatorio financiero, varios de estos actores ya están generando cada vez más ingresos por IA, y se proyecta que la participación de IA vaya aumentando. La lógica está basada en los aspectos fundamentales que comparten ambas industrias (minería de activos digitales y procesamiento de datos para modelos de IA): 1) contratos de energía de gran escala, 2) infraestructura desplegada y 3) experiencia en operación 24/7. Esto hace a las empresas dedicadas a la minería de activos digitales candidatas naturales para ofrecer capacidad de cómputo a mercados globales en expansión.
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El contexto local no puede ser más oportuno. Según la ANDE, el consumo asociado a la minería digital y centros de datos ya alcanza los 730 MW y podría llegar a 1.000 MW este año. Esta actividad representa ingresos proyectados de US$ 220–240 millones en 2025, frente a los US$ 130 millones del año pasado. Es decir, casi el 13% de los ingresos totales de la empresa eléctrica.
El presidente de la ANDE, Félix Sosa, lo define como “una ventana de oportunidad” para posicionar a Paraguay con su activo más valioso: la energía limpia y renovable. La infraestructura, asegura, “está preparada y puede soportar más demanda”. Y gracias a contratos flexibles, la ANDE puede desconectar hasta el 90% de la carga de estos clientes con apenas diez minutos de aviso, lo que da estabilidad al sistema en los picos de verano.
Además, se discute una reforma a la Ley 6977 de energías renovables, que permitiría a consumidores con demandas superiores a 30 MW autoabastecerse o contratar con privados, pagando un peaje por la red. Esto abriría la puerta a un esquema mixto de generación, donde la ANDE no perdería control, pero sí sumaría resiliencia y eficiencia.
Ahora, estas inversiones no solo consumen energía: también están financiando nuevas obras. Según el GISE-FPUNA (2024), en apenas cuatro años este tipo de operaciones podría cubrir más del 39% de las inversiones planificadas en nueva generación eléctrica del país.
Este giro redefine la narrativa acerca del rol de la industria de la minería. Los grandes mineros no son solo consumidores: pueden transformarse en catalizadores de infraestructura eléctrica y digital. Y si parte de esa capacidad se reorienta hacia IA, Paraguay podría insertarse en cadenas globales de valor digital, generando empleos técnicos de calidad y encadenamientos en software, electrónica y servicios especializados.
El desafío está en dar el salto estratégico. Hoy, Paraguay ya es competitivo en energía. El próximo paso es ser competitivo en la industria digital. Para ello se requieren al menos tres condiciones:
- Reglas claras y estables que aseguren contratos de largo plazo.
- Inversión en respaldo y conectividad: para asegurar fibra de alta capacidad y redundancia eléctrica.
- Capital humano: formación de técnicos y profesionales capaces de sostener la operación de centros de datos avanzados.
El mercado de IA podría superar los US$ 300.000 millones en 2030, de acuerdo con proyecciones de McKinsey Global Institute. El cuello de botella actual no es la demanda, sino la oferta de capacidad de cómputo. Esta brecha abre oportunidades para países con energía limpia, abundante y competitiva.
La transición de la minería hacia IA no solo genera valor para el sector eléctrico, sino que también puede crear empleos técnicos de calidad y encadenamientos locales en software, electrónica y servicios especializados.
La minería de Bitcoin no debería verse únicamente como una actividad “de alto consumo”, sino como un posible puente hacia el mercado global de la inteligencia artificial. Paraguay tiene una ventana única, apalancada por una abundancia de energía limpia y un momento de transformación digital global.
El desafío está en convertir esa ventaja en estrategia, y esa estrategia en desarrollo sostenible. En este camino, la transición de contratos 100% de activos digitales a proveedores de IA podría ser la llave que abra la puerta a un nuevo capítulo económico para el país, hacia la industria digital.
Ideas y datos clave
- La minería de Bitcoin puede ser un trampolín hacia el mercado global de la inteligencia artificial.
- Paraguay cuenta con energía, experiencia operativa e infraestructura que le permiten capitalizar esta transición.
- Con regulación clara e inversión en talento y conectividad, el país puede pasar de exportar megavatios a exportar capacidad de cómputo.
*Investigadora y doctora en política energética.